“Canciones para no olvidar”: el arte como cura para el caso AMIA
Con canciones que marcaron la vida de las 85 personas que murieron como consecuencia del atentado contra la mutual israelita, los familiares rememoran a las víctimas.
El director de Arte y Producción de la Asociación Mutualista Israelita Argentina (AMIA), Elio Kapszuk, durante la entrevista con EFE en Buenos Aires. Foto: EFE | Juan Ignacio Roncoroni.
Por Augusto Morel
El arte como nexo para exigir verdad, recordar a los muertos y cura para los vivos; ese es el objetivo de “Canciones para no olvidar”, una propuesta que pretende homenajear a los 85 fallecidos en el atentado a la AMIA, el mayor ocurrido en suelo argentino, del que este martes se cumplen 29 años.
Con canciones que marcaron la vida de las 85 personas que murieron como consecuencia de aquel ataque perpetrado el 18 de julio de 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), los familiares rememoran a las víctimas de un atentado que, aún hoy, sigue impune.
Ante la falta de justicia, aparece el arte como una forma, no solo de homenajear a los ausentes, sino de generar una memoria colectiva y comunicar a las nuevas generaciones las deudas del pasado, resume a EFE el director de Arte y Producción de AMIA, Elio Kapszuk.
“Los familiares nos contaron que les cuesta acordarse de sus hijos de maneras alegres, solo las recuerdan después del 18 de julio de 1994 a las 9.53 horas (momento exacto del atentado). Eso quedó rebotando y decidimos cambiar el enfoque: homenajearlos con las canciones que les gustaban a ellos”, explica.
Así nació este proyecto, que reunió a más de 60 artistas reconocidos de Argentina para reinterpretar las melodías preferidas de las personas asesinadas, producto de la explosión de un carro bomba que impactó en las puertas del edificio.
“Les preguntamos qué canciones y artistas emocionaban a sus hijos y, a partir de ahí, empezamos a intentar conseguir que estos artistas puedan dedicarle a la memoria de cada uno esa canción. Desde la perspectiva de recordarlos con las cosas que a ellos les gustaban”, agrega el director artístico.
‘Sobre gustos no hay nada escrito’, dice un viejo refrán y por eso el repertorio es tan variado como reconocidas las melodías.
Cantautores de la talla de León Gieco, que resignificó “Canción para Carito”, del folclorista Antonio Tarragó Ros; Kevin Johansen, con “El candombito de la memoria”; o Víctor Heredia, con “No tiene olvido el amor”; pero también clásicos internacionales, como “All my loving”, de The Beatles, que fue interpretada por The Beats, la mejor banda tributo del país, entre otros.
El departamento de arte también representó otro universo: el de las familias que deben continuar viviendo y luchando por los que ya no están. A partir de esto, 45 familiares reinterpretaron “Como la Cigarra“, una canción de la poetisa y cantautora María Elena Walsh, que en 1983, diez años después de su creación, se transformó en un himno de la libertad y la democracia en Argentina.
La intención de estas “excusas musicales” ponen el foco en regenerar una imagen más emotiva de los familiares, enfatizando en la necesidad de no olvidar lo que significan 29 años de impunidad bajo la insistencia de la tragedia.
Reclamos desde el arte urbano
Sin embargo, para Kapszuk, la música es sólo una parte de las aristas necesarias para vincular el arte con la memoria y así poder generar un testimonio en el inconsciente colectivo de la sociedad.
“Un testimonio también puede ser una muestra, un lugar físico o simbólico de la memoria”, afirma, mientras remarca una sala expositora de AMIA intervenida por el artista urbano argentino Tano Verón.
Mediante el afiche y el esténcil, Verón mezcla su escritura con su trabajo de diseñador gráfico, bajo una estética de música tropical, pero con mensajes contundentes en su muestra: “Te recuerdo y estás”.
“Aquí se trabaja la diversidad mediante distintas tipografías, de la misma manera en que las 85 víctimas eran distintas”, suma Kapszuk, al tiempo que señala al cartel de bienvenida de la exposición: “Haga memoria, exija justicia, el mundo irremediablemente mejorará”.
“Es una actitud frente a la vida, quizá no sólo ante AMIA, sino también ante todos los casos impunes de nuestro país”, apunta el director.
Las imágenes de los fallecidos, los más de 300 heridos y varios edificios en ruinas se mantienen vivas en la memoria colectiva de los argentinos que todavía preguntan cuánto tiempo más deberán continuar pidiendo “verdad y justicia” ante el mayor atentado terrorista sufrido en la historia del país suramericano.
“Ojalá llegue el momento que la recordación y la memoria en cada aniversario sea prender una vela. Eso solamente puede ocurrir cuando haya justicia y en tiempos de impunidad sólo tiene forma de reclamos”, concluye.
EFE.