CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
El País 4 de junio de 2024

Cada vez se necesitan destinar más horas de trabajo para llevar comida a la mesa

Si un hogar dependiera del salario mínimo, se quedaría con hambre o sin plata para comer durante casi un tercio del mes. En 10 de 14 alimentos analizados, Argentina se encuentra entre el 50 por ciento de países más caros en dólares.

El salario mínimo, que perciben cerca de 3 millones de argentinos, apenas alcanzaba a cubrir el 65 por ciento del costo de la canasta alimentaria en un hogar de cuatro integrantes.

Estadísticamente, si una vivienda dependiera de esa remuneración básica para servir la mesa, se quedaría con hambre o sin plata para comer durante casi un tercio del mes.

La relación entre el salario y la subsistencia vital se viene deteriorando debido a que, mientras aquellos corren de atrás a la inflación, los alimentos la forman.

Por un lado la internacionalización de los precios de los commodities (descontadas las retenciones) y de las manufacturas de origen agropecuario hacen que el dólar sea un valor de referencia, pero no el oficial sino de los que siguen las especulaciones del mercado.

El vuelco salarial

En el año previo a la pandemia, la relación entre el mínimo percibido por los trabajadores y el valor de los alimentos era de 13% a favor del sustento alimenticio.

En la pospandemia se fue 6,15% bajo el nivel y al año siguiente (2023) sólo quedaba 1,4% a favor del sueldo.

El mes pasado una familia de cuatro miembros, hombre y mujer de 19 a 50 años, con dos niños de 2 a 3 años y de 4 a 5 años, tenía que destinar 730 mil pesos mensuales a los consumos básicos.

Y el rubro alimentos subió 2,3 por ciento en el mismo período, si bien hubo bajas estacionales en verduras y lácteos.

En la última semana, se registró una caída de precios en cinco de las 10 categorías relevadas, entre ellas el azúcar, verduras y lácteos.

Medidos de punta a punta, los precios tuvieron un incremento promedio del 4,2 por ciento, variación que explican bebidas, panificados y lácteos en un 60 por ciento.

Si bien permitirá mantener en un dígito la inflación, dejan al piso de los ingresos aún más relegado.

A todo esto, el Consejo del Salario aún no tiene fecha para reunirse.

Según un cálculo efectuado por el portal Infobae, que abarca desde el Plan Austral de Raúl Alfonsín hasta la actualidad, para comprar pan hay que trabajar 16 minutos más, fideos, 5 minutos extras, asado 54 minutos más y leche 7 minutos.

Comparación internacional

No sólo la comida ocupa más lugar en el bolsillo del trabajador que al iniciarse la era democrática, ya que tampoco sale bien parada en la comparación internacional.

El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) estimó que un litro de leche cuesta igual que en Francia y es más caro que en Finlandia y España.

Comparado con América Latina, la Argentina es el país donde el salario mínimo permite comprar menos cantidad de kilos de carne molida.

En 10 de 14 alimentos analizados, el país se encuentra entre el 50 por ciento de países más caros en dólares.
En relación al salario mínimo, permite adquirir una cantidad similar de kilos de arroz que en Kenia, pero a un precio en dólares similar al de Suecia y Canadá.

Un litro de leche se paga igual al de Francia y por encima de Finlandia y España, aunque los estándares adquisitivos locales sean mucho menores que los europeos.

Media docena de huevos puede comprarse con el salario mínimo igual que en Túnez y Nigeria, pero con un precio en dólares como el de Suecia y Bélgica, muestra la Celag.

Lo paradójico es que el Estado haya estado agregando desde hace varios años una suculenta ración impositiva al costo de los alimentos.

Un informe elaborado por IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal), que conduce el economista cordobés Nadín Argañaraz, sobre la canasta de nueve productos de consumo masivo indicó que los impuestos nacionales, provinciales y tasas municipales representan el 43,9 por ciento del precio final.

Según expone el análisis, pueden agruparse dos categorías de alimentos de acuerdo al IVA que los grava, y dos tipos de bebidas teniendo en cuenta las distintas alícuotas de impuestos internos.

Los bienes Tipo I son alimentos que tienen una alícuota de IVA del 10,5 por ciento con una carga tributaria del 36,2 por ciento.

Los Tipo II son alimentos con alícuota de IVA del 21 por ciento (aceite, arroz, fideos, galletas envasadas, mermelada) con una carga tributaria del 41,8 por ciento.

Los bienes Tipo III y IV son bebidas sin alcohol en los que , además de todos los tributos de los alimentos, hay que sumar los impuestos internos, que son del 4 por ciento para los del Tipo III (agua mineral y jugos) con una carga tributaria del 46,7 por ciento y del 8 por ciento para los del Tipo IV (bebidas gaseosas) con una carga tributaria del 48,1 por ciento.

Según el tipo de productos la carga tributaria puede variar entre el 36 y el 48 por ciento.

El informe destaca además que se pueden distinguir distintas categorías de bienes de acuerdo a las alícuotas de impuestos que los afectan de manera diferencial, que determinan diferentes niveles de carga tributaria.

“En la Argentina, los productos alimenticios de consumo masivo que pasan por un proceso industrial de elaboración y por una cadena comercial de distribución incorporan en su precio las retribuciones a los insumos, la fuerza laboral y rentabilidad empresarial; así como también tributos de los distintos niveles de gobierno”, precisaron.

Los tributos considerados a nivel nacional son: IVA, Ganancias, Impuesto al cheque, Impuestos internos y las cargas de la Seguridad Social; a nivel provincial, el impuesto a los Ingresos Brutos y a nivel municipal la tasa de Inspección, Seguridad e Higiene.