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Opinión 21 de septiembre de 2018

Brasil, entre barrotes y puñales

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por Raquel Pozzi

La particular situación que atraviesa la esfera política en Brasil amerita un análisis profundo sobre las condiciones en las cuales llega el electorado a las próximas elecciones el 7 de octubre. La polarización ideológica de los partidos políticos como el PSL (Partido Social Liberal) y el PT (Partido de los trabajadores) no es lo que hace tan particular el tablero político, sino la tragedia que envuelve a los brasileños luego de la agresión que sufriera el candidato Jair Bolsonaro.

Con Lula Da Silva en prisión los sondeos daban (antes de la puñalada a Bolsonaro) como favorito al PT y su candidato Fernando Haddad, pero el incidente del líder ultraderechista cambio rotundamente el ánimo electoral y aun cuando se cuestiona la base ideológica de Bolsonaro las heridas propugnadas hacia la persona fueron directamente asestadas al corazón del PT. Generalmente solemos hacer lecturas del comportamiento electoral atiborrada de política sin tener en cuenta empáticamente los manifiestos sensibles de una población agobiada por una clase política porosa de moral y sumergida en la corrupción. Es el momento para que Brasil demuestre en las urnas si las lacerantes heridas gestionadas por sus líderes serán reivindicadas o bien desterradas, aunque el escenario sea bizarro.

Impeachment y debilidades

Luego del controvertido Impeachment a Dilma Rousseff, el presidente actual Michel Temer enfrenta los porcentajes más bajos en popularidad, pero con remos de hierro y una legislatura señalada con un dedo por la corrupción, alivió el peso de una presidencia acéfala de legitimidad pero con vientos propinados por un Congreso que se abstuvo de bloquear cualquier intento en su caída.

Lo cierto es que Temer culminará su mandato el 1 enero del 2019, el primer jefe de Estado denunciado penalmente por los cargos de corrupción y asociación ilícita. La Operación Lava Jato derribó toda cuota de credibilidad que capitalizaba la clase política atrapados en un entramado de coimas, nepotismo, asociación ilícita de campañas y fraude en las licitaciones de obras públicas.

Dilma Rousseff inhabilitada, Lula Da Silva en prisión y Michel Temer desacreditado política y socialmente, engendraron las tormentas políticas más temidas: el surgimiento de un sector nacionalista devenido de la dictadura 1964-1984, el diputado y ex militar de la ultra derecha Jair Bolsonaro, denunciado por los rebrotes de expresiones xenófobas, homofóbicas y otros.

¿Cómo es posible el regreso del ala militar en la escena política brasileña? El descrédito generalizado que la sociedad tiene hacia los políticos crea ciertos liderazgos de dudosa reputación pero resistido por las frases que atormentan en consecuencia a la mayoría de los pueblos latinoamericanos “roban pero hacen” o “que se vayan todos”. El gran dilema es lo que está por venir. Si bien Bolsonaro ha sido lesionado físicamente por una apuñalada artera, esa imagen de alguna forma fortifica el lado más legal y ético del líder ultra-derechista. Actualmente lidera las encuestas en primera vuelta con aproximadamente un 24% en intención de voto seguido del líder F. Haddad con 13 % quedando en tercer lugar empatados Marina Silva del PV y Ciro Gomez del Partido Democrático Laborista y muy alejado de ese grupo también se menciona a Geraldo Alckmin del Partido Social Demócrata brasileño. Los brasileños deberán apelar a la mesura y a la continencia que los políticos no pudieron dar cátedra y demostrar que la memoria aclara, no oscurece.

Contra el sistema político-empresarial

La Operación Lava Jato derribo el entramado vigoroso entre políticos y empresarios en Brasil. Tierra arrasada para los negocios espurios de Odebrech; OAS; Petrobras y otros, lo que alguna vez fue promesa del éxito para el gigante Brasil hoy se ha convertido en la sombra tenebrosa de la relación marital entre la política y los negocios. ¿Aprenderán los pueblos basados en el derecho político a respetarse como ciudadanos? Quizás sea la materia pendiente que deberán rendir el 7 de Octubre en primera vuelta o en su defecto en el ballotage del 28 de octubre.

Terminar con la polarización social que ha generado este sistema de corrupción. El gran desafío se centrará en hallar el líder que pueda gobernar con una legislatura heterogénea, aunque lo que más arremete contra el futuro del país es el viraje estrepitoso del actual modelo económico que deberá gestionar medidas para estimular el consumo y equilibrar el déficit fiscal, una fórmula difícil en un estado carente de credibilidad para atraer las inversiones. La incertidumbre se observa en las calles brasileñas cuando resuenan las voces de los más perjudicados, aquellos que fueron engañados por décadas entre empresarios con ambiciones desmedidas y políticos que apuñalaron la ética y la moral brasileña.

Entre barrotes y puñales Brasil capea la peor tormenta que arrasa los sueños del Gigante aferrado a la esperanza. La racionalidad será la encargada de marcar el norte en la brújula electoral de los brasileños el próximo 7 de octubre.

(*): Analista en Política Internacional y profesora en Historia. @raquelpozzitang



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