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Policiales 29 de septiembre de 2024

Bernat: “Los abogados salen de la facultad con mentalidad de empleado de Tribunales”

En la sexta entrega de "Penalistas", el letrado Martín Bernat opina sobre la formación actual de los profesionales del derecho, y dice que el sistema judicial en la Argentina está "obsoleto" y es "absolutamente político y corrupto, sobre todo en causas de renombre".

Martín Bernat dice que recibió amenazas por su intervención profesional en casos de renombre.

Por Bruno Verdenelli
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Con sólo 34 años, Martín Bernat se convirtió en el último tiempo en uno de los abogados de mayor renombre de Mar del Plata. A pesar de su corta edad, tuvo a cargo varios de los casos de mayor repercusión mediática.

En la sexta entrega de “Penalistas”, el ciclo de reportajes audiovisuales de LA CAPITAL con profesionales locales del derecho, critica fuertemente la formación académica actual y también el sistema judicial en la Argentina, al que califica de “obsoleto, y absolutamente político y corrupto”.

-De los abogados penalistas que llevo entrevistados en este ciclo, usted es el más joven. Tiene 34 años y ya una carrera de renombre. ¿A qué se debe?

-No sé si hay un factor único. Sí te puedo decir que me parece que el hecho de tener una vocación desde chico muy guiada ya al derecho penal es algo que me marcó en la carrera. Yo desde el día en que me inscribí en la facultad sabía que quería hacer derecho penal y sabía que no quería que sea una carrera guiada por Tribunales también. Yo eso lo tenía muy en claro: quería que sea una carrera de litigante. Creo que eso me llevó a intentar hacer una carrera rápida, dar materias libres y demás. Si bien me tomé un impasse de un año para recorrer algunos lugares que quería, luego yo me recibí rápido. Y lo que hice, que es algo que recomiendo mucho a los chicos de la facultad, es comenzar a trabajar prontamente. Es decir, yo en el primer año no trabajé en el fuero, pero ya el segundo año había podido comenzar con estas pasantías en Tribunales, en estudios jurídicos y demás. Habré trabajado cuatro años en Tribunales, dos años en estudios jurídicos hasta el día que me recibí y que me llegó el título. El último estudio jurídico en el que estuve fue en el que me parece a mí un genio de la vida y del derecho, que es Sergio Fernández, que fue uno de los que me formó. Y luego ya comencé con mi carrera en solitario, digamos. Pero insisto, creo que tener una vocación definida a lo que te gusta y meter todos los cañones de tu esfuerzo apuntados a una sola cosa, es lo que te guía en la carrera.

-¿Y cómo es ser joven en ese ámbito que está plagado de gente con mucha trayectoria, con mucha experiencia?

-Sí, es difícil. Es un ámbito difícil porque la relación con el cliente es muy difícil. La relación con el colega o con la gran mayoría de los colegas es muy difícil. La relación con el poder, ya sea el Poder Judicial, el Ministerio Público Fiscal, es difícil pero bueno… Hay que tener siempre en claro que uno como abogado tiene que saberse plantar, decir las cosas que hay que decir. Yo tengo un perfil, una postura como abogado muy litigante. Intento no quedarme sometido a ningún tipo de presiones ni de maniobras que yo considero que no van. Y cuando hay algo que tengo que denunciar, lo denuncio. Lo cual no quita también que tenga una excelente relación con la gran mayoría de los colegas del Poder Judicial. Pero bueno, hay que hacerse el espacio para poder ingresar y ese espacio muchas veces cuesta sudor y lágrimas como en mi caso, que me ha costado bastante.

-Es decir, se podría describirlo como un abogado audaz, valiente, pero de perfil alto también, con una edad corta y una trayectoria que, por obvias razones de edad, también es es relativamente corta. ¿Y eso no le trae problemas? O mejor dicho, ¿qué tipo de problemas le trae que se puedan contar?

-Sí, yo creo que lo que los problemas que puede tener uno cuando tiene una carrera exitosa es como en cualquier medio, como en cualquier ámbito que es quizás algunas rispideces, ya sea por por tocar algunos egos o por celos o no sé bien por qué, pero algunas rispideces uno puede llegar a tener, ya sea con colegas o también con miembros del Poder Judicial. Lo cierto es que llega un momento en que uno escucha todo lo que a uno le dicen y tiene que hacer oídos sordos y si uno hace las cosas bien, y por derecha y con transparencia y con prudencia, a lo largo del tiempo la gente va sabiendo quién es uno. Obvio que uno no puede ser amigo de todos… Más cuando uno hace derecho penal que el 50% te puede apoyar, pero el otro 50, el que está del otro lado, no. En fin, creo que trabajando con prudencia, con moderación y con humildad, sobre todo, se puede llevar esta carrera a largo plazo sin que sea tan contaminante para el espíritu.

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-Y también está presente en el ámbito académico. Hace diez años da clases en la universidad…

-Sí. Hace hace muchos años que doy clases en la facultad, siempre en forma gratuita, porque hay muy pocos nombramientos, muy pocos concursos, al menos en derecho penal, que es un departamento de la Universidad Nacional muy castigado con respecto a las titularidades y demás… Hace unos años, creo que tres o cuatro, logré la adscripción, que es un nombramiento ad honorem y bueno, esperando si felizmente en algún momento se puede abrir un concurso, poder concursar y quedar en el ámbito académico, que es lo que a mí me interesa mucho. Me gusta, y sobre todo mi materia, que es una de las últimas materias que se ve en la facultad, que es la práctica penal, donde uno tiene ya una conversación con el alumno casi de abogado a abogado. Porque son alumnos que muchas veces se reciben con nosotros o se reciben el cuatrimestre que viene, y yo tomo esta esta cátedra no sólo para contarles lo que sé, sino también para implantar alguna semillas que a mí me hubiera gustado que lo hagan conmigo. Y abrirle los ojos a los alumnos de que la vida no es solo Tribunales, sino que también hay todo un ejercicio profesional liberal…

-¿Por qué razón usted considera que tal vez el primer paso que dan los los abogados que se reciben es ir a trabajar a la parte del mostrador del Estado?

-Creo que muchos de los abogados cuando están por recibirse, o ya durante la carrera, buscan la estabilidad, la seguridad, la tranquilidad… Pero la realidad también es que yo considero que cualquier estudiante de derecho, cuando comienza su carrera, lo que tiene en mente no es un empleado de Tribunales, sin menospreciar absolutamente nada, pero no es un empleado de Tribunales o un abogado que está cobrando una expensa, sino uno lo que tiene en la mente, me parece, es el abogado penalista que está en un juicio por jurados o en un juicio técnico, luchando por la libertad de una persona y esa imagen que uno tiene de joven, me parece que la facultad o la propia vida hace que se vaya desvaneciendo un poco, se vaya desdibujando y uno salga con una mentalidad muy procesalista, muy de civil y comercial y muy de “Hay que entrar a Tribunales”. Eso también viene para mí un poco de la mano de que la gran mayoría de los profesores de derecho penal de la Universidad Nacional, excepto algunos casos particulares que no quiero nombrar a ninguno para no olvidarme, la realidad es que son todos operadores judiciales, o son jueces o son fiscales. Falta, me parece, una impronta de abogados penalistas litigantes que le podamos también mostrar que hay una vida, además de Tribunales, que es muy interesante.

-¿Y en ese marco, cómo ve el fuero penal? ¿Qué es lo que opina del funcionamiento? ¿Qué cambios se podrían hacer desde la óptica juvenil y desde la experiencia de esta profesión en lo privado?

-Sí, yo soy muy crítico con el sistema. Si bien me limito bastante porque el Código de Ética marca que los abogados no podemos referirnos, digamos, de una forma muy crítica hacia el Poder Judicial. Pero lo que te voy a decir entiendo que es una crítica constructiva, así que no me voy a limitar. Yo, desde el punto de vista que tengo de las causas que he tenido, me parece que es un sistema muy obsoleto de justicia que tenemos a nivel general, tanto civil, comercial, laboral, y en particular penal. Me parece que no sólo es obsoleto, sino que sirve poco para la víctima, que en la gran mayoría de los casos, más que una pena, busca una conciliación, una reparación integral y es desoída, no es escuchada… Me parece que tampoco sirve para el imputado: tenemos procesos larguísimos, personas detenidas por tres o cuatro años sin saber si son culpables o no. Bueno, un sistema penal que ya todos lo sabemos, no sirve absolutamente para nada más que para mantener encerradas un tiempito a las personas ahí. Me parece que es un sistema absolutamente político, corrupto… Sobre todo en causas de renombre, cuando hay algunos intereses… Creo que es un sistema que no sirve y que como sociedad tenemos que dar una discusión al respecto. No sé cuál será el mejor sistema… Quizás esto es lo mejor a lo que podemos aspirar. No lo sé, pero reniego mucho con la idea de que este sea el mejor sistema que podamos tener. Me parece que una luz de esperanza a esto es el juicio por jurados. Yo tengo un perfil muy juradista a la hora de ejercer. Me parece que es un enclave que los abogados tenemos que fortalecer y tenemos que intentar ampliar a otros catálogos de casos y que sea más largo también para todo el proceso, porque creo que es el único sistema que hoy nos está garantizando que no haya intervención política, que no haya corrupción y no sé si hay justicia o no hay justicia en un juicio por jurados, pero creo que es un sentido de justicia mucho más cercano al que tenemos hoy en día.

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-Lo van a llamar de la política si de alguna manera puede llegar a vislumbrar un cambio o tiene una postura… Siendo joven, por ahí le ofrecen un cargo…

-No sé si aceptaría un cargo, pero bienvenido cualquier tipo de comentario constructivo que se pueda tener. Pero sí me parece, e insisto en esto, que los abogados, las abogadas, tenemos que tener un sentido más crítico a la hora de ejercer justicia. Nosotros como abogados, y sobre todo los penalistas, no estamos haciendo un trabajo privado, no tenemos un comercio… Estamos haciendo un rol que es auxiliar de la Justicia como marca el código del Colegio de Abogados, y en ese ser auxiliar de la Justicia me parece que, como abogado litigante, una de las primeras cosas por las que tenemos que luchar es por criticar y tener una lucha continua contra los atropellos del Poder Judicial, atropellos que a veces son dolosos o culposos, no lo sé, pero contra ciertas maneras de llevar adelante una investigación. Cuando hay algo oscuro, sentarnos e intentar esclarecerlo y sobre todo, abogar muy fuerte por los derechos del encausado y por los derechos del abogado en el proceso penal.

-¿No hubo algún momento en ese camino en el que a raíz de algún caso escabroso que haya visto, si quiere nombrar o no, en el que que haya dicho “Esto no es para mí”?

-No, nunca. Sí, quizás algún infortunio que he sufrido por algún caso público, mediático o medio complicado, en el que puede llegar algún mensaje al estudio jurídico de tono extorsivo o amenazante. Pasa muy poco, pero desgraciadamente me ha pasado recientemente. Es algo que a uno le hace replantear la profesión, pero también cuando uno ve la profesión… Yo estoy recibido hace bastante y si en ocho, nueve o diez años de carrera, me pasó una sola vez… Bueno, es una carrera bastante segura. Creo que la misma exposición o una peor la puede tener un abogado que haga familia, que deje a un padre sin ver a los hijos, o un abogado que haga laboral y que por hacer algo mal deje sin cobrar a 100 empleados que podrían haber cobrado una indemnización… Yo insisto, llevando la carrera de una forma transparente, sincera y siempre hablando bien con el cliente y no prometiendo absolutamente ningún tipo de resultado, desempeñando la carrera en forma honesta, es muy difícil tener un problema con nadie.

-¿Qué tipo de amenaza recibe un abogado penalista? ¿En qué circunstancia? ¿Cómo se produjo en su caso?

-Yo no quiero dar muchos detalles porque es una causa que todavía está dando vueltas… Simplemente un mensaje de personas del mundo de afuera, donde querían asegurarse de alguna u otra manera que la estrategia de defensa vaya para un lado o vaya para el otro.

-¿Qué se hace en este caso?

-En este caso, si yo me hubiera sentido amedrentado lo que hago es hablar con mi cliente y retirarme de la causa directamente… Y que vaya con el defensor oficial, o con otro abogado. Pero cuando uno se siente amedrentado… En este caso fue algo bastante vago, ambiguo… Seguir defendiendo sin ningún tipo de de condimentos al respecto. No sólo el abogado penal o cualquier abogado está expuesto a ese tipo de situaciones, sino también muchas veces a situaciones dentro del Poder Judicial que no son extorsiva ni mucho menos, pero que uno a veces se enfrenta entre la decisión de decir: “Bueno, si avanzo por aquí quizás gano la causa, genero rispideces”, y después con el mismo funcionario público que yo estoy generando una rispidez, luego voy a intentar hacer un acuerdo de juicio abreviado… Son cosas que el abogado penalista para mí no tiene que merituar. Un abogado en cada causa, y esto es algo que lo hablamos mucho en el estudio, tiene que defender con todo lo que tiene a un cliente, y si luego esa defensa trae consecuencias negativas, las traerá, pero no me parece a mí una defensa legal, si uno está pensando en en el futuro de lo que eso puede llegar a acarrear.

-¿Se arrepiente de alguna defensa? Se arrepiente de algún caso que tomó y dijo “Esto no lo tendría que haber hecho”?

-No, me puedo arrepentir de un montón de estrategias que he hecho mal. Hasta yo me replanteo mucho las cosas que hago. Hasta puedo hablar de cosas de hace dos meses o de decir: “Bueno, acá tendría que haber ido más tranquilo, no tendría que haber escrito esto”. O en una nota periodística no haber dicho semejante cosa… Pero bueno, creo que son errores que uno se los tiene que tomar para en la próxima no volver a repetir lo mismo.

-¿Y al revés? ¿Se enorgullece de alguna estrategia en algún en algún caso que tomó y cambió el rumbo?

-Sí. Hay un caso que para mí fue un antes y un después, que fue un caso que tomé probono, digamos, ad honorem, que fue el caso de Brandon Romero cuando lo defendí al policía imputado. Yo desde el primer momento sabía, tenía la certeza, no sé como decirlo, de que era una persona inocente. Entendí que la estrategia adoptada no había sido la correcta y justo esta persona me contactó. No pudimos arreglar el tema de honorarios, pero lo quisimos defender igual con con mi equipo de trabajo. Eso lo hablamos. Yo tengo un socio y tres abogadas empleadas, y pusimos todo lo que teníamos para el caso. Salió bien y la justicia, me parece a mí, salió la luz. La resolución fue justa. Y otro caso que me gusta haberlo tenido es el caso de los chicos del Camping El Durazno, compartido con la doctora (Noelia) Agüero, que entiendo que también fue una causa justa. Fue muy difícil. Nosotros ahí también habíamos sufrido unos grafitis en el estudio, pero ese es un caso que también a mí me enorgullece haberlo tenido… Me acuerdo del día que me presenté que me llegaron algunas recomendaciones de Tribunales de amigos. De decir “Tincho, no te metas acá”. Me metí y lo pudimos ganar. Así que son varios casos que uno va usando para cuando uno pierde. Cuando uno pierde se acuerda de esos casos buenos.

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Fotos y realización audiovisual: Diego Egidio Romero.