Berasategui: “Para no perder la octava estrella hay que ir a por la novena”
El chef vasco asegura que lleva la cocina "en la sangre" y se define como "transportista de felicidad". Reivindica que su éxito proviene del esfuerzo y la honestidad.
Martín Berasategui durante la presentación de lo nuevo de Resuinsa en la feria Equip'Hotel.
por Marco Sanz
PARIS, Francia.- El español Martín Berasategui, el cocinero de habla hispana que acumula más estrellas Michelín (8) entre sus diferentes restaurantes, ve con optimismo la posibilidad de aumentar su número y reivindica que su éxito proviene del esfuerzo y la honestidad.
“Para no perder la octava estrella lo mejor es ir a por la novena. Estoy súper contento de cómo hemos trabajado este año”, comenta en declaraciones a EFE en París.
Añadió que tiene la conciencia tranquila tras haberlo “dado todo”.
“Soy un luchador infatigable que si tengo que echar sangre en el camino la echo. Nos hemos vaciado al máximo para nuestros clientes”, argumenta.
El cocinero vasco hizo de embajador en París de la empresa textil española de hostelería Resuinsa, que presentaba en la feria Equip’Hotel un innovador proyecto tecnológico antirrobo que incorpora un chip y una antena en las prendas que ayudan a determinar su trazabilidad y localización.
Berasategui, el único de cuatro hermanos que siguió los pasos de su madre y su tía, confirma que su sueño, ya de pequeño, fue ser aprendiz de cocina.
“De niño no hacía vida en casa, yo soy hijo de una casa popular de comidas de San Sebastián, al lado del mercado. Bajando 23 escaleras a la izquierda tenías un comedor para los clientes y al fondo unas cocinas de carbón que llegaban a los 350 grados. Salía de la escuela y a casa solo íbamos a dormir”, recuerda.
Berasategui, de 58 años, asegura que lleva la cocina “en la sangre” y se define como “transportista de felicidad”.
“Lo soy desde que soy cocinero. Al final, para transportar felicidad, tienes que ser feliz tú. Soy un tío que detrás de todo lo que ves hay un montón de tesón, de generosidad en el esfuerzo, de pasión y de durísimo trabajo”, asegura el cocinero, que se considera al mismo tiempo un “disfrutón por naturaleza”.
Este prestigioso chef desvela que cocinar es el mejor regalo que puede dar a la gente y cree que la cocina es un “arte comestible”: “Yo soy tímido. Me cuesta dar ese primer paso que consiste en sacar lo que tengo dentro, pero sí, creo que somos artesanos”.
Berasategui afirma que la primera lección que le dieron sus padres fue que consiguiera que lo admirara gente a la que él antes había admirado, para saber si su trabajo estaba bien hecho, pero que, al mismo tiempo, no dejara de ser el mismo Martín que “se perdía por las calles de la parte vieja y no conocía nadie”.
“La vida del cocinero es como un viaje, al principio eres muy comarcal, luego eres más abierto y luego mucho más abierto. En ese viaje que tengo ahora es el mundo, pero mi hilo conductor es mi sangre vasca”, sentencia alguien para quien los orígenes “siempre están presentes”.
EFE.
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