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Deportes 27 de junio de 2018

Banega, el dueño de los espacios

Por Vito Amalfitano

Desde San Petersburgo, Rusia

Pasó demasiado tiempo para que lo comprobara el entrenador y también muchos analistas del fútbol argentino. Cuando se interrumpió el proyecto de Gerardo Martino, por la crisis provocada a propósito desde arriba hacia la AFA, Ever Banega era el mejor jugador para abastecer a Messi y liberarlo algo más en ataque. Desde Riquelme para acá la Selección se quedó sin conductor, sin líder, incluso sin capitán, pese a todo lo que le hicieron creer a Messi y no hicieron otra cosa que perjudicarlo.

Pero Martino, al menos, entendió que había que buscar un enlace, un generador de juego, alguien que le metiera un pase limpio a Lío para que defina como sabe, para que reciba en el momento justo y en el lugar indicado.

Ese hombre fue Banega, y lo hacía tan bien que Argentina estaba primera en las eliminatorias, en las que después, por Bauza y Sampaoli, casi queda eliminada.

Pasó demasiado tiempo también en este Mundial y la Selección quedó al borde del abismo. Puede ser que el técnico haya dudado por una cuestión física. Pero en realidad Banega no había sido precisamente uno de los preferidos de Sampaoli en la etapa previa, como si lo había sido acertadamente para Martino dos períodos atrás.

Lo cierto es que el martes en el estadio del Zenit Banega fue el estratega necesario. Javier Mascherano le reconoció a LA CAPITAL, en la zona mixta a la salida del vestuario victorioso de Argentina, que “durante 35, 40 minutos del primer tiempo el funcionamiento se asemejó bastante a lo que quiere el equipo”.

En ese rato, el único en el que en el Mundial la Selección logró dominar a un rival, Banega se encargó de cerrar espacios y crearlos. Difícil en el fútbol de hoy, solo para elegidos. El jugador de Sevilla fue justamente auxilio permanente de Mascherano en el retroceso, para compensar la falta de ritmo que hasta ahí había padecido la Selección. Cerró espacios.

Y el ex Boca a su vez por primera vez en este Mundial le dio a Argentina la capacidad de “un pase hiriente”, el que perfora líneas, el que más necesita Messi.

Banega, en efecto entonces, creó espacios. Pasó demasiado tiempo para que Lío recibiera dentro del área de la forma en que le puso la pelota Banega en el gol de Argentina. Hizo lo mismo con Di María y la falta que le cometieron derivó en el tiro libre de Messi en el palo.

Banega, al cabo, fue decisivo para que Argentina quede con chance de seguir en la Copa del Mundo. A menos a tiro de partido. Después lo pudo sostener Armani, cuando se vino la oscuridad en plena noche blanca de San Petersburgo, y un puñado de héroes inesperados, Cristian Pavón-Gabriel Mercado en el centro y fundamentalmente Marcos Rojo en esa definición con alma y vida.



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