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Policiales 19 de abril de 2019

Asuntos Internos sigue con su mano firme sobre la policía marplatense

La lucha contra el manejo irregular de horas extras, la microcorrupción en el servicio de seguridad y el fraude en administración de combustibles son las batallas que se libran para asegurar una policía mejor.

Por Fernando del Rio

En la sociedad moderna la pretensión de seguridad urbana parte desde un encadenamiento de utopías que más temprano que tarde se revelan como tales y terminan haciendo mella en esa ilusión. Los factores que hacen que una comunidad deba ser más confiable se desintegran en un tris: funcionarios judiciales incompetentes, ciudadanos de a pie cómplices, comunicadores autosilenciados, sistema penitenciario deformatorio, delincuentes favorecidos y fuerzas de seguridad corruptas.

No es necesaria la conjunción de las partes para que la “inseguridad” aparezca en alguna de sus formas. Basta con que un par de ellas se combinen y el conjuro producirá delito. La ley de probabilidades aplicadas a esta idea confirma -¿quién sería capaz de desmentirlo?- que en Mar del Plata cualquiera de esas variables está presente pero hay una por sí sola que causa más desamparo que otra: la corrupción policial.

Por ejemplo, el sistema de Justicia falla muchas veces en oposición al deseo social, porque hecha la ley, asegurado el descontento. Funcionarios judiciales coptados por manos turbias pueden existir -por supuesto-, pero en la mayoría de los casos el reproche real esconde una insatisfacción por la insuficiencia de la ley.

Y entonces, la corrupción policial, por ser más visible, por su alto componente de mito urbano (sólido y fundamentado), y por ser la primera línea de protección que le falla al habitante común hace más daño.

Con la prostitución callejera y de copas prácticamente erradicada y el juego ilegal reducido a mínimas expresiones por la tecnología (la corrupción pura de connivencia con el narcotráfico y el ladrón, es otro canal por el cual fluye dinero sucio), una de las “cajas negras” instituidas pasó a ser el manejo de horas adicionales. Días atrás se conoció la desafectación de dos comisarios y sus dos jefes de calle por gravísimas irregularidades. Aunque parezca una cuestión interna de la fuerza policial, lo cierto es que ese incidente “administrativo-contable” impacta en la calidad de servicio que dan. Porque muchas veces se utiliza a personal de turno (ya cobra por eso su sueldo) para hacer adicionales (le sacan dinero “extra” al comerciante). Se llegó al extremo, según la última investigación de Asuntos Internos, de “disfrazar” con uniforme a ex policías y cobrar Cores o Polad, las variantes de horas extras.

Para paliar ese mal -no eliminarlo, porque la trampa ya surgirá-, desde julio Mar del Plata tendrá en todas sus comisarías un sistema de identificación táctil, como lo tiene cualquier empresa privada. Por huella dactiloscópica se detectará al policía que no cumpla horario y se podrá organizar algo mejor la dotación de servicio.

Una ciudad difícil

“Nos encontramos en Mar del Plata con un problema semejante al de algunos sectores del Conurbano, donde la policía maneja ilícitamente muchas cuestiones. A lo de las horas adicionales de las últimas semanas, se le suma lo de los vales de combustible, la adulteración de móviles que se llevó a la cúpula del Comando hace un tiempo”, explicó una alta fuente de Asuntos Internos que forma parte de la gestión iniciada el 10 de diciembre de 2015.

La oficina del Ministerio de Seguridad, ajena a la Policía Bonaerense, que monitorea administrativamente a la fuerza lleva iniciados 1.914 sumarios desde entonces y a partir de esas intervenciones, un total de 338 policías fueron apartados de sus funciones.

Según estadísticas oficiales, 72 efectivos policiales resultaron expulsados -sanción definitiva que impide el retorno a la actividad- y hay otras 70 personas que se encuentran en trámite con sanción expulsiva.

Asimismo, un número casi similar (154) están suspendidos o desafectados transitoriamente a raíz de diferentes irregularidades, muchas de las cuales pueden acabar en sede judicial con la apertura de una causa penal.

En ese sentido, desde el año 2015 la Jefatura Departamental Mar del Plata (que incluye servicio de policías en localidades como Balcarce, Miramar y Mar Chiquita) debió entregar a la Justicia a 42 policías, los que terminaron aprehendidos o detenidos.

Finalmente, en relación a la fuerte presencia de Asuntos Internos en la policía de Mar del Plata, personificado en el director Guillermo Berra, un apartado de la estadística es de una capacidad gráfica alarmante: se iniciaron 62 sumarios por enriquecimiento ilícito, lo que implica que los policías investigados más sus posibles testaferros suman cerca de 200 personas involucradas.

Diez de esos policías ya tienen causa penal formada en la Justicia de Mar del Plata por una simple razón: su desmesurado patrimonio de bienes personales ya sea en propiedades, vehículos o negocios.