Asignaturas pendientes para un año electoral
El oficialismo libertario sólo pone en juego 2 de las 24 bancas de diputados.
Por Jorge Raventos
El año electoral ya empezó. El gobierno de Javier Milei es optimista; el Presidente despidió 2024 prometiendo “tiempos felices”: confía en mantener los logros ya alcanzados y ampliar marcadamente sus apoyos en el Congreso Nacional. A decir verdad, este objetivo no representa un gran desafío. El oficialismo libertario sólo pone en juego 2 de las 24 bancas de diputados con las que cuenta y los escaños en disputa son 127. Un cálculo conservador permite suponer que –comicio mediante- podrá alcanzar como mínimo un bloque propio de unos 69/70 diputados. Y en la Cámara Alta, donde se renuevan 24 asientos, los libertarios no sólo esperan incorporar al menos una decena de nuevos senadores para sumar a su encogida bancada actual (hoy cuenta con 6 de los 8 senadores que consiguió en la elección de 2023), sino también ampliar el número de sus aliados.
Este año eligen senadores (tres por cada distrito) la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,: Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego. El amplio bloque opositor de 33 senadores que hoy maneja desde el Instituto Patria la señora de Kirchner arriesga 15 bancas y es muy difícil que logre recuperar todas: los cálculos más benevolentes estiman que la bancada K quedaría reducida a 31 senadores.
Pero las apuestas no se reducen al número de bancas que se obtengan. Para el balance político final también cuentan la posición relativa de cada fuerza en el ordenamiento electoral. Por ejemplo, será interesante ver si los libertarios superan al macrismo en distritos importantes, principalmente la ciudad de Buenos Aires, donde los hermanos Milei intentan desplazar (y reemplazar) la extensa hegemonía del Pro.
Por otra parte, las plazas que se disputan no son sólo de dimensión legislativa: hay importantes distritos en los que se juega poder territorial. Las peleas son cruzadas: Milei necesita jugar en diferentes tableros: para consolidar su gobernabilidad tiene que exhibir una victoria clara sobre el legado kirchnerista (tarea para la que probablemente requiera la cooperación del macrismo) pero está empeñado al mismo tiempo en demostrar que tiene dominio pleno sobre la oferta de derecha (y, por lo tanto, quiere subordinar claramente al macrismo). Necesita vigorizar sus fuerzas legislativas (poder, por caso, garantizar en Diputados un bloque propio suficiente para sostener vetos presidenciales a leyes indeseadas), querrá afirmar su propia fuerza partidaria el interior, inclusive en territorios gobernados por aliados, tensando entonces las relaciones con ellos.
Durante el recién nacido 2025 se pondrán en juego liderazgos territoriales, controles partidarios, equilibrios o desequilibrios legislativos y, en los hechos, aunque no se trate de una compulsa presidencial, la elección de medio término tendrá consecuencias sobre el poder central y determinará el margen de gobernabilidad con el que Javier Milei podrá desplegar la segunda mitad de su mandato.
Desafíos del Año II
El primer año de gestión le deparó al gobierno nacional resultados muy favorables que seguramente extienden su crédito al porvenir inmediato, aunque conviene tomar en cuenta que varios de los mecanismos que facilitaron la bonanza de los últimos doce meses no se repetirán; por ejemplo, los efectos del blanqueo que dieron alivio financiero y permitieron recuperar reservas para disminuir el saldo negativo. Tiempo pasado.
¿Cuánto tiempo podrá extenderse el achicamiento de la brecha entre el dólar oficial y los dólares libres, que viene acompañado por un atraso cambiario que desalienta a los exportadores, debilita la competitividad y favorece (más aún tras el final del impuesto país) la competencia de la producción extranjera?
Domingo Cavallo acaba de advertir que “existe una apreciación real exagerada del Peso que puede estimarse en alrededor del 20%”. Como “consecuencia del manejo de los tipos de cambio en un contexto de fuertes restricciones para el movimiento de capitales –dice-, se ha producido una apreciación real del Peso que crea preocupación a productores agropecuarios, exportadores en general, e industriales y prestadores de servicios que compiten con importaciones”.
El padre del Plan de Convertibilidad de los años 90 enumera los posibles efectos de la sobrevaluación : “Son fáciles de predecir –señala- : 1) aumentarán las importaciones no solo de insumos y bienes de capital sino también de muchos bienes finales que sacarán de competencia a la producción nacional que no logre aumentos rápidos de productividad, 2) se desalentará la producción de bienes exportables, tanto del sector agropecuario como de la industria manufacturera y los servicios, 3) el deterioro de la cuenta corriente de la balanza de pagos, hará más difícil la adquisición por parte del Tesoro de los dólares para pagar intereses, a un teniendo los pesos necesarios para comprarlos gracias al superavit fiscal primario”.
Aunque Cavallo es conciente del “condicionante crucial que significa el calendario electoral” y de que “un resultado favorable para el gobierno es probablemente el requisito más importante para la consolidación del enorme viraje, muy positivo, por cierto, que ha significado la llegada de Javier Milei a la Presidencia”, insiste en el planteo de que “revertir los estos efectos colaterales del proceso de estabilización es el gran desafío económico para el año 2025” y propone un curso de acción cuyo punto central es terminar con el cepo: “Eliminación temprana de las restricciones cambiarias comenzando por las financieras y avanzar hacia la reunificación en no más de tres meses”. Argumenta que “esta salida del cepo, si bien provocaría un salto cambiario no tendría porqué interrumpir el proceso de desinflación” pero, como duda de que (en virtud de “los temores del equipo económico”) el gobierno se anime a tomar ese camino, propone “aplicar algunos paliativos, tales como: 1) reducir las retenciones y aumentar los reembolsos a las exportaciones; 2) reducir transitoriamente los aportes patronales jubilatorios para aliviar el costo laboral sin afectar los salarios de bolsillo de los trabajadores. El costo fiscal de estas medidas sostiene- será compensado con creces por su efecto anti recesivo”.
En suma, el 2025, año II de la era Milei, tiene asignaturas pendientes en el escenario central (el económico) y encierra el desafío de las urnas: la encrucijada cruel del cuarto oscuro.