De su experiencia como artista callejero y videasta en comunidades vulnerables, Demian Basualdo ideó un proyecto artístico que tiene al rap como columna vertebral y en el que busca involucrar a chicos y chicas de diferentes barrios marplatenses que se reconozcan en este género musical. El objetivo es que los y las participantes registren en sus canciones realidades cotidianas y contextos sociales. El proceso de ensayos, encuentros y escritura del rap queda filmado, luego, la propuesta se cierra con la grabación de un disco.

“Estoy en la preproducción del proyecto, hablando con referentes de los barrios, con escuelas y diferentes instituciones”, dijo el artista, que colabora con los centros culturales El Galpón de las Artes, La Panadería y es uno de los payasos musicales del circo La Audacia.

“El rap como herramienta es muy poderosa, es muy potente comunicacionalmente y está influyendo en los chicos y en los jóvenes, conecta la cabeza con el corazón”, aseguró y contó que comenzó a trabajar con esta música como disparador de dilemas sociales en la ong Unicornio, en la que participa. Ese grupo está formado por artistas y psicólogos y desarrolla su acción entre padres, adultos e infantes.

Basualdo indicó, además, que su proyecto busca que cada interviniente “realice un acercamiento a su barrio”. “Trabajo con la importancia de la mirada, mirar el barrio, el entorno, con quien vive cada uno”, acotó, siempre consciente de que el rap canaliza problemáticas sociales.

Autodidacta, este artista se formó en la calle. En las esquinas desarrolló su personaje mudo con reminiscencias chaplinescas, “tatando de que el humor sublime un poco toda la tragedia que es la vida”. Con su tierno Chipi Chipi llegó a la provincia de San Luis, donde trabajó en diferentes producciones cinematográficas. La más resonante fue “El buen destino”, película que dirigió Leonor Benedetto. Ahí descubrió el cine: desde adentro y como espectador.

De vuelta a Mar del Plata, indagó en la música y en el teatro, se conectó con los artistas circenses de La Audacia y empezó a estudiar en el taller municipal Videofactorías, de donde egresó y se formó visualmente. Arrancó, a su vez, a trabajar en el proyecto de extensión “Cortos en desarrollo”, ahora llamado “CortoCircuito”, que lleva adelante la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

Junto a profesionales de la psicología, trabajadores sociales y artistas ideó y filmó cortometrajes en la cárcel de Batán, entre grupos de adolescentes que viven en las cercanías al predio de disposición final de basura, en el sur marplatense, y también se acercó a chicos que viven en la calle, en cercanías al edificio municipal. “Hay muchos contenidos no abordados, realidades no contadas”, observó. Gran parte de ese material puede visualizarse en el canal CortoCircuito UNMdP de la red social Youtube.

Con una mirada social y gran sensibilidad, Demian confesó que el arte lo salvó y que fue su propio deambular por las calles y las plazas del país, donde encontró a su verdadera familia, lo que fortaleció su humanismo. Esa empatía con “los de abajo” lo iguala a los sectores más vulnerables. “Cumplo 40 años, no tuve una vida fácil y el arte fue mi salvavidas. Mi condición payasesca me hace acercarme. Me considero tan vulnerable y afectado como la población con la que trabajo, somos iguales”.

Justamente es con ese sector olvidado de la sociedad, los pibes y las pibas de los barrios, donde desarrolla esta propuesta artística que hace foco en el rap y que también pretende dejar el aprendizaje de la herramienta audiovisual, desde la escritura de los guiones, el desarrollo de una historia, la actuación, la filmación y el montaje. Su lema es “hacer sin tener”.

“Pensé en establecer un vínculo entre la escritura, la música y el cine”, dijo sobre la iniciativa que ya está abierta a los interesados, quienes podrán comunicarse con su correo electrónico [email protected] o buscarlo en la red Facebook.