Cansado de que él hable y algunos de sus colaboradores estén absortos en las pantallas de sus smartphones, el intendente Carlos Arroyo dio la instrucción de restringir su uso en las reuniones de trabajo.

El jefe comunal suele proclamar que no tiene necesidad de hacer uso personal de un teléfono celular.
Ahora instruyó a su secretario de Gobierno, Jorge Alejandro Vicente, para que, en principio, aconseje el uso restringido de celulares en las deliberaciones entre funcionarios.

Fue así como el doctor Vicente dispuso “aconsejar el uso restringido de celulares en el ámbito de las dependencias municipales durante el transcurso de las reuniones de trabajo protocolares, de gabinete y audiencias por los motivos expuestos en el exordio”.

Se dice “aconsejar” pero sería un primer aviso a los concurrentes para que cuiden de no consultar sus teléfonos mientras se encuentra frente al intendente.

Si persisten en la conducta, la próxima decisión podría ser directamente la de obligarlos a que los dejen apagados en la antesala.

Es llamativo también dicho “exordio” de la resolución. El texto tiene un tono explicativo y hasta didáctico sobre los alcances de los teléfonos celulares de tipo smart, especialmente sobre las aplicaciones (apps) que se les puede incorporar.

Parece que el texto estuviera dirigido no tanto a los que hacen uso, y abuso, de los celulares sino a aquellos, tal vez algunos de mayor edad, que no suelen estar tan pendientes de ellos.

Asegura la fundamentación que tales aparatos captan y desvían “la atención y concentración de los funcionarios y agentes municipales respecto de sus tareas laborales específicas”.

El autor del texto, posiblemente el mismo Vicente, reconoce el aporte que Internet “representa para la obtención de información valiosa, casi de forma instantánea” (mencionando a Facebook, Twitter, Instagram y Whatsapp) pero advierte que, en esas ocasiones de reuniones de trabajo en la Municipalidad, “nada aportan desde el punto de vista laboral, sino sólo para satisfacción social/lúdica personal”.