“Anticipación perpetua”, un libro que transforma el duelo en poesía y rinde homenaje a la amistad
El escritor y editor marplatense Tomás Rodriguez conversa con LA CAPITAL sobre su primer libro de poemas. Una obra, con imágenes de una belleza desgarradora, que parte de sus sueños para componer “una suerte de diario de duelo” en homenaje a su amiga Andrea Turri y a quienes luchan por una sociedad más justa.
Además de dedicarse a la escritura, Tomás Rodriguez está a cargo del espacio cultural de la Fundación Cepes y de la coordinación editorial en Cepes Ediciones.
Por Rocío Ibarlucía
¿Cómo ponerle palabras al vacío que deja la muerte de una amistad tan íntima como transformadora? Ese es uno de los desafíos que afronta el escritor y editor marplatense Tomás Rodriguez en “Anticipación perpetua”, su primer libro de poemas publicado por Cepes Ediciones este 2024.
El poemario está dedicado a su amiga Andrea Turri, referente para el autor de la militancia política, cuya muerte durante la pandemia impactó en su vida y también en su escritura, en tanto lo llevó por primera vez a explorar el territorio de la poesía, con una soltura que parece que lo hubiese hecho desde siempre.
A pesar de considerarse más cómodo en la narración, Tomás Rodriguez encuentra en la poesía el lenguaje para escribir el duelo con poemas como “El doce de septiembre de dos mil veinte / mi mejor amiga me preguntó / cuál era mi especia favorita / en el momento justo / en el que te extinguiste // amasé cuatro pizzas entre accesos de llanto / y pensé en las especias / que veía enfrente mío / el orégano la paprika / el anís el cardamomo / la cebolla deshidratada / la masa olvidada / levando toda la noche / hinchándose despacio / pudriéndose / bajo el repasador”.
Cada poema de “Anticipación perpetua” podría leerse como una instantánea de los diferentes estados que se transitan en un duelo, como el dolor, la tristeza, la resignación, el miedo a la muerte y también el legado que deja la persona fallecida. Pero el tema que hilvana todos los poemas y funciona como “la columna vertebral del libro”, como cuenta el autor en entrevista con este medio, es el mundo onírico. Por eso, la obra está estructurada en tres secciones relacionadas con las etapas del sueño: Vigilia; Fase REM, y Ritmo circadiano.
“En Vigilia –desglosa Tomás– se concentran los poemas relacionados a distintos recuerdos, es el final de un día, todo lo que acontece antes de apoyar la cabeza en la almohada y cerrar los ojos; en Fase REM los recuerdos aparecen atravesados por lo onírico y aparecen esos primeros poemas sobre sueños que dieron lugar al libro; por último, Ritmo circadiano reúne los textos que surgen a partir de esa instancia del despertar, recapitular lo soñado, conectarlo con otras cosas, encarar un nuevo día y seguir adelante con un nuevo ciclo”.
Otro de los temas que aparece en ciertos poemas tiene que ver con la dificultad de encontrar palabras para hablar de la muerte, para describir a la persona ausente o para finalmente despedirse de ella.
“Si la poesía es expresar cosas difíciles / de la forma más mundana / cómo es que la muerte / tan cotidiana / tan palpable / sigue siendo / igual de inasequible. // Se trata de aquello / que no podemos poner en palabras: / lo contrario a la vida no es la muerte / es la inexistencia” son algunos versos de “Anticipación perpetua” que intentan nombrar algo tan inefable como la muerte y la poesía.
A pesar de esta dificultad de encontrar palabras para describir esa ausencia, ese silencio, la voz poética intenta reconstruir a la persona que se ha ido a través de sus gestos, sus objetos, sus frases, sus pequeñas acciones cotidianas. Los lectores, así, imaginamos la personalidad y el compromiso social de Andrea Turri, definida en la dedicatoria como “guía, luz, anticipación perpetua”.
De este modo, Tomás Rodriguez construye una poética del duelo, mediante imágenes oníricas y cotidianas de una belleza desgarradora, para rendir homenaje a su amiga. Y también es, en palabras de su autor, un homenaje “a tantas personas con mayor o menor visibilidad que dejan la vida, en muchos casos de manera literal, por construir una sociedad más justa”.
-Recuerdo haberte escuchado decir que te sentías más cómodo en la narrativa que en la poesía, a pesar de haber organizado tantos eventos poéticos desde ELICSyR y Cepes, ¿por qué, cómo ha sido tu relación con la poesía?
-Imagino que tiene que ver con que a la poesía llegué de grande, cuando empecé la universidad, y siempre me sentí un poco intruso. Desde muy chico leo y escribo narrativa y siento que los universos que se construyen ahí tienen una lógica mucho más accesible, si se quiere, de reglas claras. La poesía es tan libre y diversa que siempre me resultó intimidante al momento de escribir. Cuando empezamos con el ciclo de poesía ELiCSyR, disfrutaba muchísimo de leer y escuchar, pero no me animaba a incursionar en la escritura por sentir que no estaba a la altura. Durante la pandemia, que se detenga el caos del día a día me permitió entrar desde otro lugar y buscar una voz poética que sintiera propia.
-¿Qué fue lo que cambió durante la pandemia para que finalmente pudieras incursionar en la palabra poética con este libro?
-Durante el aislamiento del 2020 tuve la fortuna de poder leer mucho más de lo que me permitía el día a día en la prepandemia. A eso se sumó que conduje dos ciclos de charlas y lecturas vía Instagram con poetas de todo el país (“ELiCSyR Night Live” y “La técnica tomorodo”) para hacer el aislamiento más llevadero. Conocer tantas perspectivas distintas de la poesía, tantas voces y experiencias diferentes, me terminó de entusiasmar y animar a iniciar mi propio recorrido. Empecé a experimentar y darle forma a mi escritura en la Clínica de Poesía de Carolina Bugnone y Micaela Concolino, dos amigas e increíbles poetas y talleristas, y a partir de eso encontré mi propia voz poética, con la cual estoy muy entusiasmado desde ese entonces.
-¿Cuál fue el primer disparador de ‘Anticipación perpetua’? ¿El tema, una imagen, una lectura?
-‘Anticipación perpetua’ empezó como un ejercicio en ese primer acercamiento serio a la poesía. Arrancó a partir de una serie de sueños que fui trabajando y estilizando. Siempre tuve muy ejercitada la capacidad de recordar mis sueños y, durante los primeros meses de pandemia, producto de la incertidumbre generalizada y la sensación inminente de fin del mundo que se vivía, fueron particularmente vívidos.
En septiembre del 2020, cuando fallece Andrea Turri, una compañera y amiga muy querida, esos sueños se tornaron aún más realistas y significativos. Ese proceso de tenerla en mi día a día aún cuando ya no estaba físicamente, esa ausencia concreta que se sumaba a la ausencia corpórea de esos meses atravesados por las videollamadas y la distancia social terminó de moldear el libro, que se transformó en una suerte de diario de sueños y de duelo tardío; un pequeño registro de una vida muy comprometida social y políticamente.
-¿Podrías explicar qué significa Andrea Turri para vos?
-Sí, aunque el libro está dedicado y atravesado de lleno por la figura de Andrea, ‘Anticipación perpetua’ busca ser también un homenaje a tantas personas con mayor o menor visibilidad que dejan la vida, en muchos casos de manera literal, por construir una sociedad más justa. A pesar de que desde muy chico me sentí comprometido con la política, trabajar con Andrea todos los días durante ocho años me permitió entender una visión distinta de la militancia política, de la vocación de servicio y del concepto de comunidad organizada que de otra manera siento que no hubiera incorporado.
Andrea particularmente fue una persona que dedicó gran parte de su vida a estar al servicio de otros, sobre todo de los sectores más vulnerables, alguien que trabajaba de lunes a lunes, que atendía el teléfono en cualquier momento que la llamaras, que tenía el número de absolutamente todo el mundo y si no lo tenía, lo conseguía en dos minutos. Fue una persona que se dedicó a gestionar soluciones a problemas inmensos y diminutos, que jamás se dio por vencida y que incluso ante la adversidad, las traiciones, las decepciones y la frustración que son casi gajes del oficio, jamás bajó los brazos ni dejó de ver el lado positivo de las cosas, enfocándose siempre en hacer. Salvando las cuestiones afectivas que también motivaron el libro, me parecía necesario dar testimonio de la entrega de tantas personas como Andrea, que pasan desapercibidas por trabajar en un ámbito tan hostil e ingrato como puede ser la política.
“Me parece elemental que, ante esta lógica individualista que intenta instalarse hoy en día, las construcciones culturales y artísticas sean cada vez más plurales, más accesibles, más inclusivas”.
-¿Cómo fue el proceso de escritura para decir la muerte y cuál fue el criterio de selección para conformar finalmente este libro?
-La mayoría de los poemas fueron saliendo solos, lo más difícil fue encontrarles un orden. Cuando me di cuenta de que la columna vertebral del libro era lo onírico, se me ocurrió dividirlo en tres secciones relacionadas a estados del sueño: Vigilia, Fase REM y Ritmo circadiano. El proceso de edición y selección fue bastante expeditivo. El único cambio más o menos significativo que tuvo el libro fue que, antes de terminar el primer borrador, decidí dejar afuera algunos poemas con un contenido más ideológico desde lo político. Me pareció que la potencia del libro estaba en otro lado, en lo humano, y que incluirlos podía restarle fuerza al conjunto.
-¿Cómo describirías la voz poética de tu libro y los estados que va atravesando?
-Tal vez sea raro considerando el contenido del libro, pero yo asocio a esa voz poética con la calma. Los sueños son también una forma en la que el cerebro procesa los acontecimientos, les da forma, cataloga sentimientos y recuerdos. Siento que en ese vaivén de sensaciones que reflejan los poemas, predomina la tranquilidad que impera en atravesarlos sabiendo que, aun sin saber cuánto tiempo llevará, hay un destino en el horizonte.
-También en ciertos poemas, como “La madre amamanta a su hijo…”, se esbozan definiciones de poesía como aquello que permite poner en palabras lo que no se puede nombrar, como la muerte. ¿Será por eso que elegiste la poesía, en lugar de la narrativa, para hablar sobre la muerte y despedirte de Andrea?
-Sí, seguramente. Siento que una de las fortalezas que tiene la poesía es la de la conexión emotiva, íntima, personal que puede establecer con el lector. Como digo en esos poemas, es la de rodear algo, pero sin terminar de sentirlo ni entenderlo completamente, sin tener la definición absoluta. Hay un poema hermoso de Eileen Myles que lo grafica perfecto: “Rutas rodeando montañas / porque no podemos / atravesarlas / Eso es la Poesía / para Mí”. La narrativa puede lograr esto mismo, claro, pero a través de otros procesos, otras reglas, otros mecanismos que al menos a mí me resultan más difíciles de asir cuando escribo. Cuando escribo narrativa, la lógica de escritura es absolutamente distinta y mis búsquedas van hacia lugares más expansivos en lo que a exploración emotiva o sentimental refiere. Con la poesía siento que cada palabra, cada coma, cada espacio tiene un lugar trascendental, lo cual a veces resulta también más demandante.
“La poesía tiene la capacidad de acercar a la gente, de relacionar sentimientos o vivencias que a veces uno siente que nadie más puede comprender y hacerlas más asequibles”.
-Tus poemas también hablan sobre las formas de perdurar después de la muerte, de lo que queda en uno después de la partida de una persona querida. ¿Qué dejó en vos Andrea Turri?
-Es difícil definirlo porque, como cualquier persona importante que uno conoce, la presencia diaria de Andrea me reconfiguró bastante en distintos aspectos. Andrea me dejó un marcado compromiso social y político, una noción muy clara de lealtad, una forma expeditiva y concienzuda de hacer las cosas, la confianza en dejar la seriedad y la solemnidad constantes de lado, de poder bajar la guardia, y sobre todo se transformó en un empujón extra fundamental en mi día a día para recomponerme y seguir cuando siento que la energía flaquea y que cuesta enderezar el rumbo de algunas cosas.
-Como militante, escritor, gestor cultural y miembro de un sello editorial independiente, ¿qué sentís que puede hacer la poesía frente a la imposición de discursos mercantilistas que atacan la cultura, el arte? O, al menos, ¿qué encontrás vos en la poesía?
-Como decía antes, siento que el arte y la literatura en general pero la poesía sobre todo tiene la capacidad de acercar a la gente, de relacionar sentimientos o vivencias que a veces uno siente que nadie más puede comprender y hacerlas más asequibles. Me parece elemental que, ante esta lógica individualista que intenta instalarse hoy en día desde las redes sociales, los medios de comunicación y algunos partidos políticos, las construcciones culturales y artísticas sean cada vez más plurales, más accesibles, más inclusivas. Es desde ese lugar que milito como actor político y como gestor cultural y editor, en la búsqueda de que el arte sea un espacio de encuentro y de construcción.
-¿Sentís que se conecta en algún punto poesía y militancia?
-Sí, sin lugar a duda. Podría hablar horas al respecto, pero siento que la poesía y la militancia son dos formas de no sólo intentar entender la realidad y todo lo que nos atraviesa como seres humanos, sino que también son herramientas fundamentales para poder transformarla y hacerla un lugar más luminoso, mejor.
-La poesía tiene fama de ser aburrida, complicada, minoritaria o distante de la realidad. En tiempos de pantallas, pareciera incluso cada vez más difícil sentarse a leer poemas. Como editor y autor de poesía, ¿qué dirías a los lectores no tan asiduos a la poesía para que derriben estos prejuicios y se acerquen a este género?
-Bueno, honestamente, la poesía puede ser todo eso y muchísimo más. La poesía es muy transversal, llega a lugares que uno no imagina. Tal vez es por una cuestión de desconocimiento, mucha gente aún la asocia con algo sumamente intelectual, rimbombante, académico; o peor aún, con escribir cualquier pavada con lenguaje coloquial y separarlo de manera aleatoria en versos. Es en esa versatilidad donde está su riqueza. En esta era de pantallas y de poca paciencia, siento que la poesía es la expresión artística óptima por lo accesible que puede ser. Aliento a quienes no consumen poesía a acercarse a alguna librería independiente o feria de editoriales y charlar con libreros y editores, comentar sus intereses, leer versos al azar de libros al azar. Es en esa naturaleza tan accesible que reside uno de los mayores atractivos, en mi opinión, de la poesía. Y estoy segurísimo de que en esa experiencia van a encontrar algo que los convoque, que llame la atención. La poesía toma tantas formas que realmente creo que hay algo capaz de interpelar a cada persona.
-Por último, si tuvieras que compartir un poema que te resulte representativo del libro, ¿cuál sería?
-Me quedo con este, que es uno de mis favoritos:
Los lugares que habitabas
están ahora clausurados
decadentes bajo una capa
de polvo aceitado añejo
la plantita que cuidabas
ese potus resistente
un esqueleto seco
nuestras ramas
fueron hechas
para quebrarse
demasiado pronto
El escritor detrás del libro: Tomás Rodriguez
Tomás Rodriguez nació en 1992 en Mar del Plata, “ciudad que –como puede leerse al finalizar su libro– lo vio crecer y que seguramente lo verá morir”. Estudió Letras y Gestión Cultural en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Participó de la organización del ciclo de eventos literarios ELiCSyR entre 2016 y 2020. Actualmente, coordina las actividades del espacio cultural de Fundación Cepes, es parte del equipo editorial de Cepes Ediciones y milita políticamente en el Proyecto Justicialista Marplatense.
Escribió narrativa toda su vida y en los últimos años empezó a incursionar en la poesía, una exploración que lo llevó a publicar su primer libro de este género: “Anticipación perpetua”. Recibió varios reconocimientos literarios, entre los que se destacan el primer lugar en los concursos “La democracia da frutos”, “Contemos la ciencia” y el concurso nacional de cuentos organizado por la Universidad de la Marina Mercante, así como la mención de honor en el concurso internacional de cuentos del Banco Interamericano del Desarrollo (BID). Además, en 2019 recibió el primer lugar de la categoría menores de 35 años del VII Concurso de Relatos Breves “Osvaldo Soriano” organizado por la Universidad Nacional de La Plata y en 2023 recibió una mención de honor en la VII edición del concurso de literatura Manuel Mujica Láinez organizado por la Municipalidad de San Isidro. ‘Anticipación perpetua’ es su primer libro de poemas.
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