Andy Clar: “El miedo no me paraliza, el desconocimiento tampoco”
En "Bailar acostada", la emprendedora, empresaria, viajera y conductora comparte su experiencia de vida. De las zapatillas remendadas y la timidez de su adolescencia a ser pionera en las comunidades de viajes de habla hispana.
Por Claudia Roldós
De chica armaba hebillas para colaborar con la frágil economía familiar. De adolescente trabajó en una casa de pastas, vendió disyuntores, fue empleada en una tienda de ropa, tuvo su propia banda de música, fue maquilladora, creó un bar conceptual a puertas cerradas y tuvo un emprendimiento comercial en Córdoba. Creativa y enérgica, su transformación es una constante y en eso estaba cuando un accidente de tránsito casi le cuesta la vida.
Andy Clar estuvo más de un año acostada, sin poder moverse. En medio de la convalecencia, con frío y dolor, se convenció no solo de volver a caminar, sino que lo iba a hacer por todo el mundo.
Tras el accidente, entre otras actividades, incursionó en el teatro, en publicidad y puso su impronta, su mirada femenina en un mundo, en aquel entonces, regido por la mirada masculina, hasta crear, con su pareja, su propia agencia.
Andy es, además, pionera por haber creado la primera comunidad digital de viajes de habla hispana, “Chicas en NY”, con la que cumplió -y sigue cumpliendo- su sueño de caminar el mundo.
En plena pandemia, en medio de una recaída por sus problemas de salud, profundizó sus deseos de mostrar la otra cara de los viajes y el glamour: el dolor, los errores, algunos fracasos, la fragilidad, los miedos, pero sobre todo la resiliencia, las ganas, la capacidad de caerse, levantarse, equivocarse, aprender, volver a empezar y reinventarse.
Esa experiencia, que comenzó en las redes, se transformó en un libro titulado “Bailar acostada” (Planeta), en el que, como todo lo que encara, se muestra entera, en todos sus matices. Y sobre eso conversó con LA CAPITAL.
“La idea fue escribir mi historia, mi experiencia. Después, si a alguien le sirve, si a alguien lo motiva, lo inspira de alguna manera, bienvenido sea. Y es lo que está pasando, pero nunca me imaginé que iba a pasar”, confió la empresaria y emprendedora.
– ¿Qué es lo que te motivó a desnudarte de esa manera en un libro?
– En pandemia tuve una recaída de mis problemas de columna. Primero, estuve tres meses muy mal, tirada en el piso literal, porque no podía más del dolor y no daban en la tecla de lo que me pasaba. Me enfrentaba a operaciones delicadas. En ese momento, empecé a publicar en mis redes sociales lo que me estaba pasando y la reacción fue muy fuerte: mucha gente empatizando, diciendo que se sentía identificada y los motivaba. La respuesta de la gente fue muy importante, me sentí acompañada, querida, entendida y sobre todo sentí que la gente realmente necesitaba ver esa otra cara, la cara más real, que no todo es maravilloso, divino como los viajes… Las mujeres somos todo: lo lindo, los viajes y somos lo que pasa puertas adentro. Por eso, la tapa del libro es mi cara toda maquillada, impecable; mirás la contratapa y es mi interior. Es una impresión de mi espalda, con mi columna llena de hernias de disco, torcida, con un clip en una mama, con las fracturas de cadera y de pelvis, con todo lo que hay atrás. Y si ponés la tapa arriba y abajo la contratapa, se forma mi cuerpo en proporción. Y hablo del mundo entero que uno vive. No por sufrir determinadas situaciones una deja de disfrutar de las cosas de la vida y no por disfrutar de esas cosas de la vida una deja de pasar cosas más profundas.
En “Bailar acostada”, Andy Clar muestra el trabajo que hay detrás del éxito y el lado b del glamour.
– ¿Cómo los colores y el blanco y negro, que diferencian tus redes profesionales de las personales?
– Totalmente. Soy todo, soy los colores y soy blanco y negro. Lo que busco es mostrar eso, como decís, porque todo lo que es viajes es colorido. Está lleno de vida, de luz, de colores y las otras, las mías, blanco y negro porque creo en los matices, básicamente.
– Y también hay un ejemplo de evolución, darse cuenta de que hay cosas que no son para toda la vida. Estar atenta y cambiar, dar volantazos, está bien…
– Sí, totalmente. Yo hice de mi trabajo una forma de vida, pero también, con el tiempo, aprendí que hay un tiempo de la vida de uno, de la vida privada, de la conexión con la familia, con la naturaleza, con uno mismo, que no la podemos negociar y eso lo trajo la vejez (risas). Para mí siempre, en primer lugar, estuvo el amor, eso nunca estuvo en duda. Y más allá de que trabaje un montón y que haga todo lo que hago, para mí la familia, el amor, mis amigos son lo más importante de mi vida. Y mirá lo importante que es el amor para mí que hasta lo llevó al trabajo.
– Una de las cuestiones que calan -porque no es común escucharlas, me parece- tiene que ver con compartir que muchas veces no te sentís a la altura de los desafíos que tenés enfrente, pero eso nunca te frena.
– Ah, no, nunca estoy a la altura… pero el miedo no me paraliza y el desconocimiento tampoco, porque siento que en el hacer también aprendo. Si no tengo muy claro algo, no dejo de hacerlo. Hago y en paralelo me pongo a aprender, en paralelo busco ayuda o busco gente que pueda sumarse y que sepa lo que yo no sé. Eso lo llevo muy marcado. No me traba el no tener el conocimiento completo de lo que voy a hacer, pero sí tengo la astucia de encontrar o a la persona correcta o la capacitación o la forma de aprender en el camino. Me he encontrado con esa situaciones en las que me pregunto qué hago, pero siempre voy para adelante. Y otra cosa es que cuando algo me sale mal, como a todo el mundo, también lo muestro. Porque es fácil mostrar el éxito, las cosas realizadas, las cosas que uno ya tiene masticadas y se pueden mostrar como un ejemplo, pero es muy importante -porque si no, es muy desmotivador para otras personas- saber que a veces las cosas no salen bien y que eso no significa que no vayan a salir, simplemente es como cuando uno aprende a caminar. Nadie hace un escándalo porque te caés cuando estás aprendiendo a caminar, te levantan de vuelta y seguís caminando. Creo que tenemos que ser más conscientes, tomarlo con mucha más naturalidad y no sentirnos fracasados porque las cosas no salen. A mí me han salido mal un montón de cosas y creo que es importante que también la gente que ve proyectos exitosos sepa que atrás de esos proyectos exitosos hay un montón de cosas que no funcionaron, que no salían bien, que hubo que hacer mil veces de vuelta, muchas cosas que no son fáciles, porque forma parte de naturalizar el aprendizaje, de pasar a una situación de éxito sea la que sea. No estamos hablando de dinero o fama, sino de lo que uno se proponga en la vida.
– Eso es un diferencial de lo que habitualmente se ve, por ejemplo, en redes.
– Es verdad lo que decís. En mi caso, lo cuento bastante. No es lo habitual, no todo el mundo cuenta las cosas que le salen mal, igual está habiendo una tendencia a la realidad. Ah, bueno, mirá, me equivoqué… a reírse de uno mismo, reconocer que las cosas pueden salir mal, pero bueno, todavía falta. Creo que la gente todavía no se anima a sincerarse por completo.
– Gran parte de tu trabajo tiene que ver con el mundo de los viajes, muy golpeado por la pandemia. ¿Cómo lo ves hoy?
– Si, si me tocó de cerca con la industria, yo trabajo con las agencias, la parte de turismo y fue muy fuerte, pero la verdad es que volvió con mucha fuerza, con todo, realmente es un momento impredecible para mi, porque no me imagino cómo va a seguir.
Pero también hay muchas facilidades para viajar por Argentina que ayuda un montón. Incluso gente que no tenía pensado viajar y que dijo ‘no me lo voy a perder porque nunca se sabe lo que puede pasar’, porque también esto es un poco lo que trajo la pandemia.
Quizás alguna gente mayor se quedó con un poquito más de miedo, pero en general noto un impulso muy fuerte por por viajar, la gente está desesperada, te diría.
– ¿Quizás otra lección de la pandemia es que solo nos quedan son las experiencias?
– Totalmente, creo que hay mucho de eso y hay muchas ganas de experimentar cosas nuevas, hay mucho movimiento que tiene que ver con lo emocional. El viaje te abre la cabeza, te incentiva la creatividad, tiene otras situaciones que ayudan a que uno encare la vida de otra forma. quuizás hay gente que no puede viajar, que por cuestión de poder adquisitivo no puede hacerlo pero lo de Argentina creo que ayudó bastante a que mucha gente que nunca había viajado, por ejemplo, se suba a un avión por primera vez. Eso es hermoso.
– En esto de los viajes, de presentar un destino enfocado a un público de mujeres, fuiste pionera. Ahora hay muchos más espacios que lo hacen. ¿Cómo sentís eso de haber encontrado un nicho que luego se abrió a varios emprendimientos?
– Al principio, pensaba: ¿por qué hacen exactamente lo mismo? Y me angustiaba. Con el tiempo entendí, primero, que hay lugar para todos, que la competencia está buenísima y es sana. Después, me pareció un halago, porque muchas me escribían que se habían inspirado en mí. Y, la verdad, que ahí, al revés, empecé a involucrarlas en proyectos porque me pareció que sí, que era verdad, hay lugar para todos, hay muchas cosas para hacer, que cada uno tiene su sello y que lo importante es mantener esa esencia o generar una esencia propia. Para mí, es un placer que hoy exista todo lo que existe, porque también me mantiene la vara más alta. Todo el tiempo hay cosas nuevas para hacer, no me puedo quedar y eso me sigue motivando.
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