Andruetto: “No me interesa hacer una pedagogía de la condición femenina en los personajes”
Estuvo recientemente en Mar del Plata. En esta entrevista, desgaja su manera de trabajar: el género de sus textos, la condición femenina, el lenguaje inclusivo y el rechazo a una literatura que solo se dedique a "bajar línea".
Por Paola Galano
@paolagalano
La sencillez, la pausa al hablar, la sonrisa siempre fresca y lista para que se dibuje en su rostro. Porque además de ser una de las escritoras argentinas más reconocidas adentro y afuera del país, María Teresa Andruetto es una mujer agradable, que siembra empatía, que desmenuza cada respuesta, como si buscara llegar al hueso, al fondo y, así, despellejar la fruta y arribar al carozo.
Andruetto estuvo recientemente en Mar del Plata, invitada para participar de las Jornadas Literillia 2019, que se realizan cada año en el Colegio Nacional Arturo Illia, que depende de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Allí disertó sobre el eje que, en esta oportunidad, atravesó el encuentro: “Transformaciones: de la crisis de la realidad a lo posible en el aula”.
Ganadora del Premio Hans Christian Andersen en 2012 -galardón que es considerado el Nobel de la literatura para las infancias-, Andruetto también recibió otros reconocimientos: los premios Luis Tejeda 1993, el del Fondo Nacional de las Artes en 2002, y en 2011 resultó finalista del premio Rómulo Gallegos.
Multifacética, tiene experiencia en la formación de lectores y lectoras, sus historias van dirigidas a niños y niñas, pero también a adultos. Escribió cuentos, poesías, novelas y ensayos y sus textos hasta son parte de un original juego, “Poesía a la carta”. Recientemente, apareció “Poesía Reunida” (Ediciones En Danza), un libro que recopila todos sus textos poéticos.
“La idea de género es una idea inestable como yo la percibo, en el sentido de que uno puede ir forzando esos límites, y esas son las cosas que me gustan del trabajo de escritura”, dijo la autora de la novela “La mujer en cuestión”, entre otros muchos libros.
-Usted hizo mucho para sacar a la literatura infantil del mote de género menor, le incorporó temas que tienen que ver con los grandes temas del hombre y la mujer.
-Sí, todo es una cuestión de formas, hay un escritor argentino que vive en Israel que dice que en la literatura el tema no es el tema, el tema es la lengua y cómo hacer una torción ahí para hacerle decir otra cosa. Ahí aparece lo que uno quiere decir, lo que desconoce de sí. Y la literatura infantil no debiera llamarse así. La idea es que (estos libros) puedan ser leídos por lectores de distintas edades, claro que uno sabe que hay un campo con las posibilidades de lectura y no todo lo que se publica lo puede leer un niño. Hay cosas que pudiendo leerlas un niño las pueden leer personas con otra edad. Se van rompiendo estos estereotipos, pero igual hay mucha literatura que abona la idea de una ñoñez, de un infantilismo o el temor de decir ciertas cosas. O, a veces, y es más preocupante, aparece una cosa de relación muy oportunista con el contexto. Hay una problemática social y entonces hay que producir algo que responda a eso para que la escuela lo utilice para tratar esa problemática. No es el camino que a mi más me interesa para la escritura. No me interesa un texto unidireccional que pretenda bajar un mensaje. La literatura parece más un lugar de disenso, si no tendríamos otras formas, no necesitaríamos de una novela o de un cuento. Si la humanidad conservó a la literatura a lo largo de los siglos es porque dice de un modo en que no dicen las otras formas, no dice la ciencia, ni el lenguaje informativo, es otra manera de decir el mundo.
-Andruetto se mueve en todos los géneros: escribe para infancias, poesías, novelas, ensayos, cuentos… ¿Cómo detecta para qué lado encarrilar el material que va apareciendo?
-El origen de la escritura es algo que viene de afuera hacia mi: una escena, el impacto de una frase que me llama, que me perturba, que me pide y casi siempre eso viene con una intuición hacia un género o hacia un lugar. Igual la idea de género es una idea inestable como yo la percibo, en el sentido de que uno puede ir forzando esos límites, y esas son las cosas que me gustan del trabajo de escritura. Pero casi siempre viene con una intuición, a veces no funciona, y en el camino se aborta porque me doy cuenta de que no va para ese lado.
-¿Suele dejar materiales estacionados para que vuelvan?
-Sí, para que vuelvan o para que se vayan para siempre, igual me resisto a tirtarlos, quedan los archivos, no los borro, muchas cosas quedan abandonadas por si alguna vez puedo volver sobre ellos, pero en general no sucede.
-Es decir, ¿trabaja en varios proyectos en simultáneo?
-Sí, hasta que alguno se me impone, y entonces ahí sí, con los codos corro todo y me dedico a éso. Tengo varias cosas siempre abiertas, también cosas en la cabeza, pero todo es muy precario hasta que algo realmente lo toma a uno en el interés más total y para eso también uno espera a que haya el tiempo para hacerlo y entonces se da el juego entre lo que se desea hacer y todavía no se puede, y a lo mejor se va enriqueciendo internamente con eso que viene en proceso.
-¿La Andruetto más personal, la más biográfica, es la que aparece en sus poesías?
-Sí, creo que sí, porque en la poesía siempre el origen ha sido algo muy propiamente mío, algo que me ha pasado en relación con alguien muy próximo, algo que tiene que ver con los sentimientos y con la historia personal. En cambio en la narrativa en general -nada de eso tiene reglas-, pero en general hay como un llamado de lo que les pasa a otros, algo que a mi me inquieta o me llama la atención, a partir de ahí se da la búsqueda, aunque a partir de ahí me doy cuenta de que entre ese otro y yo tenemos cosas que ver, hay puentes. Sí yo tuviera que decir diría que la narrativa nace más de los otros hacía mi, algo del otro hacia mi, de un otro a veces desconocido.
-Mucho se ha hablado de que en su literatura aparece la presencia femenina. A la luz del movimiento de mujeres que reclama derechos, ¿podría pensarse que la suya es una literatura feminista? Por ésto de cómo influyen los contextos en la lectura de cada obra…
-Ha sido leída así en parte o eso se ha agregado a los modos de leerla. De todas maneras, yo tengo un posicionamiento al respecto, porque siempre la escritura va por otro lado, a la hora de escribir más allá de que yo tenga ciertas posiciones, ciertas concepciones del mundo, esa es una, pero se ensambla con otras a la hora de escribir. No es bajar ideas lo que a mi me interesa sino comprender algo de una escena que desconozco. Muchas veces una escena habitada por mujeres, o mirada por mujeres, o mirada por una narradora mujer o un narrador porque hay varias formas que se me aparecen, o mujeres hablando de un personaje varón, o un narrador varón hablando de una mujer, o mujeres hablando de mujeres, pero siempre hay ahí un enigma, un interrogante porque son infinitos los modos de construirse mujer en mis personajes, también hay personajes varones. Siempre la pregunta es el deseo de comprender por qué alguien que después deviene en personaje actuaría así y haría esto, qué razones tiene para éso. Es un intento de comprender algo de la condición humana, eso es más lo que me lleva (a escribir). Además yo trabajo en un proyecto editorial con otras dos mujeres, rescatando escrituras de mujeres, soy una lectora fuerte de obras de otras mujeres.
Sí hay una cosa que tiene que ver con los posicionamientos de las lectoras mujeres, en mi escritura muchos de mis personajes son mujeres. Y las hay liberadas y no, antiguas y ruptristas, feministas y no, no me interesa hacer una pedagogía de la condición femenina en los personajes.
-Es decir, ¿no se considera una escritora militante del feminismo?
-No me interesa eso, un escritor construye el lector que quiere para sí y el lector que yo quiero para mi es un lector que se pregunte, que se cuestione y que se conmueva conmigo en las cosas en las que yo entro, que se mueva conmigo conjuntamante, hacer que algo se mueva en nuestros modos de sentir y de pensar y para eso la decisión final la tiene el otro, ese lector. No es una explicitación de ciertas ideas, claro que la ideología de quien escribe aparece en lo que uno hace pero si uno está -como a mi me interesa a la hora de escrbir- preocupado por las formas, haciendo un trabajo con las formas, lo ideológico aparece porque está, y eso entra pero entra de una manera que uno no dirige, de una manera más sesgada, más ambigua, a veces más desconocida para uno.
Sobre el lenguaje inclusivo: “Dejarlo andar”
“Me parece que los posicionamientos políticos sobre la lengua se visibilizan así, dejando marcas, haciendo evidentes ciertas cosas”, observó Andruetto al ser consultada sobre el uso del lenguaje inclusivo, aquel que incluye la letra “e” como una manera de incluir el universo femenino y masculino en las palabras.
“Es un posicionamiento político, es una bandera política del movimiento de mujeres y eso me parece muy importante por lo que ha visibilizado”, agregó la escritora.
La autora dijo que esa manera de hablar aparece cada vez con mayor frecuencia:
“Cada vez es más creciente el uso y la aprobación en los espacios universitarios y demás… no sabemos qué y cómo se estabilizará en la lengua, una lengua es un mar, un océano que introduce muchas variables y ahí está y ha dado siempre muestras de mantenerse viva, mutando, su característica es la mutación, sin destruirse, la destrucción de una lengua sería que no tuviera hablantes y mientras haya hablantes…”
-¿Hay futuro?
-Exacto, exacto, así que eso, dejarlo andar, saber que es una bandera política y que va penetrando en distintos estratos de la lengua. Tampoco creo que sea por el momento inclusivo de todos los hablantes, porque estamos hablando de sectores: jóvenes de clase media, de personas con cierta formación cultural o política, urbanas generalmente, lenguaje inclusivo de género no quiere decir que sea inclusivo de clase social, de espacio geográfico. Hay muchas otras clases de inclusiones posibles, yo abogo por la inclusión en general, por todas las inclusiones posibles. Recién ahora se empieza a ver (el lenguaje inclusivo) en la literatura. Yo no lo he usado en mi literatura.
-¿Es observadora del fenómeno?
-Estoy muy, muy atenta.
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