Alvanezzi volvió para quedarse
Lo obsesiona compartir todo lo que aprendió de grandes entrenadores y de su propia experiencia formando futbolistas en Europa. "Acá se pueden hacer buenas cosas", sostiene.
Alvanezzi se sorprendió de la predisposición de grandes entrenadores europeos para charlar de fútbol y de que otros, en Argentina, no le atiendan el teléfono.
por Sebastián Arana
Aunque bragadense, salió de Mar del Plata hace casi tres décadas. Habla de fútbol y se le ilumina la cara. Facundo Alvanezzi recorrió Europa formando jugadores. Pero decidió cerrar una etapa y abrir otra. Atrás quedaron, por ejemplo, diez años al frente de las formativas del Basel de Suiza. Y, en los últimos meses, un viaje fascinante por España.
“Pude reunirme con Jorge Valdano, a quien quería conocer de hace muchos años, una persona exquisita. Estuve con Pablo Blanco, de la cantera de Sevilla, a quien conocí hace diez años. También con gente de la Federación Española de Fútbol y con Julen Guerrero, el entrenador de las Sub 15, Sub 16 y Sub 17; con Guillermo Amor, de la cantera de Barcelona, con quien también tengo una amistad. Y me quedaron visitas pendientes a Inglaterra para conocer a Pep Guardiola, a Mauricio Pochettino y a Marcelo Bielsa. Pude reafirmar con ellos, que son grandes de verdad, que el camino transitado hasta ahora es el correcto. Y los “huecos” que tenía me los han rellenado con información. Estuve meses viendo fútbol español de elite, sacando situaciones y clarificando ideas sobre mi trabajo específico y siempre pensando cómo trasladarlo a Argentina. Ellos hace veinticinco años vinieron a Argentina a copiarnos y tomaron el barrio y el potrero. Después le dieron una estructura, una mejor forma, una metodología de trabajo y lo organizaron”, cuenta en el inicio de esta charla.
-¿La falta de dinero es excusa para no emprender ese camino?
-No. Es muy importante el caudal económico para tener una estructura y mantenerla. En el caso del fútbol argentino, que es tan rico en calidad técnica y tradicionalmente exportador, por añadidura, se tendría que sostener. Me ha llegado de parte de algunas personas la idea de armar algo en algún equipo de Argentina con personas idóneas y serias. La inversión a realizar debería sustentarse con los beneficios que reporta el futbolista que sale del club. No estamos hablando de millones de euros. Estamos hablando de que si tenés diez pesos, no tenés que gastar veinte o treinta para que al tiempo empiecen los descalabros. Los formadores tienen que contar con las estructuras y los materiales y estar relativamente bien pagos. Acá con un trabajo ordenado se pueden hacer muchísimas cosas y Argentina volvería a ser potencia y a sacarle ventajas al resto porque tiene la materia prima. Pero hay que implementar un sistema metodólogico y pedagógico como hicieron en Europa, que bajan de las Federaciones a los clubes y de los clubes a los entrenadores. Julen Guerrero me contaba que cuando le llegan los jugadores a la selección, todos vienen trabajados de sus clubes de la misma manera. Si te vienen con distintas metodologías de trabajo, diferentes sistemas de juego, disímiles estructuras físicas y alimentaciones, es mucho más complicado. Eso es lo que nos falta en Argentina. Habrá que elegir gente idónea y olvidarse por completo del resultado. La meta debe ser que el jugador llegue a las puertas del profesionalismo con todos los fundamentos técnicos, tácticos, psicológicos, físicos y estratégicos para la alta competencia.
-¿Volvés a radicarte en Argentina?
-Como jugador y entrenador, ya hace más de treinta años que estoy afuera del país. Y quiero aportar algo acá, ponerme a disposición de la gente que tenga ganas de hacer cosas. Porque todos los grandes que a mí me brindaron cosas me dijeron que debía compartir el conocimiento. Quisiera encontrar un sitio que me permita llevar equipos a competir y entrenadores a perfeccionarse a Europa. Es una posibilidad que me surgió en el último viaje y no la esperaba. Mucha gente debería poder vivenciar lo que yo viví y tengo los nexos para hacerlo. Pero quiero hacerlo seriamente. Quiero dedicarle los años que tengo por delante a la formación. Nuestra sociedad tiene un individualismo tan arrraigado que no nos permite abrirnos. Acá he intentado contactarme con los mejores para preguntarles cosas y ni me han contestado el teléfono. Yo todo lo que tengo lo comparto. Pero si no me invitan a un lugar, yo no voy. Ahora me están invitando para ir a dar dos charlas en Santa Fe y en San Juan y otra en mi pueblo, en Bragado. A todos les digo que sí y pido que sean abiertas. Cuantos más vengan a escuchar, mejor.
-¿Por qué saliste de Basel?
-Fueron diez años, cumplí un ciclo. Me pesaba el frío, me pesaba la nieve, el alemán, me empezaron a pesar los viajes, hablar en dos o tres idiomas al mismo tiempo. Suiza no es lo mismo a los veinte años que a los cincuenta. Todo tiene su momento. No querían que me fuera. Pero, si hago el cálculo, viví más tiempo en Suiza que en Argentina. Hay amigos que me dicen estoy loco por esta decisión de volver al país. Sigo creyendo que acá se pueden hacer las cosas, pero de una manera organizada. En un proyecto de fútbol serio, si tenemos dieciocho jugadores, necesitamos dieciocho pelotas, un campo de juego acorde, un preparador físico y un ayudante para hacer un trabajo en conjunto. En Europa funciona, acá cuesta la idea del equipo.
-Hoy acá sos un docente sin escuela…
-Exactamente. Dicen los grandes maestros que no hay peor docencia que la que no se hace. Es un problema endémico de nuestra sociedad. Acá hay mucha gente capacitada en todos los ámbitos y les falta el contexto para desarrollarse.
Y también hay un problema de valores. En Argentina y en Europa hay chicos de catorce o quince años que ya ganan dinero, algunos se compran autos antes de llegar a primera. Están deslumbrados y eso desvirtúa todo. ¿Cómo le haces entender a ese pibe que tiene mucho todavía por aprender?
Pero yo siempre fui un soñador. Los grandes técnicos siempre nos han invitado soñar. Hay que ponerse en la vida y en el deporte metas de excelencia, aunque las veamos muy lejos, y ponernos a andar. Yo siempre les digo a mis jugadores que, en la búsqueda de la cima, lo importante es el tránsito. En la cima estás solo. Las personas que te van a ayudar las encontrás en el camino.
España, el recambio y la asimilación de los tropiezos
-¿Qué lectura hacen los españoles de los que les pasó en el Mundial? ¿Cómo asumen los tropiezos?
-Ellos sufrieron un recambio generacional. Pero detrás viene una camada de jugadores brillantes con la misma impronta de Xavi, de Iniesta, de Busquets. Hay ciclos que se inician, se postulan, se consagran y terminan. Son períodos lógicos y al recambio hay que saberlo esperar. Pero ellos sabían que después de la consagración iba a haber un declive. Y era perfectamente posible que ocurra lo que les ocurrió cuando pasó lo de Lopetegui a dos días de empezar el Mundial. No lo preveían y les costó mucho suplir la idea y el feeling del entrenador con los jugadores. Si bien Hierro estaba en el cuerpo técnico, no trabajaba con los futbolistas y tenía ideas un poco diferentes. En dos o tres días pasaron de un fútbol de posesión a un fútbol más vertical. Cualquier estructura resiente ese cambio. Ellos consideraban que les iba a ir muy bien en el último Mundial, los “mató” lo del cambio del entrenador. Fue un impacto anímico y psicológico muy grande.
Sin embargo, siguen trabajando de una manera increíble. El logro de Luis Aragonés con España fue magnífico porque reafirmó no sólo una forma de jugar. Al mismo tiempo, reafirmó una manera de trabajar que hizo un efecto dominó en Europa y en el mundo. Tuvieron una década de jugadores fantásticos. Pero nada es casualidad.
El fútbol español de hoy es el que muchos proponían en Argentina. Yo no entiendo por qué se dio vuelta la página. Las otras ideas son respetables y bienvenidas para la riqueza del fútbol. Pero yo no puedo proponer blanco y creer en negro. España se refundó, después Bélgica y, por último, Inglaterra, que ganó dos títulos mundiales en categorías en las que nunca tuvo logros. ¿Por qué? Porque comenzaron a seguir un precepto que yo defendí toda la vida, el de entrenar con la pelota. El futbolista se desarrolla jugando con la pelota.
Muchos entrenadores, pocos formadores
La historia refleja un problema del fútbol a nivel mundial. La cuenta el propio Alvanezzi. “Cuando Cruyff asumió en Barcelona para dirigir el célebre Dream Team, señaló que los jugadores tenían que darle tres o cuatro toques a la pelota porque no podían asegurarle el destino. El quería presionar y el jugador hacía lento el traslado y la presión sobre el rival. Y tuvo que inculcarle a jugadores hechos, de veintinco años, como Amor, Guardiola, Baquero, Koeman o Salinas, todo un bagaje de conceptos. ¿Por qué esperar a que el jugador tenga esa edad si podemos arrancar cuando tienen seis o siete años? Nosotros trabajamos, ellos entrenan y juegan. Jorge Valdano sostiene que hay muchos entrenadores de primera división y muy pocos formadores con la pasión para enseñar. Recibirse y entrenar está al alcance de cualquiera. Pero después nos perdemos las bases estructurales de la formación, los primeros cinco, diez y quince años, donde se fundamenta la solidez con la que un futbolista puede llegar a primera división o perderse.
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