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Arte y Espectáculos 8 de junio de 2024

Alejo Stivel: “Me callé lo del cáncer por pudor”

Alejo Stivel y su libro 'Yo debería estar muerto'. Foto: EFE | Fernando Alvarado.

Por Javier Herrera

Exiliado a causa de la dictadura argentina, Alejo Stivel conoció en España el éxito musical como miembro de Tequila y productor, entre otros, de ’19 días y 500 noches’ de Joaquín Sabina. Pero también se asomó varias veces al abismo de la muerte, la última por un cáncer, como revela en sus memorias.

“Me lo callé. Es algo que me daba pudor, pero en el libro tuve que vencer los pudores para contar las cosas”, confiesa el vocalista, compositor y productor en una entrevista con EFE ante la enfermedad que padeció hace un par de años, unos tumores “agresivos” que afortunadamente trataron en una fase temprana.

Afirma, no obstante, que no fue ni cuando más cerca ni cuando más miedo tuvo a perder la vida, de ahí el título de la autobiografía, ‘Yo debería estar muerto‘ (Espasa), con varios sustos de tráfico, el flirteo excesivo con la heroína y hasta “una hostia” de Mike Tyson.

“Pudoroso” a la hora de llamarse escritor (“Soy un músico entrometido en la literatura”, precisa), en su teléfono móvil dio forma en un año a las 300 páginas de sus memorias, “un objeto de entretenimiento” con abundante material gráfico y numerosos “momentos emotivos y divertidos”. “Yo lloré y reí al escribirlo”, reconoce.

Entre lo que más le costó rememorar está la época del exilio siendo un adolescente. “La vida se dividió en dos. Fue como el viaje de mis abuelos que salieron de Europa y nunca más volvieron. Yo sí volví, pero nunca más volví porque Argentina cambió muchísimo tras la dictadura'”, comenta.

Difícil no preguntarle entonces por el momento actual de su país de origen. “No comulgo con el plan de (Javier) Milei para destrozar el Estado. Creo que los argentinos se van a arrepentir”, opina el artista nacido Alejandro Stivelberg en 1959.

Volviendo al pasado, Stivel dio forma a la transición musical española gracias a Tequila y a un rock en español y a una estética llena de color que nunca se había escuchado en este país, con éxitos como ‘Dime que me quieres’ o ‘Salta’, cuya letra, como cuenta en el libro, nació tras una primera versión que se perdió y de la que solo recordaba la palabra central del estribillo.

Las drogas en esa época eran una constante, especialmente la heroína, hasta que, según cuenta, un día se miró al espejo, se vio “demacrado” y pensó que tenía que elegir.

“Hasta ahí había podido compatibilizar el consumo con la vida social, laboral y personal. Pero un día sentí una sensación muy clara de que tocaba bifurcar los caminos y que, si tomaba el otro, iba a vivir tipo ‘Living Las Vegas’. Otros lo hicieron, como Julián (Infante), de Tequila. Es una elección que uno hace y me parece respetable”, afirma.

Sabina, cercenado “con nocturnidad y alevosía”

Tras el final de Tequila, comenzó la tercera parte de su vida como uno de los grandes productores, sobre todo al poner su firma al disco de mayor éxito de Joaquín Sabina, ’19 días y 500 noches’ (1999), en el que se atrevió a desnudar de artificios la voz del artista y exponerla más cruda.

“Fue sin duda el ‘highlight’, tanto por lo que yo aporté como por la calidad del artista, uno de los más brillantes dentro de la canción internacional”, subraya.

Sabina incluso le ofreció un contrato para sus próximos cinco discos. Stivel dijo que no, pero que su teléfono siempre estaría aguardando su llamada, solo que el de Úbeda (Jaén) no volvió a llamar.

“Entendí su decisión. Los matrimonios con papeles no garantizan que uno cambie de idea y se quiera ir con otro. Él tenía toda la legitimidad para ello. No tiene que haber resquemor y de hecho no lo hay. Estoy superagradecido de que me permitiera trabajar con sus canciones, fue una experiencia fabulosa”, cuenta, antes de anticipar que, en unos días, lanzan una versión a dúo de ‘Yo era un animal’.

En el libro también explica que aquel álbum estuvo a punto de ser un disco doble, de no ser por la intervención del entonces presidente de Sony, José María Cámara, que “presionó de mala manera, presentándose en casa de Joaquín con nocturnidad y alevosía para decirle que en ese formato no iba a funcionar”.

“Claro, si el presidente de una compañía te dice eso, tienes miedo de que él se esfuerce por tener razón”, señala sobre las razones que cercenaron un trabajo del que en breve se cumplirán 25 años, quien sabe si con la posibilidad de verlo editado tal y como se concibió.

En la vida profesional de Stivel aún quedó tiempo para resucitar a su exbanda junto a Ariel Rot muchos años más tarde. “No lo hicimos por necesidad sino porque nos gusta y porque en un momento dado a mí se me ocurre la loca idea de volver a cantar después de 20 años de no hacerlo”, rememora.

Fue, dice, “como andar en bicicleta”. “Me lo empecé a pasar muy bien. Y si de repente te llega la invitación para tocar en la Plaza Mayor de Madrid para San Isidro… ¡Hombre! Es difícil decir que no a tocar un rocanrol en la plaza del pueblo de Madrid, ¿no? ¿Qué tengo mejor que hacer ese día?”, se pregunta parafraseando otra de sus famosas canciones.

EFE.