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Cultura 17 de octubre de 2016

Al rescate del premio Nobel de Literatura 1985: Claude Simon (1913-2005)

El tiempo y el instante

Por Dante Rafael Galdona
Twitter @DanteGaldona

Desde Madagascar hasta París, donde murió en 2005 transcurre una vida llena de aventuras y arte. Impulsor del nouveau roman, creador de un estilo atípico de novela, entre la decimonónica y la novela psicológica, Claude Simon ocupa un lugar privilegiado en la literatura del siglo 20.

La guerra y la imagen

Claude Simon tuvo una vida marcada por casi todos los conflictos bélicos del siglo 20. Porque al año de nacer, su padre murió en la primera guerra mundial. Porque combatió, esta vez por propia y consciente elección, en el bando republicano de la guerra civil española y además fue oficial de caballería en la batalla de Flandes, en la segunda guerra mundial, y luego de la derrota fue tomado como prisionero.

Porque escapó y no contento combatió en la resistencia francesa contra el ejército alemán. Porque no era el escritor en esos momentos, era el combatiente que después del horror se convirtió en escritor de tiempo completo.

Nació en 1913 en Madagascar, una colonia francesa. A los once años quedó huérfano de padre y madre ya que, a la muerte en batalla de su padre al año de vida, se le sumó diez años después la de su madre.

Terminó la educación secundaria en París y luego estudió en Oxford y Cambridge pero todavía sin impulso litearario, de hecho se volcó hacia las artes plásticas, sobre todo el cubismo, disciplina que se encargaría de demostrar que tiene mucho más que ver con la literatura de lo que se cree.

Parte de su obra es lo más cercano a la pintura que pueda tener la narrativa, puede decirse que muchas de sus páginas son verdaderos cuadros escritos. Es el más visual de los narradores.

Antes de ser escritor fue viticultor. Y antes de eso fue un viajero. De hecho se lo considera un escritor tardío, sus primeras obras datan de su edad de madurez.

El largo recorrido que terminó en su premio Nobel estuvo
marcado por las experiencias de vida, algunas trágicas y determinadas por el destino y otras libres elecciones a conciencia.

Cómo historiarse a sí mismo

Simon es netamente un escritor autobiográfico, pero trabajó con la memoria de sus experiencias; sus experiencias más los años de decantación dieron a luz a sus obras, nunca fue un cronista de su vida como suelen hacer algunos escritores autobiográficos, más bien fue un historiador de sus sensaciones del pasado.

De cada episodio Simon se nutrió para componer sus obras, de cada experiencia obtuvo literatura, aunque en los momentos en los que sucedieran no estuviera en sus planes ni siquiera ser escritor.

Durante uno de sus viajes por España participó en la guerra civil en el bando republicano, experiencia que años después le inspiró el libro “El palacio”.

Ya entrada la segunda guerra mundial, fue tomado prisionero por los alemanes pero consiguió escapar antes de ser recluido en un campo de concentración y se unió a la resistencia francesa, para luego llegar a la zona libre del territorio francés donde cultivó viñedos.

Como se ve, corría la década del ’40 y Claude Simon todavía no había escrito ni una palabra, sus preocupaciones artísticas estaban puestas en la pintura. En 1946 aparece su primera obra literaria, un año después de concluida la segunda guerra mundial y en medio de la reconstrucción de Europa.

Tampoco sus primeras obras fueron aclamadas inmediatamente. En rigor, su aclamación llegó gracias al premio Nobel, aunque anteriormente había obtenido varios premios literarios, como el premio a la Nouvelle Vague.

No fue en Francia un escritor masivo, todo lo contrario, parecía ser un escritor para entendidos, para literatos, para círculos reducidos de especialistas.

Su obra fue releída a partir del Nobel y rescatada por muchos especialistas que lo descubrieron entonces.
Sus títulos gozan de gran calidad desde el primero al último, la autobiografía asumida como tal editada en 2001 llamada “El tranvía”.

Si bien es el principal exponente del nouveau roman, no todos sus títulos se enmarcan en esa corriente literaria que según dicen fue la que rescató a la literatura francesa de un ocaso con pronóstico de noche eterna. Sus tres primeros libros, “El tramposo”, “La cuerda floja” y “Gulliver”, son novelas tradicionales.

En la quietud del tiempo

Abelardo Castillo considera que el género novela no tiene una definición precisa, que si, por ejemplo, “El Quijote” es aquello que se refleja como arquetipo de novela, entonces el “Ulises” no es una novela, y termina opinando que el género novela se refunda cada vez que aparece un nuevo novelista.

La razón de la acertada sentencia de Castillo se basa en las insalvables diferencias entre aquél libro y éste. Salvo que en el medio está Claude Simon. Entre la acción típica realista de la novela tradicional decimonónica y la absoluta e intemporal introspección experimental de las renovación narrativa de principios del siglo 20. Entre ellos, Claude Simon y el nouveau roman.

Como si fuéramos protagonistas de una nueva formulación de la paradoja de Aquiles y la tortuga, Claude Simon nos presenta sus historias en una ráfaga sincrónica, cúmulo de presentes, un movimiento inerte que pasea a sus personajes en una narración propia de la quietud pictórica.

Simon es pintor, piensa en cuadros, describe lo inmóvil, no es el tiempo lo que importa en sus libros, es el instante, o un instante tras otro, sin tiempo que los hilvane. Y como siempre cuando se logra la abstracción del tiempo, se alcanza eternidad. Es claro que Claude Simon lo sabe.

Porque en una forma más cercana a Proust que a Stendhal la simultaneidad de varios tiempos se contrapone a la cronología más cercana a la percepción sensorial. Claude Simon no es avance y retroceso, no es flashback o flashforward, tampoco un tiempo dentro de otro como en Borges, es instante y eternidad, es acción en simultaneidad, es el todo temporal.

Ahora bien, ¿puede contarse una historia así? Pues no es Claude Simon quien lo demuestra, sino Joyce. Claude Simon es un efecto colateral de Joyce y Proust, y sabe narrar sin tiempo como Proust sabe eternizar el instante, como Joyce sabe, en palabras de Borges (aunque para él equivocado), narrar en tiempo circular.

Claude Simon es una gran opción para quienes gozan de literatura con ansias de profundidad y múltiples significaciones, para quienes buscan lecturas complejas y fértiles.
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