Cultura

Al rescate del premio Nobel de Literatura 1937: Roger Martin du Gard (1881-1958)

Para viajar a la Francia del siglo 20 a través de la literatura

Por Dante Rafael Galdona

Twitter: @DanteGaldona

La precisión y el trabajo minucioso con los que Roger Martin du Gard encaró sus obras de ficción fueron incluso más metódicos que los de un historiador, lo cual confiere a sus novelas la doble cualidad de ser literariamente verosímiles e históricamente confiables. Un gran escritor, un gran historiador.

Del fracaso al éxito

Buenas noticias para aquellos que, queriendo convertirse en escritores, se zambullen en la carrera de letras y no consiguen pasar el arduo escollo, y también para aquellos que muestran sus escritos a su círculo de conocidos y no consiguen cosechar al menos una crítica que los aliente a seguir. A Roger Martin du Gard no le fue para nada bien en ninguno de los dos ejemplos y, para sorpresa de quienes no supieron leerlo en su momento, se convirtió en uno de los escritores franceses más importantes del siglo 20, de fama mundial, aunque hoy cueste encontrar algún libro suyo, ya sea en ediciones nuevas o en librerías de viejo. Por cierto, hay que tener mucha paciencia y un ojo muy preciso para encontrar, por ejemplo, “Jean Barois” o “Los Thibault”, dos eslabones de oro en la cadena que une a las corrientes naturalista y realista de fines del siglo 19 y principios del 20. Los piratas del mercado, nuevamente, han sepultado joyas literarias en alguna playa tropical del mundo editorial, o aquellas se han hundido en el mar de los best sellers.

Esta columna pretende ser el mapa de ese tesoro.

Roger Martin du Gard nació en París en una familia principalmente dedicada al derecho y las finanzas, de fe católica y perteneciente a la alta burguesía. Su posición económica acomodada le permitió dedicarse tempranamente a la literatura, a la que llegó de la mano de las lecturas de León Tolstoi. El ruso fue una influencia decisiva en su obra, a quien recurre en homenajes constantes en “Los Thibault”.

Al no conseguir entrar en la carrera de letras, se conformó con estudiar la carrera de archivista especializado en paleografía y, sin saberlo entonces, tal determinación sería fundamental en su estilo de producción. El método científico riguroso y la capacidad para documentarse de modo casi obsesivo le otorgaron a su obra un color especial.

En el medio de la fama

Durante la primera guerra mundial fue llamado al frente. Al regreso, comenzó a escribir la obra que, entre batalla y batalla, fue preparando en su mente: la saga “Los Thibault”. Durante los años veinte, su fama como escritor se ancló en las entregas periódicas de dicha saga e incursionó en el teatro.

En el año 1937 le otorgaron el premio Nobel y su fama como escritor cobró vida a nivel mundial. Viajó a Estados Unidos, se involucró en la intelectualidad de la época, y a menudo participó de discusiones políticas, sociales e históricas que repercutieron en todos los diarios de la convulsionada Europa de entreguerras. Particularmente enemigo de la Alemania nazi, se vio obligado a retirarse a Niza y a callar por un tiempo sus gritos libertarios. Durante la década del cincuenta, el séptimo arte lo atrapó de tal modo que decidió escribir los guiones de adaptación al cine de las dos primeras novelas de la saga “Los Thibault”.

Fue amigo de André Gide, y durante su amistad escribió un libro en el que honra los diálogos que mantenía con él.

Viajar a la Francia de hace 100 años

“Jean Barois” es una historia que narra de modo simultáneo la vida del personaje y el caso Dreyfus, un suceso que dominó la vida política, social, militar, intelectual y periodística de Francia durante fines del siglo 19 y principios del 20. En rigor, el caso Dreyfus es un parte inseparable de la política de Francia, aún en la actualidad. Un militar de origen judío es acusado falsamente de colaborar con los enemigos de Francia. Una historia de espionaje y contraespionaje en la que el capitán Alfred Dreyfus es condenado al destierro por el delito de alta traición a la patria por la supuesta entrega de información militar sensible a Alemania, constituyendo uno de los primeros y más resonantes casos de antisemitismo. La nación francesa mostró su lado más inhumano con este caso. La injusta acusación encuentra en Emile Zola y su “Yo acuso” el contrapunto que da origen a la polémica. A partir de ahí, Francia, para bien o para mal, no volvería a ser la misma.

Hasta aquí, los hechos reales.

En “Jean Barois”, se cuenta la historia ficticia del personaje que da nombre al libro, pero en clave histórica el caso Dreyfus, de tal modo que constituye un documento imprescindible para entender la Francia de esos tiempos. También la vida del personaje transcurre entre el estereotipo y la realidad más cruda de Francia, de modo que si queremos saber cómo era la vida civil de Francia, tenemos en “Jean Barois” un inmejorable ejemplo. El catolicismo y la religión, la burguesía y la aristocracia, los tiempos del republicanismo y el anarquismo, todos los elementos que se cocinaron en la violenta y descarnada olla de la política francesa de ese entonces se describen perfecta y minuciosamente, con rigor de realidad absoluta, por Roger Martin du Gard.

Mucho más extendida, muchas más palabras, ríos de palabras transcurren en la maratónica “Los Thibault”, una saga que se propone fotografiar cada instante de la vida de una familia entre los años 1870 y la primera guerra mundial.

Ocho novelas escritas durante casi veinte años, entre principios de la década del veinte y principios de la década del cuarenta, hacen un compendio de las crisis y vivencias de la conmovedora y violenta Francia de la época. La decadencia de la ideología burguesa y los fallidos intentos del socialismo, el decadente nacionalismo y las inmoralidades de la guerra. Las crisis políticas y la religión en retirada a instancias de la diosa razón. Todo se ve, se escucha, se huele en la saga “Los Thibault”, con los ojos de dios y la razón, con los oídos aturdidos por los ruidos de la violencia y la guerra, con el olfato y el gusto carcomidos por la tierra barrosa de la política. La concepción historicista de Roger Martin du Gard a la hora de concebir y publicar la saga le aporta, como no podía ser de otra manera, un carácter de documento mejor que cualquier libro de historia. Para conocer la Francia de entonces no hacen falta viajes al pasado, es suficiente con encontrar (tarea complicada) algún libro de Roger Martin du Gard.

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