¡A toda marcha!
La victoria del partido de Macron en las elecciones legislativas de Francia refuerza a la Unión Europea.
Por Denise Castello
Lic. en Relaciones Internacionales
Las elecciones legislativas en Francia son la prueba de fuego para el presidente francés Emmanuel Macron. El éxito de su mandato y las reformas que propone realizar dependen de los resultados de estas elecciones, en un sistema uninominal con ballotage en el cual se elige un diputado por cada uno de los 577 distritos. En esta primera vuelta realizada el 11 de junio, los porcentajes son más que optimistas para el nuevo presidente, puesto que se necesitan 289 escaños para obtener la mayoría en la Asamblea Nacional y, según las proyecciones actuales, su partido “¡En Marcha!” (EM) podría superar muy cómodamente ese número en la segunda vuelta a realizarse el próximo domingo.
En segundo lugar se ubicarían los Republicanos, dejando tercero por un importante margen al Frente Nacional de Le Pen –uno de los grandes perdedores de la jornada, que ha experimentado una caída estrepitosa en las urnas al igual que el UKIP, su análogo ultraderechista en Reino Unido – y cuarto al ultraizquierdista Francia Insumisa, más aplaudido por la prensa que por los votos. Siendo estos dos últimos los más hostiles a la Unión Europea, estos resultados pueden entenderse claramente como un apoyo del electorado al proyecto de una UE más fuerte, unida y estable, al contrario –o tal vez aprendiendo del lamentable ejemplo – de lo que ha ocurrido recientemente en el Reino Unido.
Sin embargo, cuando Macron ganó la presidencia con un 66% de los votos, nadie –ni siquiera él – esperaba semejante performance en estas elecciones. Muy por lo contrario, los sondeos indicaban que el 61% de los franceses no deseaban que el nuevo presidente tuviera una mayoría absoluta en la legislatura, y los analistas políticos y asesores de los partidos tradicionales calculaban que, por ser un partido fundado hace un año, no tendría el suficiente vínculo territorial ni las maquinarias políticas experimentadas necesarias para imponerse en unas elecciones que son puramente locales y que el Parlamento quedaría en manos de los partidos políticos establecidos –principalmente los republicanos y en menor medida los socialistas. Incluso el propio Macron, a fin de asegurarse la gobernabilidad, nombró como Primer Ministro al republicano Édouard Philippe, luego de lo cual una veintena de diputados conservadores y centristas firmaron un comunicado conjunto para responder al gesto de Macron. En cuanto a los socialistas y el ex primer ministro socialista Manuel Valls, En Marche se comprometió a no presentar ningún candidato que compitiera con él por el escaño de Evry, teniendo en cuenta su intención de apoyar la política del nuevo presidente.
Pero a medida que pasaban las semanas, las encuestas fueron mostrando cambios sustanciales en favor de EM, reflejando cifras muy similares a las que arrojan los resultados actuales.
Este crecimiento en el apoyo a EM puede encontrar su explicación en la actitud asumida por el presidente Macron desde el momento en que asumió el cargo. Uniendo a moderados de derecha e izquierda, formó un partido de centro renovando la clase política con un mensaje europeísta y de alto perfil. En el plano nacional ha encarado a los sindicatos para realizar ciertos cambios en el código laboral de Francia, ha iniciado la moralización de la vida pública y ha priorizado la lucha contra el terrorismo prolongando el actual estado de emergencia antiterrorista hasta convertirlo en ley.
En el plano internacional, Macron ha devuelto a Francia a un lugar de liderazgo en la política mundial, enfrentando con firmeza a Donald Trump y a Vladimir Putin y estrechando vínculos con su socia Angela Merkel. A Putin le recriminó el papel difamatorio de los medios de comunicación rusos durante la campaña, el uso de armas químicas en Siria, que conduciría a represalias inmediatas por parte de Francia, y la homofobia en Chechenia, y se comprometió a dialogar con Rusia y Siria. A Trump le enrostró sus posturas frente al cambio climático y la OTAN y fue tema de numerosos comentarios por parte de la prensa mundial.
Durante toda su campaña, hizo referencia insistentemente a una UE reformada. “Es nuestra civilización lo que está en juego” –ha afirmado – “Somos los herederos de una gran historia y un mensaje humanista que transmitir a nuestros hijos y llevar al futuro”, apelando a la identidad cultural y política única de Europa como fundamento para respaldar una profundización en varios aspectos, mediante nuevas instituciones comunitarias y una mayor flexibilidad en cuanto a la velocidad de la integración de los distintos países.
Los resultados de estas elecciones son el impulso que faltaba para poder introducir todas esas reformas, tanto en Francia como en la UE, y el próximo domingo 18 será la confirmación definitiva.
Con una Europa superando desafíos existenciales, el mundo en crisis y Donald Trump dejando de lado el histórico liderazgo global de Estados Unidos en cuanto a la defensa de los valores demoráticos y liberales, Europa enfrenta un nuevo desafío, que es el de asumir ese lugar. Y el joven Macron parece dar la talla para contribuir a ello.