Por Fernando Martínez Delfino*
Existen varios tratados internacionales que regulan los derechos de pesca de los estados ribereños. El más extendido es el de las 200 millas, denominada zona económica exclusiva (ZEE) que en el caso de nuestro país es de una gran extensión lo que ha posibilitado desarrollar una industria de captura y procesamiento de productos del mar gran magnitud destinado en más del 90% a la exportación.
Todos los años para esta época del año “descubrimos” que en la milla 201 y más allá, se hace presente una gran flota de buques pesqueros poteros dedicados a la captura del calamar (dicen que más de 400 este año) con sus respectivos barcos nodriza y de transporte, pertenecientes a países que buscan capturar la especie en su etapa migratoria que finaliza luego en nuestra ZEE.
Esta situación estimo no es ilegal por cuanto las capturas son hechas fuera de nuestra ZEE por lo que desde el punto de vista del derecho internacional vigente, no hay impedimentos para que lo sigan haciendo.
El perjuicio económico para nuestra flota pesquera nacional es el que a nuestra ZEE arriba una menor masa de calamares a capturar por nuestra flota en carácter de exclusividad, debido a que en la etapa migratoria desde la zona austral “los de afuera” se nos anticipan y nos dejan lo que ellos no logran capturar.
Ya pasaron las épocas en que los “barcos de afuera” ingresaban sin permisos a nuestra ZEE para hacer capturas, ahora se conforman con hacerlo afuera de la misma y así se evitan problemas jurídicos internacionales.
Ante tal situación y salvo que en algún momento se extienda la ZEE más allá de las 200 millas, este problema lo vamos a tener todos los años.
Pareciera que estamos en un laberinto en el que no le encontramos su salida.
Dice el refrán que de los laberintos se “sale por arriba” y en este caso considero que la única manera de salir del mismo es yendo nosotros a buscar capturas excedentes más allá de la milla 200 para adicionarlas a las que realizamos en nuestra ZEE.
Lamentarnos que en la milla 201 hay ciudades flotantes que se ven desde la estación espacial internacional no sirve para nada, pues sólo aporta datos de una situación que existe y que va a continuar existiendo en el futuro por la necesidad del mundo de acceder a proteínas de origen marítimo.
Haciendo una comparación muy simple, es como si una persona está pescando truchas en un río cordillerano de manera tranquila y de pronto toma conocimiento que 10 kilómetros río arriba han aparecido 10 pescadores con el mismo fin.
Ello provocará una merma en mis capturas por cuando “los de arriba” se van a quedar con un pedazo de lo que me correspondería si ellos no hubiesen venido.
Y como legalmente no los puede se los puede echar de dicho sitio, la única alternativa que queda es correrme yo 11 km río arriba y continuar capturando el flujo normal de peces como estaba antes.
Con este razonamiento, creo que es hora que el sector pesquero nacional decida incursionar más allá de la milla 200 aprovechando las ventajas comparativa que tiene el de poder repostar y reabastecerse en los puertos de nuestro país ubicados a pocas millas de la zona de pesca – cosa que “ los de afuera” no pueden hacer.
Decisiones estratégicas como estas, llevaría al desarrollo de un subsector potero de gran magnitud en manos argentinas y con una visión de desarrollo productivo que sería un genuino generador de divisas y de empleo nacional.
*Contador Público