A casi un mes del crimen del músico, quedó firme la hipótesis del robo
La Justicia y la policía procuran establecer si a Pablo Néstor Ojeda (58) lo asesinaron dos delincuentes que eran parte de una banda dedicada a sustraer vehículos de la vía pública. Tampoco descartan que se haya tratado de un hecho “al voleo”.
Por Bruno Verdenelli
Nómade iba a debutar el 6 de febrero en Dickens. Al común de la gente, el show iniciático de una banda local en un bar de este tipo, en el centro de la ciudad, puede resultarle intrascendente. Sin embargo, para los músicos, apasionados y siempre soñadores, es como tocar en Wembley o en el Royal Albert Hall. Por eso, Pablo Néstor Ojeda estaba feliz y entusiasmado con los ensayos que su grupo musical llevaba a cabo durante los primeros días del año.
Tanto él, cantante, como el bajista, concurrían entonces a la casa que el guitarrista Daniel Onguino tiene en la zona de Acantilados. Ese lugar constituía su espacio universal: pasaban horas en la sala y en su pequeño estudio grababan pistas y arreglos que utilizarían luego en vivo. Y precisamente desde allí volvía Ojeda cerca de la medianoche del 13 de enero, cuando fue asaltado y asesinado de un tiro en el cuello por dos delincuentes que lo sorprendieron mientras estacionaba su camioneta frente a su propio departamento, en Jujuy y Gascón.
A casi un mes del crimen, son pocas las novedades que surgieron en la causa judicial. La más importante es que la fiscalía encabezada por Fernando Castro confirmó que el hecho se produjo en el marco de un intento de robo. Es decir, los primeros rumores que indicaban que Ojeda podría haber llegado a tener algún inconveniente previo con otra persona, vinculado a relaciones sentimentales que habrían motivado un eventual ataque, fueron desechados: para los investigadores está claro que al músico lo mataron al menos dos ladrones que querían sustraerle su Toyota Hilux.
En este contexto, se procura establecer si los homicidas forman parte de una banda que se había dedicado a cometer otros robos similares, o si se trató de un hecho “al voleo”, lo cual no está descartado. Por ahora, no dejaron trascender demasiados datos pero sí se supo acerca de uno que podría resultar clave en la pesquisa: el día anterior al asesinato del músico una mujer denunció en la comisaría segunda que le habían sustraído su auto en la zona de Tucumán y Formosa.
Ese vehículo era un Peugeot 207 de color gris que nunca apareció. Ahora, lo que tratan de averiguar los investigadores es si se trata del mismo rodado en el que se movilizaban los delincuentes que asaltaron a Ojeda la noche siguiente y en el que se habrían fugado luego del crimen.
Pablo Néstor Ojeda había estacionado su camioneta en el lugar donde, en la imagen, puede verse el vehículo marca Renault Stepway.
Para arribar a esta sospecha tanto los miembros de la fiscalía como el personal de la policial analizaron videos registrados por cámaras de seguridad de la zona y tomaron declaraciones testimoniales. Por el momento, con todo eso no lograron descubrir si el auto robado fue efectivamente el que luego usaron los asaltantes. Sin embargo, distintas fuentes consultadas por LA CAPITAL explicaron que existen altas chances de que lo sea.
Otra diligencia que fue ordenada en los últimos días es la examinación de las activaciones de las antenas de telefonía celular en las inmediaciones de los lugares en los que se produjeron ambos hechos. Con esa información, de ocurrir coincidencias en la presencia de alguna línea en los respectivos sitios, podrían presentarse avances significativos para el esclarecimiento del caso.
Una vida dedicada a la música
Como muchos de los jóvenes que crecieron durante la Dictadura Militar, Ojeda había elegido la música como forma de expresión. En 1982, cuando cursaba el secundario en el Instituto Minerva, comenzó a vincularse con otros artistas y formó sus primeras bandas. Con la llegada de la democracia, fue habitué de Il Giardino, un café en el que los grupos locales tocaban canciones de Pedro y Pablo, y se disfrutaba a pleno la primavera alfonsinista.
Luego, los caminos llevaron su carrera a otros lugares. Se mudó a Buenos Aires, emigró a Monterrey, México, y regresó a la Argentina a mediados de la década de 2000, pero siempre con una guitarra a cuestas y dedicándose a cantar en donde hubiera un escenario disponible.
Mar del Plata siempre estuvo cerca para Ojeda, quien a lo largo de su derrotero no dejó de frecuentar algunas de sus antiguas amistades. Además, su padre todavía vivía en la ciudad: lo hacía en el mismo departamento frente al cual se produciría el crimen.
Ojeda, minutos antes de retirarse del estudio y ser interceptado en la calle por su asesino.
Hace casi una década, el músico volvió a recalar en estas tierras y fue parte de la primera formación de una banda que se llamó “La Magnífica”. Luego, su progenitor falleció y Ojeda formó pareja con una mujer que vivía en Buenos Aires, por lo que volvió a mudarse allí. Finalmente, esa relación se terminó y en diciembre de 2020 decidió retornar otra vez a Mar del Plata.
“Me vino a ver el día de la muerte de Armando Manzanero. Me acuerdo de la fecha porque los dos estábamos consternados con la noticia”, recuerda Graciela, una amiga de Ojeda, el último de sus encuentros, hace muy poco tiempo. Y agrega: “Es que él había vivido en México e incluso cuando volvió de allá cantaba sus canciones, las de Luis Miguel, como solista en varios lugares. Se armaba las pistas y salía al escenario solo”.
Los últimos días
De cara al show debut de Nómade, el nuevo grupo que integraba con músicos que hasta hace poco habían formado parte de un conjunto llamado Famosos por Error, Ojeda pasó la mayoría de sus últimos días junto a su amigo Daniel Onguino, el dueño de la sala en la que ensayaban.
Entre otras fechas importantes, ambos celebraron Año Nuevo y también el cumpleaños 58 del propio Ojeda, el 7 de enero, a menos de una semana de que los delincuentes lo asesinaran de un balazo.
Video del último cumpleaños:
En esos encuentros definieron el nombre de la flamante banda, recordaron viejos sueños artísticos y proyectaron otros a futuro. También se aconsejaron mutuamente, en ciertos aspectos. “Una de las últimas cosas que le dije fue que hiciera el 08 de la camioneta que le había comprado a la última novia cuando se separaron. No llegó a hacerlo y terminó pasando lo que pasó”, señala Onguino ahora.
La referencia del compañero de grupo de Ojeda es sobre un hecho ocurrido después de conocida la noticia del asesinato: como el vehículo en el que se movilizaba el músico todavía estaba a nombre de su ex pareja, la mujer fue notificada de lo sucedido y viajó a Mar del Plata al día siguiente. Declaró ante la Justicia que la relación había terminado hacía un tiempo y dio algunos datos personales de la víctima. Luego, tomó posesión del rodado y retornó a Buenos Aires a bordo del mismo…
La última vez que se vieron, menos de una hora antes del crimen, Onguino se despidió de su amigo y le hizo el mismo comentario de siempre: “Pablito, llamame cuando llegues al departamento, así me quedo tranquilo”, le pidió. Aquello nunca ocurriría.
“Esa noche no me llamó. Lo llamé yo y me daba el teléfono apagado, pero como muchas veces se le descargaba la batería no pensé nada malo… Me puse a ordenar los micrófonos y la batería de la sala, y a las 2 de la mañana llamó la chica que lo esperaba en el departamento, una amiga que había venido de vacaciones con él, para avisar lo que había pasado. Todavía no lo puedo creer. Hacíamos un buen equipo”, confiesa el otro guitarrista de Nómade.
No hubo show debut el último 6 de febrero en Dickens. Los pocos amigos que Ojeda dejó en Mar del Plata lo recuerdan con cariño y todos coinciden en destacar su pasión por la música, el verdadero amor de su vida. También afirman que insistirán a los investigadores “todo lo que haga falta para que los asesinos sean descubiertos” y se haga con ellos justicia.