A 48 años de la última “Plaza de Perón”
Ese día, el pueblo se movilizó espontáneamente para reafirmar su lealtad y devolverle a su Líder político.
Por Aldo Duzdevich
El 17 de Octubre de 1945 el pueblo de forma espontánea se convocó a Plaza de Mayo para manifestarle su lealtad y rescatar a Perón de la prisión. El 12 de Junio de 1974 ese mismo pueblo se movilizó con la misma espontaneidad para reafirmar esa lealtad y devolverle a su Líder la imagen de la “Plaza de Perón”.
Estaban frescos, los sucesos de la retirada de Montoneros de la plaza, ese 1° de Mayo. La conducción de Montoneros, apostaba a quedarse con la última foto. Aquella de la Plaza “abandonada por el pueblo”. Un Perón que “traiciona” y el pueblo que lo abandona, para seguir a la “vanguardia revolucionaria” que es el propio partido montonero.
El militante y escritor Nicolás Casullo reflexionaba: “Ahora asistimos al paroxismo de tal narración: acusar al Jefe con ese rótulo de traicionar el objetivo último del pueblo en lucha. De birlarnos el socialismo. Reconvertir al conductor en ese oscuro traidor a la magna empresa de su propia vida”.
En la feroz pelea por la herencia con el lopezrregismo, la conducción montonera apostaba sus fichas a que la última foto de Perón vivo sea la del diario Noticias del 1° de mayo. Un Perón viendo desde su balcón como se retiraba “el pueblo verdadero” dándole la espalda.
Para Perón tampoco era gratuita esa foto. El hombre que durante 30 años había concitado la adhesión y adoración de su pueblo, sufría el desaire de esos jóvenes, cuestionándolo primero y retirándose después. Era un dolor personal y una muestra de debilidad política.
En esos días, recrudecía el desabastecimiento y el incumplimiento de los precios máximos, provocando una fuerte presión de los trabajadores sobre los dirigentes sindicales. La CGT reclamaba que mientras ellos pactaban aumentos salariales acordes a las pautas del gobierno, los gremios opositores y los sectores de izquierda obtenían mayores aumentos. Gelbard anunciaba que de continuar el desabastecimiento abriría la importación de los productos faltantes. El Pacto Social estaba crujiendo y crecían los rumores de la renuncia del Ministro de Economía
En este marco, el miércoles 12 de Junio, a las 11 hs., Perón se dirigió al país por cadena nacional: “Yo vine al país para unir y no para fomentar la desunión entre los argentinos. Yo vine al país para lanzar un proceso de liberación nacional y no para consolidar la dependencia. (…) Pero hay pequeñas sectas que se empeñan en obstruir nuestro proceso(…)La unidad que propusimos, fue para concretar la liberación nacional, y no para darles coraje a los enemigos de nuestra patria.(…) nosotros propiciamos que el acuerdo entre trabajadores , los empresarios y el Estado, sirva de base para la política económica y social de nuestro gobierno. (…)todos los que firmaron sabían que también iban a tener que ceder una parte de sus pretensiones(…) sin embargo, pareciera que algunos firmantes están empeñados en no cumplir con el acuerdo, y desean arrastrar al conjunto a que haga lo mismo. Yo califico a quienes están en esa posición como minorías irresponsables (…) Frente a esos irresponsables sean empresarios o sindicalistas es mi deber pedirle al pueblo que los identifique y que los castigue (…)Algunos diarios oligarcas están insistiendo, por ejemplo, con el problema de la escasez y el mercado negro. Siempre que la economía está creciendo y se mejoran los ingresos del pueblo, hay escasez de productos y aparece el mercado negro, hasta que la producción se ponga a tono con el aumento de la demanda. No hay que olvidar que los enemigos están preocupados por nuestras conquistas, no por nuestros problemas. A todo ello se suma la fiebre de la sucesión, de los que no comprenden que el único sucesor de Perón será el pueblo argentino que, en último análisis, será quien deba decidir. Cuando acepte gobernar, lo hice pensando en que podía ser útil al país, aunque ello me implicaba un gran sacrificio personal. Pero si llego a percibir el menor indicio que haga inútil este sacrificio no titubearé un instante en dejar este lugar.”
Esta última frase claramente era una advertencia de su posible renuncia y desencadenó la respuesta de una movilización a Plaza de Mayo. La CGT convocó a un paro de actividades y movilización.
Después del mediodía, la Plaza se llenó de trabajadores y gente suelta que concurrió de forma espontánea. Esta vez, no hubo cantitos preparados, sino que sonaron los elementales “Perón/Perón”, “Dale Pocho/Dale”, “Argentina/Argentina”.
El pueblo suelto, sin cordones de columnas, sin grandes cartelones, los hombres y mujeres de a pie, estaban allí para decirle: “ General estamos con Vd.”. Igual que aquel 17 de Octubre, nadie puso colectivos, nadie movilizó. El pueblo sin intermediarios, corrió a encontrarse con su Líder, a renovar ese pacto de lealtad y fe en su Conductor.
Esta vez, los montoneros no fueron el ombligo del mundo, nadie se enteró que no movilizaban a la Plaza. Según cuenta el ex dirigente de la JP Dante Gullo, en la sede de la JP de calle Chile hervían los teléfonos, preguntando “¿Qué hacemos?”. Nadie de la conducción se hacía presente, y Dante por las suyas respondía: “vayan para la Plaza”. Aunque a las 17,30 mientras Perón terminaba su discurso en la Plaza, Firmenich se asomaba al balcón de la calle Chile 1485, para hablarle a un centenar se seguidores allí congregados.
El diario Noticias que dirigía el montonero Miguel Bonasso, titulaba “Movilizar al pueblo contra la oligarquía y el imperialismo” y una foto de Perón de espaldas hablándole a Isabel. A diferencia de los demás diarios que titularon “Movilización popular de apoyo a Perón”. No estaba en tapa, la clásica foto que todos conocemos del Perón de sobretodo cruzado con los brazos abiertos. En la contratapa estaba si, una foto grande y de frente de Firmenich con una extensa e inentendible explicación de porqué no fueron a la Plaza.
El discurso del General ante su pueblo, fue esencialmente para agradecer su presencia. Para renovar ese lazo mágico que unía al Pueblo con su Líder. Dirá Perón: ”retempla mi espíritu estar en presencia de este pueblo”…“este maravilloso espectáculo del pueblo…que me trae el mensaje que yo necesito” …”esta concentración popular me da el respaldo y la contestación a cuanto dije esta mañana”.
Y para cerrar la famosa frase que ya pertenece a la historia: “Llevo en mis oídos la más maravillosa música que para mí es la palabra del Pueblo”
Siempre se ha interpretado esta frase final como una despedida de la vida, porque así quedó, su última frase ante el pueblo. Pero, hay otra interpretación. Cuando se escucha la grabación del discurso, el tono, la potencia, la claridad para hilvanar ideas, en medio de la emoción de una plaza llena, no es la voz de un hombre que se despide de la vida. Es la voz del Líder, del Conductor, quien en la claridad de sus facultades le dice a su Pueblo: de nuevo gracias por venir, gracias por no abuchear ni insultar, gracias por seguir acompañando, gracias a todos por su lealtad.
La Plaza del 12 de Junio fue la Plaza de la Lealtad. La lealtad del pueblo a su Líder que no se confundía, ni cambiaba de Jefe. El General por la mañana había dicho: “ Yo vine al país para lanzar un proceso de liberación nacional y no para consolidar la dependencia.” Estaba diciendo: no se confundan, no me cuelguen el sayo de traidor a la Causa que yo he defendido durante 30 años y en la que he empeñado mi vida.
Sin duda fue un último día de la lealtad. Con un Perón convocando a movilizarse para asegurar los logros de su gobierno. Un Perón reafirmando el camino de la Liberación Nacional. Era el espacio para construir una nueva opción de juventud que se pusiese al servicio de Perón y del Pueblo para consolidar y profundizarla revolución peronista.
Pero, la biología suele no llevarse bien con los procesos históricos, y a veces resuelve sola, sin respetar los tiempos de los pueblos. Diecinueve días después, aquello que durante años soñaron los enemigos de la Patria, se concretaba. Perón moría el primero de Julio.
Al menos la historia fue benévola con él y le dio ese 12 de Junio que otros grandes hombres del pasado no tuvieron. Ni San Martin, ni Rosas, ni Belgrano, ni Irigoyen, pudieron recibir en vida, un último adiós de su Pueblo.
(*) El columnista es autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.