La Ciudad

A 30 años de la mañana de furia en que Alberto Samid increpó al intendente Roig

Sucedió en enero de 1990. El entonces diputado provincial irrumpió en el despacho del jefe comunal en el marco de un conflicto con guardavidas.

Por Ramiro Melucci

Antes de pelearse a las trompadas con Mauro Viale por televisión. Antes de que se convirtiera en el vicepresidente del Mercado Central de Buenos Aires. Antes de su fugaz participación en el Bailando por un sueño. Y antes de que lo detuvieran por evasión impositiva, José Alberto Samid fue diputado provincial por el Frente Justicialista de Renovación.

Aunque por el camino que transitó después ese aspecto de su biografía no es el más resonante, hace 30 años protagonizó uno de sus primeros escándalos en la vida pública. Fue en Mar del Plata, cuando irrumpió en la comuna y amenazó a los gritos al intendente radical Angel Roig.

No había manera de que el hecho pasara desapercibido en esa Mar del Plata del verano de 1990 que recibía turistas y atravesaba un arduo conflicto con sus guardavidas. La irrupción del diputado justicialista bonaerense Samid no podía pasar inadvertida simplemente porque en ese momento el intendente brindaba una conferencia de prensa sobre los accidentes que se habían producido en las playas (un bañista se había ahogado en la Bristol y Roig anunciaba una denuncia judicial).

La edición del diario LA CAPITAL del 14 de enero de 1990 refleja el incidente. Cuando aún no habían terminado las palabras del responsable de la administración local, el legislador abrió abruptamente la puerta principal del despacho e ingresó acompañado por el secretario general de los guardavidas, Carlos Alconada, y otros miembros de la organización.

“Usted es insensible a lo que reclama la comunidad, que es seguridad en las playas. Yo aquí le traje el dinero para que usted pueda solucionar la situación, y no lo ha querido recibir. Usted tendrá que responder por esto ante el pueblo”, le espetó Samid al jefe comunal.

Enseguida agregó: “Yo tengo hijos, y usted también, y le preocupan los pasos formales que tiene que seguir antes de dar soluciones. Aquí no pueden haber celos políticos, lo que está en juego es la seguridad de los que visitan las playas”.

Roig le respondió de inmediato. “Usted no tiene derecho, aunque tenga fueros, de ingresar de esta forma en este despacho, cuando estoy dando un amplio informe a la prensa, incluso sobre sus gestiones”.

Mientras se generalizaba la discusión, Alconada sujetaba al diputado, temeroso de que pasara de las palabras a los golpes. “Usted no quiere que el periodismo se entere de que no quiere encontrar una solución. Yo le puse el dinero a su disposición y no lo quiso. Cuando me señaló que era necesario más dinero, le pedí dos días para hablar con otras empresas que accedieran, y tampoco quiso una solución”, insistía Samid. “Si no tiene agallas para ser intendente, renuncie, que el pueblo se lo va a agradecer”.

Uno de los subsecretarios de Roig salió al cruce. “El pueblo nos eligió dos veces”, le recordó. Y uno de los acompañantes del legislador elevó aún más el tono: “Usted no puede gobernar”.

Era sábado. Según LA CAPITAL, “los gritos llegaron a elevarse de tal manera que no obstante la inactividad” de ese día “se acercaron hasta el lugar muchos de los empleados” que estaban en el palacio comunal.

Una llamada alertó a la policía e integrantes de la Infantería ingresaron alistados al despacho. En ese momento la disputa se había trasladado a la oficina privada del intendente, donde Samid mantenía un duelo verbal con el senador radical Néstor Saggese. “Yo me pregunto qué hace usted como senador cuando se está muriendo gente en la playa. Ya veo que nada, porque aquí venimos a traer el dinero que hace falta pare superar la situación, y ni aún así lo quieren. Déjense de hacer política que aquí está en juego la vida de los ciudadanos”, disparó Samid.

“No le voy a permitir lo que dice –respondió Saggese– En principio, si quiere este sistema de vida debe comenzar por respetar a los que lo representan. Yo he tenido que entrar al despacho de muchos intendentes, pero nunca lo hice pateando las puertas”.

La actitud de Samid fue ampliamente repudiada. El intendente, la UCR y otras fuerza políticas criticaron al legislador. Y los guardavidas deslindaron su responsabilidad en los hechos. Pero Samid no se quedó en el molde y convocó a una conferencia de prensa en su casa de veraneo. Allí mostró una valija desbordante de plata: era la que había conseguido para pagarles a los guardavidas. Quince millones de australes, dijo que había. Y que estaba en tratativas para conseguir más.

El diputado aclaró que el dinero lo habían puesto Renault y el frigorífico Yaguanes a cambio de que en la vestimenta de los guardavidas figurara el nombre de sus empresas. También reveló su malestar con el gobernador Antonio Cafiero, que descansaba en Pinamar y un día antes de esa mañana de furia no le había atendido el teléfono.

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