Manuel Belgrano era un hombre patriota, sabio y decente
Manuel Belgrano.
Por Leonardo Z. L. Tasca (*)
“No les ocupa ya la salvación de la Patria, sino el ejercicio de sus pasiones y de éstas las más ridículas, pueriles e inicuas, porque nunca conocieron otras, ni aprendieron a contenerlas. Es indispensable hacer uso de la cuchilla para que la gangrena no concluya con lo bueno”. (Manuel Belgrano, 1770-1820) .
La mayoría de los candidatos coincidieron en señalar en la elección anterior que “la democracia se perfecciona con más participación”. La democracia se perfecciona con un auténtico replanteo y una profunda autocritica de la clase política que hasta aquí se ha mostrado como inepta, prebendaria y falta de conocimientos sobre los verdaderos problemas que le reclama la sociedad que deben solucionarse, de continuar con estos improvisados dirigentes, la democracia seguirá debilitándose en sus irrenunciables como imprescindibles gestiones sociales.
Permanentemente los ciudadanos se interrogan: ¿la participación política para qué sirve? sin saber, quizás, que los partidos son necesarios. Como el propio hombre argentino tiene como referencia a los que activan en el país, que son impresentable, a lo mejor su visión sea negativa y revulsiva. Y es imprescindible desterrar esa visión negativa, porque se corre el riesgo que la misma se convierta en fobia, ya que sin agrupaciones partidarias es casi imposible sostener la democracia.
Ahora bien, lo que también conviene advertir es que los actuales partidos deben perfeccionarse y estar al servicio de la gente, entonces, si no cambian, y siguen como hasta ahora, actuando en su exclusivo beneficio, la gente terminará vomitando con hate la actividad partidaria.
Para que las decisiones políticas sean acertadas para el conjunto, es decir para nosotros, hay que estar donde se toman las decisiones, es estar junto a los partidos políticos. Para que no haya un contrasentido a las afirmaciones, necesitamos diferenciar, dado que el sostenimiento de la democracia hace insustituibles a las agrupaciones partidarias, lo que no quiere decir que la gestión mediocre de hoy sea aceptada. El ciudadano debe saber que para estar donde de toman las decisiones hay que participar en política y en el quehacer institucional criollo de diversa índole y variedad.
Por supuesto que la participación política es una profunda decisión personal y social que cada uno debe mensurar, aunque toda especulación debe partir de saber que en la medida que no se involucre, otros ineptos y mediocres, se apoderan de las agrupaciones, y harán por él, lo que el ciudadano no hizo, lo que es muy grave socialmente. Es importante reconocer que la renovación partidaria es esencial para evitar que los grandes problemas continúen profundizándose.
Algunos argumentos ubican a la militancia partidaria como una de las más importantes para mantener el nivel de credibilidad de los partidos políticos. Sin confundir con un profesional de la política, la militancia según la visión de algunos intelectuales de esa disciplina la ubican en un plano de amplia revalorización con el trabajo social diario, esto se explica como una forma de estar cerca de los vecinos y tratar que la comunidad vida mejor, recibiendo la esencia comunitaria de los problemas y estudiar sus posibles soluciones. No obligando a que la sociedad viva padeciéndolos hasta el infinito. En consecuencia: ¿vivimos en un país libre y democrático o estamos en un país que tiene un sistema institucional de libre expresión y participación que debe perfeccionarse?
El partido político o sea la agrupación es el instrumento para llegar al poder, pero el objetivo principal debe ser llegar al poder para solucionarle los problemas a la gente, no mejorar la vida personal y familiar a los políticos y que comiencen a vivir mejor a partir de su salario público.
La militancia, con vocación autentica es relevar las necesidades de la gente, implica llevarlas hacía el poder político de turno para que implemente las soluciones necesarias, se hace con un trabajo diario, pero también revalorizando una función en equipo, lo que quiere decir, ni más ni menos, rodearse de gente con sentido común, formación técnica y decente.
Parecería que estas cuestiones no son las que realmente interesan, porque los partidos políticos argentinos se preparan para gobernar solamente cuando hay elecciones. A Juan Carlos Pugliese le preguntaron que era el radicalismo y contestó que “era el tiempo que va de una elección a la otra”; es decir, las luces del comité se prenden cuando se conoce la fecha del juego lectoral. Aquí podría haber una confusión democrática y perniciosa, la gente podría creer que eso es la política, cuando en realidad es el trabajo constante con los vecinos, relevando las demandas de la gente, el trabajo en equipo para gobernar en nombre del bien común y no en nombre de los supremos intereses particulares y haciendo propuestas viables.
La confusión que siente e intuye el ciudadano común, es porque se debe a que los dirigentes sufren de una evidente ataraxia psicológica que es padecer de “transferencia conversacional”, esto es contestar con una respuesta a una pregunta, que es como actúan los políticos cuando se los interroga sobre los problemas argentinos, eso en terapia psicológica se lo define como una “tara” de las personas que esconden algo. La solución que sugería Belgrano, “hacer uso de la cuchilla”, ¿se refería a estos consuetudinarios escamoteadores de soluciones comunitarias?, aunque es sabido que la psicología no puede recetar intervenciones quirúrgicas.
La política es el arte de saber y conocer qué se debe implementar desde El Estado o desde el gobierno para que operen las soluciones que pide la comunidad. De ahí surge un dirigente que tiene lo que la gente pide, conocimiento y honestidad, tiene probidad, es quien y puede ejercer una función pública. De la otra manera. todo se complica, pero se complica para los vecinos que ven pasar los años y los baches siguen sin arreglarse, por ello es que la gente rechaza la política y desconfía del político profesional. Ese es el rescate que hay que hacer desde la actividad institucional, la educación y la formación, para que el hombre común vea que se trabaja para él y la comunidad.
Sin embargo, en Argentina los ciudadanos vivimos exasperados por un argumento nefasto que es la muletilla fácil “la política es el arte de lo posible”, mediocre pensamiento que ha servido de justificación a los incapaces y para hacer todas las cosas a media. Así cuando esta u otra gestión es criticada aparece este justificativo partidario propio de la desforestación mental, lo cual quiere decir que los políticos vernáculos hacen lo “posible” y hacer lo posible es mantener el país en las condiciones de precariedad en cualquier ámbito comunitario o social que se analice.
Los personalismos en la política terminan con la persona, y los dirigentes que han hecho de la actividad un proyecto personal, a la larga desaparecen, pero las consecuencias materiales y sociales la sufraga la comunidad en su conjunto, que tristemente ve pasar los años sin que los problemas estructurales se solucionen.
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