Un gran daño le han hecho a la Diócesis de Mar de Plata
Carta de lectores
El reciente comunicado del Obispado de Mar del Plata me ha causado tanto dolor y tanto enojo. Traté de desechar este último sentimiento por parecerme dañino, pero me vino a la mente el gran enojo de Jesús con los mercaderes del Templo: “Jesús entró en el templo y empezó a echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y prohibió que transportaran cargas en el Templo, y les enseñaba ¿Acaso no está escrito mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”. ( Mc.11.15-17 ).
Quizás Jesús hoy convalidaría mi enojo. Pero vayamos al dolor causado, que me afecta a mí pero creo es compartido por muchos otros feligreses. ¿Cuál es la causa de este dolor? Sencillamente la mentira.
Nos mintieron desde el comienzo de esta escandalosa tragedia eclesial, allá por finales de enero.
Nos mintieron al decirnos que el apartamiento del Padre Luis se debía a una investigación administrativa (esto me lo dijo en persona Mons. Giobando).
Nos mintieron cuando no realizaron el mismo procedimiento al colegio de consultores. De haber existido una irregularidad administrativa, ellos eran corresponsables de lo acaecido.
Nos mintieron cuando anunciaron que ya estaba concluida la investigación.
Nos mintieron cuando nos tranquilizaban anunciando que ya estaba pronta a llegar la notificación de Roma.
Y lo peor es que nos mintieron los que deberían ser nuestros pastores.
Dice San Pablo, en su Carta a los Efesios, cap.4, vers. 25: “Por eso, renuncien a la mentira y digan siempre la verdad a su prójimo, ya que todos somos miembros, los unos de los otros.”
El colmo llegó con el último comunicado del Obispado, anunciando los cambios de localización y los nombramientos de nuevos párrocos.
Son tan evidentes e impunes que no creo ser la única en notar que todos aquellos sacerdotes relacionados afectivamente con el Padre Luis fueron designados a capillas o parroquias lejanas o directamente fuera de Mar del Plata. Mientras los que callaron a pesar de ser conscientes de las mentiras que nos decían fueron ubicados en las parroquias de la ciudad.
Lo que más me duele es que hallan reemplazado a nuestro párroco con un sacerdote que integraba el Colegio Consultor y nunca dijo nada público en defensa de su hermano.
En todo este tiempo de oración he pensado mucho en qué es la Iglesia sinodal. Y busqué la respuesta en los escritos del papa Francisco: “La sinodalidad es un llamado a restaurar y profundizar nuestras raíces como Pueblo de Dios, que camina unido en una misión común, como seguidores del Camino, Jesucristo”.
“La Iglesia es sinodal si es abierta a todos, sin burocracia ni formalismos, favoreciendo la corresponsabilidad entre obispos, sacerdotes y laicos…”.
Ser una Iglesia abierta, y recalca el papa Francisco “con la esperanza de que la Iglesia se abra a los que todavía luchan para que sea reconocida su presencia en la Iglesia, a los que no tienen voz, a los que sus voces son tapadas, cuando no silenciadas o ignoradas”.
“Invita a caminar buscando generar vida, multiplicar la alegría, no apagar los fuegos que el Espíritu enciende en los corazones”.
Cita el Papa a Don Primo Mazzolari cuando escribía sobre el riesgo, de cierta acción de sacerdotes que en lugar de encender el corazón de sus hermanos, son sofocadores de vida.
¡Hay muchos y muchos textos más sobre la sinodalidad!
Debo reconocer que hoy, tras tantos momentos oscuros y dolorosos acaecidos en nuestra Iglesia Diocesana, sólo me parecen ¡bla!, ¡bla!, ¡bla!
Los que pedimos explicaciones sobre todo lo acontecido fuimos ignorados, nuestras voces acalladas, trataron de silenciarnos, nos censuraron y todo sólo por querer saber la verdad. Evidentemente en nuestra iglesia no existe la sinodalidad.
¿Es de esta manera que pensamos atraer a nuestros hermanos a la Iglesia?
No sólo no vamos a poder convencer a los no creyentes, o creyentes no practicantes, de acercarse, sino que vamos a ahuyentar a los practicantes de toda la vida.
Dijo Jesús: “Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquél que los ocasiona! Más le valdría que le ataran una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes de escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto ¡tengan cuidado! Lc. 17, 1-3
Yo he decidido que una vez que parta el Padre Lucas pienso despedirme de la comunidad de La Asunción, a la que pertenezco hace más de 20 años y a la que amo. Me genera mucho malestar e incomodidad participar en misa celebrada por el nuevo párroco designado. Buscaré otras iglesias, con sacerdotes que respete, para así poder gozar y vivir en plenitud la Eucaristía.
Si me lo permiten me gustaría seguir colaborando en la Noche de la Caridad y participando de la Lectio Divina.
Voy a extrañar mucho esta comunidad que ayudaron a formar con tanto amor sacerdotes, hombres de Dios, como Mons. Gabriel, el Padre Luis y el Padre Luquitas.
Para terminar, les comparto esta contundente aseveración del gran papa San Juan Pablo II: “Tenemos que defender la verdad a toda costa aunque volvamos a ser solamente doce”.
Nora María López
DNI 11714781
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