Monseñor Gabriel Mestre se despidió de la Arquidiócesis de La Plata
La comunidad despidió con afecto a Monseñor Gabriel Mestre en una Misa realizada en Catedral. En un emotivo encuentro lleno de fe y gratitud, los feligreses se reunieron para despedir a su querido pastor, quien tras renunciar como arzobispo de La Plata emprende un nuevo camino como párroco en Nuestra Señora de Fátima, en Mar de Ajó.
A lo largo de unos pocos meses como arzobispo, Mestre no solo dejó huella en cada rincón de la ciudad, sino también en el corazón de cada uno de los feligreses, quienes lo despidieron en una misa que estuvo marcada por una profunda emoción.
Desde el principio de su ministerio, Monseñor Mestre fue un pastor incansable que, fiel a su lema “Cristo es nuestra Paz”, recorrió todos los sectores de la sociedad, encarnando su lema.
Siempre atento a las necesidades de los demás, supo dialogar con todos, llevando el mensaje de Cristo con sencillez y humildad.
Su ejemplo constante de cercanía pastoral lo convirtió en una figura muy querida, tanto dentro como fuera de la Iglesia.
La comunidad platense destaca cómo Monseñor Mestre supo unir y acercar a la Iglesia a personas que se encontraban alejadas, logrando que cada uno, a su lado, se sintiera importante y valorado.
Su calidez, lo convertirá en un pastor inolvidable, y su partida dejará una mezcla de gratitud y tristeza en los corazones de quienes lo conocieron.
Se congregaron en la Catedral, cientos de feligreses para despedirlo, con cierta nostalgia por la brevedad de su paso por la arquidiócesis, pero también con la esperanza de que su camino pastoral en Mar de Ajó sea tan fructífero como lo fue en La Plata.
En un emotivo gesto de despedida, los feligreses se unieron en un prolongado y sentido aplauso al concluir la homilía, como muestra de su gratitud y cariño hacia el Arzobispo. Este aplauso, que resonó en el templo durante varios minutos, simbolizó el profundo vínculo forjado a lo largo de su servicio pastoral y el reconocimiento a su labor incansable en la comunidad.
El Padre Gabriel se despidió, pero su legado de paz, unidad y servicio perdurará en la memoria de toda la comunidad platense. Los fieles continuarán rezando por él, con la esperanza de que algún día pueda regresar a esta arquidiócesis para retomar los proyectos que había iniciado y concretar muchas de las iniciativas pastorales que había soñado para el crecimiento espiritual de su pueblo.
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