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Policiales 22 de septiembre de 2024

Martorella: “No puede ser que un juez o un fiscal sea designado hasta que se jubile”

En la quinta entrega de "Penalistas", la abogada Adelina Martorella critica la forma en la que se desempeñan los funcionarios judiciales, pide que se revean sus gestiones "cada tantos años", y dice que la Justicia está "degradada como la sociedad".

Adelina Martorella considera que algunos jueces y fiscales son permeables a las presiones de la sociedad.

Por Bruno Verdenelli
[email protected]

En el ámbito de Tribunales, Adelina Martorella posiblemente sea vista cómo una de las abogadas de carácter más duro. Tanto en el proceso de litigación, como a la hora de enfrentar a la prensa, la letrada suele marcar su postura firme sin importar si esta es o no “políticamente correcta”.

A tal punto llega su fama de “personalidad fuerte”, que en la quinta entrega de “Penalistas”, el ciclo de reportajes audiovisuales de LA CAPITAL con profesionales locales del derecho, no duda en criticar directamente el servicio de administración de justicia en la actualidad, y la forma en la que los fiscales y los jueces trabajan sin que sus gestiones sean controladas y examinadas. En la entrevista, cuestiona además y puntualmente que “algunos” sean permeables a las presiones de la sociedad.

-Usted es una de las abogadas de carácter más fuerte en el fuero penal de Mar del Plata. ¿Ese aspecto de su personalidad es el que dirigió la elección de este camino dentro del derecho penal o se dio por alguna otra cuestión?

-No, creo que la personalidad y el carácter se van forjando a lo largo de los años. Esta carrera, esta profesión, la elegí desde muy pequeña y bueno, creo que el fuero, digamos el fuero penal, es de los más duros, por decirlo de alguna manera, pero se va forjando el carácter. No, no es algo que venía implícito desde pequeñita.

-¿Y por qué dentro del derecho, el derecho penal?

-Creo que también fue algo que quise desde muy pequeña, no sé por qué motivos. La verdad es que nunca lo he tratado, ni siquiera en terapia, pero es algo que siempre me llamó la atención y se me abrieron puertas como para poder tener la seguridad de que podía dedicarme a este fuero y aportar algo como auxiliar de la Justicia que soy, en esta profesión. Comencé con el doctor Francisco Razona en el año 2001. La verdad que eso me facilitó muchísimo, porque que te forme un gran abogado como fue el doctor Francisco Razona me dio mucha seguridad para este camino.

-¿Y qué ha cambiado desde entonces a hoy dentro del fuero?

-Absolutamente todo. Desde la preparación de la Facultad hasta lo que es el Poder Judicial, el Ministerio Público Fiscal… Han cambiado muchísimas cosas. No en un sentido positivo. Lamentablemente vivimos una Justicia que está como la sociedad, degradada. Entonces esa degradación social en la que vivimos no escapa a lo que es el Poder Judicial.

-¿Qué se podría citar como ejemplo de esa degradación?

-No quiero dar nombres. Pero yo he conocido verdaderos jueces penales que se han jubilado o han fallecido y la verdad, hay buenos jueces todavía que andan bien… Pero, digamos, a veces la ideologización de determinados funcionarios hace que el valor supremo de la Justicia no sea el que guíe sus decisiones, ¿no? Entonces contra eso hay que luchar un poco. Si bien este departamento judicial siempre se caracterizó por tener jueces garantistas, tras todo un movimiento de determinados sectores políticos, sobre todo, han marcado un rumbo donde en determinados delitos la víctima o las víctimas de presuntos abusos sexuales o de violencia de género han hecho que ese garantismo se desdibuje y que solamente se crea en la palabra de la víctima de esos delitos en particular. Entonces, en vez de merituar un poco la versión del imputado, que debería valorarse desde el primer paso del proceso penal, no… Todo va a juicio oral. Los jueces de Garantías no controlan el trabajo del defensor en la etapa intermedia de un proceso, que es el control de la imputación. Ya no se hace el trabajo que se hacía antes y eso me parece que es un grave problema.

-¿Usted cree que eso es directamente dependiente de la bajada de línea política en la Justicia?

-No, no solamente de eso, sino también del miedo a jurys. Hemos tenido acá un tribunal que carece de dos jueces que están suspendidos en sus funciones, entonces a partir de ese antecedente, creo que existe miedo por parte de algunos funcionarios a poder atravesar el mismo camino… Los escraches… Es decir, vemos distintos movimientos fuera, en las inmediaciones del Palacio de Tribunales. Entonces creo que todo eso genera una presión en los magistrados y en algunos fiscales, que no tendrían que ceder ante esas presiones y tendrían que resolver conforme a lo que verdaderamente creen y no a lo que la gente, puertas para afuera, cree que es la verdad.

-¿Y la sociedad qué lugar tiene en eso? Porque de esa respuesta se desprende que antes, en algún momento, la sociedad evidentemente no cuestionaba el rol de la Justicia y hoy tal vez sí…

-No, creo que no. Yo creo que la sociedad no cuestionaba como ahora y que no tenía motivos para cuestionarla como ahora. Me parece que esto es un grave retroceso, que creo que en las generaciones futuras que vienen de nuevos funcionarios tienen una doble carga, porque tienen que demostrar que verdaderamente son dignos e idóneos para los cargos que han sido designados y tratar de cambiar esa visión que se tiene de la Justicia hoy en día. Realmente cuando uno llega al Palacio de Tribunales, uno dice el Palacio de Tribunales, el palacio donde se administra justicia y ve las instalaciones del edificio, realmente uno queda perplejo porque de ahí para arriba es todo caótico. Entonces hay pocas excepciones donde realmente uno diga “qué buen funcionario”, “qué buen magistrado”, “qué buen fiscal”. Son las excepciones. Y antes eran las reglas.

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-¿Y qué cambios cree que deben producirse para que eso se transforme?

-Es un cambio cultural… Me parece que es un cambio en la experiencia que también tienen que tener todos los nuevos operadores del sistema. Es decir, yo creo que no alcanza con el conocimiento, tienen que tener sentido común, que es el que menos vemos. Tienen que tener compromiso con su función… Me parece que también debería reverse cada tantos años si las personas realmente están en condiciones de seguir en esos cargos. No puede ser que un fiscal o un juez sea designado hasta que se jubile y no controlar cómo es esa gestión que lleva… Estamos hablando de administrar justicia. No es poco.

-¿Cómo es ser mujer en ese ámbito? Es una pregunta que le hago a todas las mujeres y no por trazar una diferencia, sino todo lo contrario, para tratar de comprender cómo han ido insertándose en un ámbito que tradicionalmente fue machista.

-El ámbito sigue siendo machista. El machismo es algo que lo vemos cotidianamente en todas las calles. Es decir, está en la vida. Yo he tenido episodios donde he visto machismo desde la facultad en este trabajo… Hoy en día como mujer, el tema es cómo se posiciona una mujer frente a ese machismo. Es decir, yo puedo tener muchas anécdotas de esas, pero digamos, en ninguna me ubico en el rol de víctima. Es decir, algunas cuestiones machistas las he dejado pasar y en otras he sido lo reactiva que el caso ameritaba.

-Cuente una anécdota ahora…

-No, no importa, me las guardo, pero sí tengo muchas anécdotas y creo que va a seguir existiendo, salvo en estas nuevas generaciones, donde la educación en ese sentido es diferente. Pero bueno, yo tuve esa gran suerte, fortuna, de ingresar a este fuero bajo el cobijo de un hombre como Francisco Razona. Entonces las cosas son más fáciles para ingresar dentro de un fuero tan cerrado. Es decir, yo veo hoy en día que alguien se recibe y dice ser penalista y uno lo ve cómo se desenvuelve dentro de un proceso y realmente es para preocuparse… Yo no quisiera estar en manos de abogados de ese estilo. Con esto quiero decir que tiene que haber experiencia. Entonces cuando uno tiene la posibilidad de estar frente a un abogado o una abogada que tiene una trayectoria y que puede enseñar… De hecho, hay muchos estudios jurídicos que dan esa posibilidad a nuevos abogados… Me parece que la preparación es diferente.

-¿Usted como abogada se plantea alguna limitación a la hora de tomar un cliente?

-No, a mí lo que me gusta primero es leer la causa, hablar con el cliente y ver si le creo. Si yo creo en mi cliente, sea como defensora, o sea en el rol de representante de las víctimas… Tengo que tener convicción, simplemente eso. Y mi único interés es el interés sagrado de mi cliente, nada más…

-¿Suele desempeñar los dos roles? Porque hay abogados a los que a veces se los ve de un lado o del otro, en la mayoría de los casos…

-Sí, en los casos más conocidos representé víctimas. Mi mentor de alguna manera siempre fue más defensor que representante de intereses de víctimas. Pero sí, me desempeño cómodamente en los dos lugares.

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-¿Hoy tiene un lugar diferente la víctima en el proceso del que tenía antes?

-Cuando yo empecé a ejercer no existían las leyes que hoy en día protegen los derechos de la víctima o los garantizan… Era más difícil. Hoy en día, creo que sí, y no me parece mal. Es decir, la víctima tiene que tener derechos y garantías que antes eran muy difíciles de hacerlos valer. Pero bueno, volvemos a lo que hemos hablado al principio. El tema es cuando todo eso se desdibuja. Yo creo que también tiene que haber una nueva concepción del conflicto penal y no todos estamos preparados para eso. Así como hay una preparación diferente del abogado para un juicio oral, o para un juicio por jurados, también tiene que haber una preparación diferente del abogado y de los operadores judiciales para ver cómo se trabaja cada conflicto y que no todo termine en una condena. A veces la composición con la víctima es algo que todavía no está debidamente transitado, por decirlo de alguna manera.

-¿Y que le dice a los jóvenes que estudian hoy abogacía y que tal vez quieran iniciar una carrera dentro del derecho penal?

-Que cumplan sus sueños. Es decir, yo fui profesora de la Facultad de Derecho en la práctica procesal penal durante ocho años. En la primera clase lo primero que hacía en ese momento era leerles las normas de ética profesional y que me hagan un análisis de lo que les había llamado la atención de las normas. Hay normas concretas que tienen que ver con el ejercicio del derecho penal. Creo que hay que seguir los sueños, que hay que tener convicción, que hay que creer en lo que puede aportar uno como auxiliar de la justicia para ser una sociedad mejor, ¿no? Si bien el interés sagrado es el del cliente, me parece que uno desde sus pequeños lugares puede aportar mucho.

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Fotos y realización audiovisual: Diego Egidio Romero.



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