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Cultura 6 de septiembre de 2024

Cien años de ‘Marinero en tierra’, los primeros y eternos pasos poéticos de Rafael Alberti

Es uno de los hitos fundamentales de la obra del escritor español. Esta primera poesía es leve, grácil, llena de luz y musicalidad, de imágenes y criaturas imaginadas, expresión de la creciente melancolía del muchacho de mar anclado en tierra.

Rafael Alberti.

La poesía en español celebra esta semana el centenario de la publicación de ‘Marinero en tierra‘, el libro que recogió los primeros poemas publicados de Rafael Alberti, que lo encumbró con un Premio Nacional de Poesía de España y que descubrió que “la vanguardia podía ser también un diálogo con la tradición”.

Así lo define, en declaraciones a EFE, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, que participó en una mesa redonda y lo hará este sábado en una travesía poética por el mar que enlaza Cádiz con El Puerto de Santa María (España), la localidad natal de Rafael Alberti.

Su infancia y adolescencia en la costa atlántica española hizo que ese mar se convirtiera para siembre en “su paraíso perdido”, en “el telón de fondo de toda su obra”, dice a EFE su viuda, María Asunción Mateo.

Un fondo, la nostalgia del mar, que comenzó cuando a los 15 años se trasladó con su familia desde El Puerto de Santa María a Madrid.

Allí se dedicó en principio a lo que entonces era “su locura”, la pintura, recuerda su segunda esposa y viuda.

Una afección respiratoria lo llevó a combinar su residencia en la capital con la sierra de Madrid, dos espacios en los que entre 1920, cuando la muerte de su padre lo llevó a escribir su primer poema- que no conservó-, y 1924 compuso los poemas que unió bajo el título ‘Mar y Tierra’.

“En esa época no tenia fe en sí mismo como poeta. Un amigo lo animó a presentar el libro al Premio Nacional de Poesía y le dieron el primer premio. Con las cinco mil pesetas que le dieron se dedicó a invitar a los amigos y se compró un abrigo”, recuerda su viuda.

Cuando, tras la concesión del premio, Alberti fue a recoger el manuscrito vio cómo de sus páginas se caía una nota que Antonio Machado, miembro del jurado, había olvidado dentro y que elogiaba la obra. Tiempo después, al encontrarlo en la calle, le quiso agradecer el comentario y éste le dijo “era el mejor”.

En 2020 un particular en una subasta en Madrid el manuscrito original de ‘Marinero en tierra’.

Luis García Montero explica que este poemario supuso “un acontecimiento” porque descubrió que la vanguardia “podía ser también un diálogo con la tradición, una lectura modernizadora de la tradición”.

Alberti, que “había conectado con los movimientos de vanguardia española, sobre todo con el ultraísmo”, tiene en su primer poemario un recuerdo de las estrofas clásicas, de los cancioneros medievales, del soneto y del terceto, pero al mismo tiempo hay “un lenguaje muy renovador y muy en contacto con la juventud poética de principios del siglo XX”.

En opinión de García Montero, la obra del autor español fue “un éxito” porque supuso “un reconocimiento de la calidad” poética de Rafael Alberti y “le abrió todos los caminos” y consiguió inmediatamente el apoyo de poetas como Juan Ramón Jiménez.

La utilización de estrofas clásicas “con una voluntad modernizadora” caracterizó también la poesía de otros poetas jóvenes que formaron parte en Madrid del grupo de amigos de Alberti como Federico García Lorca.

‘Marinero en tierra’, el título que finalmente tuvo el libro, tuvo siempre “un significado especial” para Alberti. “No es que fuera su libro preferido, pero fue el primero”, cuenta su viuda, que destaca que sus versos están “llenos de pureza, de lo que se llamó la difícil sencillez”.

Sueño del marinero

AbajoYo, marinero, en la ribera mía,
posada sobre un cano y dulce río
que da su brazo a un mar de Andalucía,

sueño en ser almirante de navío,
para partir el lomo de los mares
al sol ardiente y a la luna fría.

¡Oh los yelos del sur! ¡Oh las polares
islas del norte! ¡Blanca primavera,
desnuda y yerta sobre los glaciares,

cuerpo de roca y alma de vidriera!
¡Oh estío tropical, rojo, abrasado,
bajo el plumero azul de la palmera!

Mi sueño, por el mar condecorado,
va sobre su bajel, firme, seguro,
de una verde sirena enamorado,

concha del agua allá en su seno oscuro.
¡Arrójame a las ondas, marinero:
-Sirenita del mar, yo te conjuro!

Sal de tu gruta, que adorarte quiero,
sal de tu gruta, virgen sembradora,
a sembrarme en el pecho tu lucero.

Ya está flotando el cuerpo de la aurora
en la bandeja azul del océano
y la cara del cielo se colora

de carmín. Deja el vidrio de tu mano
disuelto en la alba urna de mi frente,
alga de nácar, cantadora en vano

bajo el vergel añil de la corriente.
¡Gélidos desposorios submarinos
con el ángel barquero del relente

y la luna del agua por padrinos!
El mar, la tierra, el aire, mi sirena,
surcaré atado a los cabellos finos

y verdes de tu álgida melena.
Mis gallardetes blancos enarbola,
¡oh marinero!, ante la aurora llena

¡y ruede por el mar tu caracola!



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