Ariana Harwicz: “Considero la escritura como un acto de venganza”
La búsqueda de la incomodidad, los cruces entre narrativa, cine y teatro y las formas en que se filtra el francés en su escritura son algunos de los ejes de la charla que tuvieron las docentes Cecilia Secreto y Marina Messineo con una de las autoras argentinas de más resonancia internacional.
Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977) junto a Marina Messineo y Cecilia Secreto. / Foto: Lucas Durso. Subsecretaría de Comunicación de la Facultad de Humanidades.
Por Rocío Ibarlucía
Basta leer los títulos de su trilogía de la pasión para percibir que la narrativa de Ariana Harwicz está cargada de violencia y perversión: “Matate, amor”, “La débil mental” y “Precoz” (editadas por Mardulce). Con una prosa que revuelve el estómago, la autora argentina que reside en la campiña francesa desde 2007 pone el dedo en la llaga al hablar con mordacidad e ironía de temas como la familia, la maternidad, la extranjería. El rechazo que provocan sus textos en el cuerpo se acrecienta en su cuarta novela, titulada “Degenerado” (Anagrama, 2019).
“¿Quién es la escritora que se esconde detrás de estos textos incómodos?”, se preguntó Cecilia Secreto, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), en la presentación que realizó sobre Harwicz el pasado 14 de agosto.
El evento se llevó a cabo en el marco de “Hablemos de…”, un ciclo de charlas con escritores que viene desarrollando el Departamento de Letras de la Facultad de Humanidades de la UNMdP -bajo la dirección de la Dra. Agustina Ibañez-, la agrupación La Storni Docente y La Storni-Graduades de Letras. En esta oportunidad, además, colaboraron la Fundación de la UNMdP, y Librería universitaria & Espacio cultural. Por el ciclo han pasado reconocidos autores como Hernán Casciari, Martín Kohan, Paula Bombara, Agustina Bazterrica, Guillermo Saccomanno y Lina Meruane, con el objetivo de acercar a estudiantes, docentes y a la comunidad en general a personalidades de la literatura argentina y latinoamericana.
La charla “Hablemos de…” con Ariana Harwicz fue declarada de interés cultural por el Ente Municipal de Turismo y Cultura de Mar del Plata. /Foto: Lucas Durso. Subsecretaría de Comunicación de la Facultad de Humanidades.
En una sala del espacio Chauvin colmada por más de 150 oyentes, el decano de la Facultad de Humanidades, Dr. Enrique Andriotti Romanín, tuvo a su cargo las palabras de apertura, en las que resaltó la importancia de este encuentro literario en medio de días de reclamo por la recomposición salarial y la defensa de la educación pública.
Tras esta introducción, las moderadoras Cecilia Secreto y Marina Messineo presentaron la última novela de Harwicz, “Perder el juicio”, que, como describió Secreto, “retoma las otras novelas, acelera con todo y termina en Argentina”.
Harwicz comentó al respecto: “Dijiste que las novelas aceleran con todo y me pareció perfecto, porque tengo esta idea de la velocidad, del auto, de la carrera en todos los sentidos, incluso la carrera filosófica, como esa película ‘Contra viento y marea’. La escritura para mí tiene algo de eso, de estar sola contra todos, sola contra el mundo. Quizás cada vez trato de llevar las novelas un poco más al abismo. No sé si lo logro, pero intento que la lengua esté cada vez más radicalizada, aunque a veces es difícil, porque ya ‘Degenerado’ es una novela muy fuerte, incluso a mí misma me da impresión leerla”.
“La cabeza llena de cine”
Además de novelas, Harwicz escribió ensayos como “El ruido de una época” (2023) y el libreto de la ópera “Dementia”, que se estrenará en el Teatro Colón de Buenos Aires en la temporada 2025. Pero esta no es su primera experiencia en las artes escénicas: la trilogía de novelas ha sido adaptada al teatro en Argentina, España e Israel. “Matate, amor”, por ejemplo, continúa en cartelera con la actuación de Érica Rivas y la dirección de Marilú Marini. Y, como si fuera poco, este 2024 se anunció que su primera novela será llevada al cine de Hollywood por Martin Scorsese, con Jennifer Lawrence y Robert Pattinson como protagonistas.
Este cruce de la literatura con el teatro y el cine se debe a la formación interdisciplinaria de la autora. Harwicz estudió filosofía en la UBA, fotografía, cine en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (Enerc), dramaturgia en la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) de Buenos Aires y, además, se considera “una estudiante de Letras frustrada” porque nunca terminó la carrera. “El cine y el teatro me influenciaron muchísimo porque, en realidad, llegué a la literatura al final”, confesó en la charla del miércoles pasado.
El lenguaje audiovisual no solo se ve en las adaptaciones sino en su propia narrativa. “Pienso con la cabeza llena de cine. Todo el tiempo mis escenas, creo yo, se narran como si estuviera la cámara prendida, hay algo de escenificación del cine en mi escritura”, agregó.
La apertura de la charla estuvo a cargo del decano de la Facultad de Humanidades, Enrique Andriotti Romanín, y la directora del Departamento de Letras, Agustina Ibañez. / Foto: Lucas Durso.
“El punto G de mi escritura”
Emocionada de estar en Mar del Plata, ciudad con la que reconoció tener un vínculo afectivo, Harwicz recordó anécdotas como una escena iniciática mirando el mar: “De adolescente, me fui a la escollera a leer ‘Cartas a un joven poeta’ de Rilke para entender qué era ser poeta porque yo quería serlo”. Por primera vez, regresó a Mar del Plata ya no como aspirante, sino como escritora, algo que le parecía imposible.
“Considero la escritura como un acto de venganza que puede ser contra alguien, contra uno mismo o contra los que te dijeron que no lo ibas a lograr” (Ariana Harwicz).
Imposible, en parte, porque varias personas a lo largo de su vida han intentado poner en jaque su deseo de escribir. Por eso, Cecilia Secreto le preguntó si esto puede relacionarse con la idea de escribir como venganza que desarrolla en el preámbulo a la trilogía.
“Tocaste el punto G de mi escritura -le responde la autora con sentido del humor-. No soy la única, bebo de las aguas de la tradición, pero siempre considero la escritura como un acto de venganza que puede ser contra alguien, contra uno mismo o contra los que te dijeron que no lo ibas a lograr, sea ser ingeniero, pintor o cantante de ópera. Mi exsuegro, que está en ‘Matate, amor’, a modo de parodia, me dijo algo así como ‘¿sabés cuántos quieren ser escritores como vos? ¿Sabés cuántos libros se editan en Francia por mes?’. Y es cierto, en Francia se editan muchísimos libros que terminan en depósitos, porque no entran en las bibliotecas y son triturados. Pero esa burla del deseo me generó más ganas de escribir. Toda mi escritura se arma en ese deseo de vengarme, no de los que me dijeron que no iba a poder escribir, sino de la que yo era cuando creía que no iba a poder. Mi padre también me dijo: ‘Qué lástima, tanto talento tan desperdiciado y nunca escribiste nada’. Y ahí fui corriendo a escribir ‘Matate, amor’. Finalmente, le agradezco a mis enemigos”, lanzó la autora con una sonrisa socarrona.
“Perder el juicio”
La quinta y última novela de Ariana Harwicz, que Anagrama lanzó en abril de este 2024 en Argentina, se adentra en la mente de una mujer que tras perder la custodia de sus hijos por decisión judicial, se ve involucrada en un robo, un incendio, el secuestro de los niños y una fuga.
Para Messineo, a diferencia de las mujeres de la trilogía que “quieren morirse o sienten morirse, la protagonista de ‘Perder el juicio’ piensa en matar”, por lo que observa un pasaje al acto del “Matate, amor” al “Te mato yo”.
A esta observación, la autora respondió: “Todos los personajes que escribo, incluso los hombres, tienen un problema con la ley, con el destino que les tocó, quizá como todos nosotros. Todas tienen un problema de angustia grande, un problema con el orden del mundo y todas transgreden la ley. Pero creo que es cierto que la mujer de ‘Perder el juicio’ es la que finalmente deja de ser sumisa, toma el poder y pasa al acto, más que las otras. Bueno, secuestra a los hijos”.
“Escribo novelas donde hago cosas a un hijo que nunca le haría en la vida. Para no hacérselo lo escribo. Para mí la escritura es pasar al acto lo que en la vida no se puede” (Ariana Harwicz).
Por otro lado, Harwicz develó que este libro se inspira en el caso de Sofía Troszynski, una argentina, en este momento prófuga, que huyó para que no le saquen a su nena, quien debía ser restituida a su padre, residente en París, tras un fallo de las justicias francesa y argentina. La madre de la niña se había opuesto alegando violencia de género por parte del padre. “Ayer me encontré con su padre y me dijo que se levantó el secreto de sumario, así que no estoy diciendo nada que perjudique a Sofía”, reveló.
Foto: Lucas Durso. Subsecretaría de Comunicación de la Facultad de Humanidades.
Escribir entre lenguas
Hacia el final del encuentro y a partir de una pregunta realizada por el público, la autora contó acerca de los modos en que se filtra la lengua francesa en su escritura: “La verdad es que no sé si hubiese sido escritora o ni siquiera sé si hubiese escrito algo de no haberme ido de Argentina. No estoy haciendo una apología de que hay que irse de Argentina, eso sería absurdo. Simplemente digo que cada escritor busca su propio paisaje, mental o físico. En mi caso, me fui y escribí rodeada de un ambiente francófono que no es París, sino que es una lengua francesa del campo, con otras onomatopeyas, otro ritmo, otra musicalidad, otra lengua finalmente”.
Harwicz, en ese sentido, reconoció seguir una tradición de escritores argentinos que escribieron en Francia, más allá de Cortázar, o en otros lugares del mundo, en los que se ve “cómo la órbita de otra lengua entra en la escritura, inevitablemente”.
“Mis novelas fueron atravesando los estadios de aprendizaje de una lengua. Atravesaron todos los malentendidos, ese sentirse extranjero del que habla Ágota Kristóf, una profesora de Letras de Hungría que, escapando del comunismo, terminó sus días en Suiza”, donde se sentía una analfabeta por no hablar francés. Y reconoció: “Pasar del estadio de la humillación o de odiarse a sí mismo es una buena escuela para escribir”.
Sobre esta cuestión de vivir y escribir entre lenguas, Harwicz ha reflexionado en “Desertar”, un libro escrito con Mikaël Gómez Guthart, un traductor francés que vive en Argentina, en el que se preguntan si se puede desertar de la lengua materna. Se trata, en sus palabras, de una “pregunta imposible y apócrifa porque, como puede verse en textos de Nabokov o Beckett, la lengua materna queda siempre como sedimento”, concluyó la autora.
Para conocer más sobre el ciclo de charlas “Hablemos de…” organizado por el Departamento de Letras de la Facultad de Humanidades de la UNMdP, la agrupación docente La Storni y la agrupación de graduados de Letras La Storni, consultar sus cuentas de Instagram @letras.fh.unmdp, @lastornidocente.fh.umdp y @lastorniletras.fh.unmdp.
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