La Copa es cosa de River
Un gran trabajo de sus mediocampistas lo convirtieron en dominador de un clásico que tuvo ritmo, emociones y expulsiones. Driussi, de penal, y el ecuatoriano Mina marcaron los goles.
Foto Mauricio Arduin
Por Sebastián Arana
Lo buscó con mucho esfuerzo físico. Le agregó más juego a partir de la mitad del primer tiempo. Y finalmente le agregó contundencia para aprovechar la flojera defensiva de Boca. River fue superior y ganó un Superclásico atractivo de principio a fin para quedarse con la Copa “Luis Nofal” que se puso en juego anoche en el estadio “José María Minella”.
Tuvo de todo el primer tiempo. Menos goles. Nervios y pierna fuerte en la primera mitad. Ritmo y emociones en la segunda, cuando se dedicaron a jugar. River fue más constante en el esfuerzo para no permitirles crecer a Pablo Pérez y Gago. Pero las veces que los dos generadores de juego de Boca recibieron y tuvieron tiempo para pensar, originaron situaciones de peligro delante del arco de Batalla.
El equipo de Gallardo, con su intención de presionar fuerte la salida “xeneize”, procuró forzar errores. No tuvo, sin embargo, demasiadas luces para capitalizarlos en los minutos iniciales.
Boca, por momentos, lució confundido. Pero una aparición siempre puede cambiarlo todo. Pablo Pérez tomó libre un balón en tres cuartos y puso un pase al claro brillante para dejar sólo a Pavón frente a Batalla. El arquero tapó con el pie y salvó a River.
Esa llegada fue la única de la primera mitad del primer tiempo. Más corrida y conversada que jugada. Pitana, además, tuvo que esforzarse para llevar las riendas cortas y frenar el juego brusco. Luis Olivera, por caso, tuvo que salir lesionado a los 17’ por un fuerte golpe del colombiano Pérez.
Paulatinamente, sin embargo, los dos comenzaron a jugar. El mediocampo de River ganó en precisión y movilidad. Creció mucho el trabajo de Ignacio Fernández, lo mejor de la primera parte. Y entonces, en la medida que River ganaba en confianza y buscaba el arco, Boca también empezó a encontrar espacios para lastimarlo.
Entonces se armaron veinte minutos finales intensos y atractivos.
Los dos pudieron ponerse en ventaja en ese lapso. River, con una volea apenas desviada de Driussi, un gran cabezazo de Mora que desvió Werner con una gran estirada y dos remates de media distancia de Mora y “Nacho”, este último como broche de un estupendo caño a Gago. Boca, por su parte, con un desborde de Centurión que salvó con lo justo Moreira cuando a sus espaldas se relamía Benedetto, una aparición ofensiva de Tobio a la salida de un córner, un zurdazo potente y alto de Fabra y un remate de frente de Centurión que Batalla controló con esfuerzo.
El arranque del segundo tiempo fue ni más ni menos que una continuidad del final del primero. River tuvo la iniciativa con su decisión y el gran despliegue de sus mediocampistas. Y Boca, réplicas muy profundas. En una de ellas, tras una buena combinación entre Pablo Pérez y Pavón, Batalla tapó el disparo del volante. Del otro lado, después de una buena habilitación de cabeza de Driussi, Werner le sacó un mano a mano a “Nacho” Fernández. Enseguida, tras un error de Tobio, lo perdió Gonzalo Martínez. Y poco después Mina tuvo que esforzarse para salvar un pase atrás venenoso de Pavón.
No había respiro. Se iba de un arco a otro. Parecía increíble a esa altura que River siguiera corriendo como en el arranque del partido. Pero lo hizo y siguió forzando errores. En uno de ellos, Martínez encaró, desequilibró a Tobio, quien no tuvo más remedio que cortar la gambeta del ex Huracán con la mano. Pitana dio penal y Driussi lo convirtió. Iban 17’ del segundo tiempo.
Tras esa conquista, Boca estuvo cerca con un remate débil de Centurión a las manos de Batalla tras otro buen pase de Pavón. Pero, en la búsqueda de la igualdad, Gago se adelantó más en el terreno y crecieron los espacios a sus espaldas. Y esos metros desnudaron las torpezas de Tobio e Insaurralde. Una “peinada” hacia atrás del chaqueño terminó regalando un córner imprevisto. Iban 23’. Martínez lo ejecutó con precisión y Mina lo conectó con un violento cabezazo, alto y cruzado. Inatajable para Werner.
Fue un golpe muy fuerte para Boca. No se pudo levantar. No tuvo respuestas futbolísticas. Las anímicas, esta vez, se tradujeron en desbordes. Como el que originó el tumulto que terminó con las expulsiones de Insaurralde, Benedetto y Driussi.
River, aún con las salidas de Ponzio y Fernández, resguardados por Gallardo pensando en la final de la Supercopa Argentina frente a Lanús, mantuvo el control del partido. Y se dio el gran gusto del verano.