Por Sebastián Arana

Lo esperó muchos años. Lo vivió y lo disfrutó como si fuera la final del mundo. Alvarado se dio el gran gusto del año y venció 1-0 a Aldosivi en la segunda edición del año del clásico. Tuvo el mérito de aprovechar su momento y una genialidad Diego Becker le allanó el camino. Como si fuera poco, se metió en zona de Reducido y propició que su rival perdiera la punta de su grupo.

La decisión del “Torito”, más el agregado inestimable del viento. Ese “combo” marcó la primera parte. Todo le quedó a contramano al equipo de Andrés Yllana, incapaz de encadenar tres pases seguidos. Siempre directo, Alvarado fue muy veloz para transicionar al ataque una vez que recuperó la pelota. Con mucho empuje, lo hizo con frecuencia en los primeros veinte minutos.

Aldosivi, sorprendido, no pudo sostener la pelota. Ni siquiera, viento mediante, pudo revolearla lejos en los momentos de mayor asedio. El equipo local fue una tromba en la mitad inicial de la primera parte. En los primeros diez ya hizo trabajar dos veces a Carranza, bien ubicado para tapar un cabezazo de Belinetz y un remate frontal de Leyes.

Lo más claro para el equipo de Gabriel Gómez, de todos modos, llegó superado el cuarto de hora. Después de una recuperación de Becker, Gonzalo Soto metió un cruce providencial para salvar una llegada mano a mano de Guillermo Sánchez. Tres minutos más tarde, Becker, muy activo, desbordó por la izquierda y metió un centro bajo que Belinetz intentó rematar de taco. Salvó Carranza, no pudo Jaurena en el rebote y tampoco Leyes en una segunda instancia.

Aldosivi pareció reaccionar superada la primera mitad de la etapa. Y casi llega al primero con una réplica filosa. Gestada por Laméndola para Alonso y salvada por un cruce oportunísimo de Monzón cuando el delantero se aprestaba a rematar. Minutos después, el arquero tuvo que volar hacia un costado para desviar un bombazo de Piñeiro.

Hacia el final de la etapa, el gran momento de Alvarado en el arranque parecía haber quedado atrás. Pero Becker frotó la lámpara y cambió el curso del clásico. El “Torito” volvió a encerrar a Aldosivi y a los 39’ encadenó una sucesión de centros cruzados. El último despeje de Guerrico quedó corto, Jaurena recuperó el balón y metió el pase de taco para Becker, quien enganchó para su pierna izquierda y sacó un “misil” que se incrustó en el ángulo superior derecho de Carranza.

Aldosivi quedó “groggy” por ese impacto. Alvarado se le fue encima y casi consigue el nocaut. A los 43’, tras un córner de Becker, Lobo Medina “compró” y cobró penal una muy leve sujeción de Soto a Ortiz. Y Carranza evitó el segundo volando hacia su izquierda para tapar la ejecución de Belinetz.

Cualquiera podía suponer que el elenco portuense, ahora con el viento a favor, se llevaría por delante a su rival en el complemento. Sin embargo, al partido se le sumó otro condicionante: el propio resultado.

Aldosivi, naturalmente, se encontró con terreno y pelota. Pero también con una muralla de diez jugadores que, por añadidura, no pararon de correr. Aunque levantaron Sills y Alan Sosa y el ingreso de Luján por Piñeiro le agregó claridad, le sobró apuro y le faltó un poco más de precisión para romper las pocas grietas que dejaron Robledo y compañía.

Alvarado dejó a Belinetz descolgado arriba contra todo el mundo y no se sintió tan incómodo como Aldosivi en la primera parte. De todos modos, se comenzó a amontonar el trabajo en la mesa de Lungarzo.

El arquero desvió un disparo de media distancia de Sosa, tapó un cabezazo en el primer palo de Colazo (también tuvo otra oportunidad de cabeza y desvió por encima del travesaño), otro “testazo” de Alonso y, cerca del final, un disparo a quemarropa del “Topo” González en el primer palo tras un gran centro de Santiago Luján.

No anduvo tan lejos del empate Aldosivi. Alan Sosa, en la última jugada del partido y en una inspiración parecida a la de Becker del primer tiempo, sacó un gran disparo que se fue muy cerca del ángulo.

Pero era la tarde de Alvarado y no hubo fuerza que pudiera cambiar el curso de los acontecimientos. Prevaleció la genialidad de Becker y pegar primero para aprovechar su momento. Y así se dio el gran gusto del año.

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