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Policiales 18 de julio de 2024

Una falla en la bomba de achique y 500 kilos de chernia: las causas del hundimiento de la lancha

Crónica del naufragio de la embarcación Proa Al Sol II. Tras la declaración del sobreviviente, Nicolás Banza, la Justicia reconstruye el hecho ocurrido a 20 millas náuticas de Mar del Plata. Mientras, Prefectura y la Armada continúan la búsqueda de los dos desaparecidos.


La salida de la lancha Proa Al Sol II desde el muelle del Club de Motonáutica fue a las 4 de la madrugada del sábado. El timonel, Martín Parodi, y los dos marineros, Iván Kohen y Nicolás Banza, planeaban llegar hasta un sitio en medio del mar en el que, por la presencia de piedras a 75 metros de profundidad, solía haber buen pique.

Ese punto cardinal, si bien difuso, está ubicado a aproximadamente 30 millas náuticas de la costa de Mar del Plata. Por dicho motivo, en una embarcación como la que navegaban los tres hombres -de 6,90 metros de largo y con un motor de 200 caballos de fuerza-, tardarían en llegar entre cuatro y cinco horas.

A pesar de las bajas temperaturas, el clima les permitió concretar una buena jornada de pesca. Lo mismo había ocurrido cuando Parodi concurrió a realizar la misma acción el 5 y el 9 de julio previos. De ese anteúltimo viaje había sido parte también Kohen, quien le comentó a Banza la posibilidad de repetirlo el sábado.

Según la reconstrucción del caso que realiza ahora la Justicia Federal, Banza conocía a Kohen desde hace algunos meses, cuando se mudó a Mar del Plata para trabajar con su novia en el hostel que ella y su padre tienen en el centro. A Parodi, en cambio, lo había tratado sólo dos días antes, al reunirse para organizar la nueva travesía. “Fuimos a la casa de Iván a tirar las líneas para pescar y ahí nos vimos por primera vez”, declaró en un pasaje de la audiencia que mantuvo con el fiscal Santiago Eyherabide.

El objetivo, ya a esta altura quedó claro, no era deportivo a pesar de que la embarcación no estaba habilitada para acciones comerciales. Iban a buscar chernia por gusto pero, también y si era posible, para vender en tierra.

Otro navegante que ya había sido parte de estos viajes estuvo a punto de subir a la Proa Al Sol II y, según trascendió, decidió no hacerlo porque sabía que la misma poseía un desperfecto que, anteriormente, ya les había dado un susto: la bomba de achique, el artefacto que sirve para desagotar el agua cuando se filtra en el interior de la lancha, fallaba constantemente. Y no había sido repuesta ni reparada…

Últimos minutos

Los tres marineros habían permanecido casi todo el día en el mar cuando alrededor de las 17.20, conforme consta en el expediente judicial, cayeron en la cuenta de que estaban demorados: debían regresar a las 21 al muelle. De inmediato, el timonel dispuso la vuelta.

La embarcación estaba preparada para cargar, como máximo, 300 kilos. Sin embargo, por un cálculo que hizo Banza al declarar en sede judicial, se sospecha que contenía alrededor de media tonelada sólo de pescado.

Pasadas las 19 comenzaron los problemas: los navegantes observaron que de uno de los agujeros por los que suele desagotar el líquido que, eventualmente se filtra en el casco, no salía nada. Entonces, Parodi fue hasta la bodega de la lancha, donde estaba ubicada la bomba de achique, y también detectó agua allí.

Entonces, el capitán acomodó una especie de fusible que en apariencia funcionaba incorrectamente, y logró, provisoriamente, que el artefacto volviera a encenderse. De todas maneras, se dijeron entre sí que debían monitorear, cada un determinado lapso, que no se detuviera de nuevo.

A las 21.45, y después de demorar unos minutos el control, Parodi volvió a la bodega y descubrió lo peor: una manguera de la bomba de achique se había desprendido y el agua comenzaba a cubrir casi todo el habitáculo.

Desesperado, avisó a los marineros y alcanzó a deducir que la bomba de achique en lugar de favorecer la expulsión del líquido, propiciaba su ingreso. Acto seguido, accionó el sistema de alerta marca Garmin y pidió auxilio. Entonces, salió de la cabina donde estaba el timón y Kohen y Banza le gritaron que volviera y trajera los chalecos salvavidas. Fue la última vez que lo vieron: el capitán ingresó nuevamente y nunca más salió, según el testimonio del sobreviviente.

El agua, para entonces, había alcanzado la batería y el motor de la Proa Al Sol II, que se detuvo y comenzó a hundirse. En menos de cinco minutos, Kohen -reconocido skater local- y Banza flotaban a nado en el mar.

“Volví a nacer”

Los marineros no llevaban chalecos salvavidas y, peor aún, uno de ellos tenía colocado una especie de mameluco de pesca de goma que, como cubre casi todo el cuerpo, al colmarse de agua puede provocar la inmersión directa: era Banza.

A pesar de ello, el hombre de 37 años logró alcanzar la proa de la lancha luego de alejarse unos metros, tras sospechar que, si esta se hundía del todo, por el efecto remolino podía ser succionado hacia el fondo. Como ya habían recorrido aproximadamente 10 millas náuticas en regreso a la costa, se sospecha que la profundidad del mar, en ese lugar, era de unos 50 metros.

En ese momento, Banza intercambió algunas palabras a los gritos con Kohen, al que luego observó alejarse y perdió de vista.

Lo que siguió fue la noticia del naufragio informada horas más tarde, después del rescate que personal de la Prefectura Naval Argentina (PNA) realizó del sobreviviente, al que ya había avistado también la tripulación del NKR “Alice”, un barco de bandera liberiana. El mismo buque alumbró el punto en el que flotaba la proa de la lancha durante el salvataje.

Según explican los especialistas de la fuerza, se trató de un operativo extraordinario debido a las condiciones climáticas y el horario nocturno. “Por cómo fue, no sería raro que Prefectura reciba un reconocimiento en el exterior. Se montó muy rápido y se logró salvar a alguien que estaba con hipotermia y sin chaleco salvavidas. Si se producía una demora mayor, el procedimiento hubiera fracasado. Fue impresionante”, explicó una fuente consultada.

El helicóptero de la PNA que trasladó a tierra a Banza arribó al Aeropuerto Internacional “Astor Piazzolla” a las 0.45 del domingo y, desde allí, una ambulancia lo trasladó de urgencia al Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), donde los médicos le realizaron los estudios pertinentes. Al comprobarse que se hallaba en buen estado de salud, recibió el alta al atardecer siguiente.

“Sentí que me moría y volví a nacer. Estoy acá gracias a Dios y a mi hermano fallecido que está en el cielo, que fue el que me tiró la soga. Así lo siento yo”, contó Banza al ser entrevistado por LA CAPITAL cuando finalizó su declaración judicial.

Investigación y ramificaciones

En los próximos días, mientras continúa la búsqueda de Kohen y Parodi por parte de la PNA y la Armada, la fiscalía ordenará nuevos pedidos de información documental. También tomará más declaraciones testimoniales en el marco de la expediente que hasta el momento fue caratulado “Averiguación causales naufragio”.

De acuerdo a los datos que pudo obtener este medio, no se descarta que existan ramificaciones del caso y que la Justicia Federal pida intervención a otros organismos para iniciar otra investigación que permita determinar la existencia de negocios vinculados a la pesca comercial ilegal en la ciudad. En ese sentido, trascendió que podrían tomar parte en tal pesquisa la AFIP y la propia autoridad naval.