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Cultura 6 de julio de 2024

“La cofradía de los caracoles”: un encantador cuento ilustrado sobre diversidad e inclusión

El libro de la reconocida poeta y educadora platense Pamela Vestfrid recibió la Faja de Honor de la Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires.

Pamela Vestfrid (1977, La Plata) es licenciada y profesora en Comunicación Social (UNLP).

Por Ximena Pascutti

“La cofradía de los caracoles” es una pequeña historia sobre los vínculos que pueden desarrollarse entre seres que son o parecen muy diferentes. En este nuevo cuento de Pamela Vestfrid, ilustrado por Rodrigo Vilches Luppo, un gato que siempre ha salido a cazar caracoles después de la lluvia desea por primera vez unirse a ellos, a su comunidad, en lugar de atacarlos. ¿Será posible dibujar una nueva amistad entre especies tan diversas? ¿Podrán los caracoles confiar en él?

Dice Vestfrid sobre su libro: “Este cuento ilustrado propone a los lectores reflexionar sobre la amistad que se puede generar entre seres muy distintos. Aborda temas como la soledad, la empatía y los lazos que se despliegan en el patio de una casa entre un gato y un grupo de caracoles que aparecen tras copiosas lluvias”.

Pamela Vestfrid es comunicadora, profesora en establecimientos terciarios y universitarios, y autora de “Collage infinito” (Hespérides, 2022), “La cofradía de los caracoles” y del volumen “Atajos poéticos”, que reúne 62 poemas acompañados con ilustraciones de Valentina Zeltner.

Tapa Caracoles

-¿Sobre qué trata tu reciente libro “La cofradía de los caracoles”, que obtuvo el reconocimiento de la SEP en la categoría “Cuento infantil-juvenil”?

-Es una historia que nos propone reflexionar sobre la amistad que se puede generar entre seres muy distintos… En ella vemos a un gato que se inquieta por las reuniones que mantienen muchos caracoles en el patio donde vive. El gato siempre contempla la misma escena después de que llueve copiosamente. Y un día siente que ya no desea atraparlos y aplastarlos, como en otras oportunidades, sino que quiere hacerse amigo de ellos. Reconociendo que es diferente, desea ahora unirse a ellos para compartir buenos momentos. Este pequeño cuento refleja lo maravilloso de la vida: animarnos a cambiar nuestros vínculos, abrirnos al encuentro de otras almas diversas que nos permitan crecer y conocer otras perspectivas para habitar este mundo.

-¿Por qué te parece importante hablar, desde el lenguaje poético, sobre la dimensión de lo colectivo, la diversidad y la inclusión?

-Soy comunicadora social y la palabra escrita es un lenguaje muy presente en mi cotidianidad. Pero considero que todas las formas de expresión son válidas y útiles para provocar la reflexión… En mi caso, uniendo palabras e ilustraciones. Creo que el libro es una metáfora breve para que lectoras y lectores de cualquier edad puedan repensar sus vínculos, incluso aquellos que hayan cortado y quieran retomar. Además, cuando lo he compartido en escuelas, los niños se sentían identificados porque… ¿quién no ha jugado con caracoles o gatos?

-En paralelo con tu actividad literaria, trabajás desde hace dos décadas dictando en la universidad y el nivel terciario materias relacionadas con la “crianza digital”. ¿Qué significa este concepto?

-Hoy las pantallas están muy presentes de manera intensiva en nuestras rutinas, ya sea para pasar el tiempo compartiendo memes o fotos, para hacer compras, buscar información, estudiar o trabajar. Hay muchos especialistas que dicen que el aislamiento obligatorio en la pandemia de Covid-19 aceleró el proceso de incorporación de lo digital en la vida de las personas. Recordemos que en la educación, todos los niveles educativos, incluso el inicial, se dictaron a través de la pantalla, sincrónica o asincrónicamente. Eso adelantó el contacto de las infancias con los dispositivos tecnológicos de comunicación. ¿Pero qué vendría a ser la crianza digital? Este lazo más temprano con las pantallas y de mayor cantidad de horas por día, llevó a los niños y a personas de todas las edades a estar con un contacto cotidiano más presente con la tecnología. Los padres de los niños que se socializaron con las pantallas más tarde, no recibieron educación en ese sentido y tampoco saben cómo enseñarles a sus hijos. Por otro lado, sus pequeños las usan, saben sacar fotos, postear, entrar a un sitio web, pero fallan al momento de seleccionar información confiable o cuidarse de violencias digitales como el grooming, el cyberbullying, etcétera. Hay conciencia respecto de no dejar a los niños solos en la calle, sin antes explicarles algunos peligros, pero lamentablemente no ocurre lo mismo cuando se les regala o presta un celular. Por ello, la crianza digital es muy necesaria.

-¿Cómo podemos acercar la literatura a los/as adolescentes, en estos tiempos en que los soportes tecnológicos resultan más accesibles y familiares que un libro?

-Ahora las generaciones más jóvenes leen mucho, pero desde el soporte digital. Son otras formas de leer, quizá más fragmentadas o superficiales. Y aparecen nuevos géneros o experiencias como las de los booktubers o booktrailers. Los jóvenes pueden explotar otras formas de comunicarse, producir y hacer circular discursos de manera rápida, impensadas hace unos años atrás. Además, desde sus celulares pueden comunicarse más fluidamente con los músicos, poetas, escritores o actores que siguen. Lo digital ofrece muchas posibilidades interesantes porque no solo habilita el consumo de información, sino también su generación.

Si bien en la actualidad los adolescentes no están tan vinculados a la lectura y escritura en soporte papel, las pantallas también tienen sus potencialidades, al margen de sus desventajas. Tienen acceso a mayor cantidad de información y libros digitales, y también pueden seguir autores y booktobers por las redes sociales. Y aquello que leen, pueden después compartirlo, comentarlo o generar contenido para intercambiar en sus redes sociales. Por ejemplo, en la última Feria del Libro Internacional de Buenos Aires hubo muchas actividades destinadas a jóvenes, para que sea el punto de encuentro con sus escritores de la misma edad o influencers famosos del mundo de las letras.

“Es maravilloso animarnos a transformar nuestros vínculos”

-Tu obra poética tiene una dimensión visual notable, donde la fotografía funciona como disparadora de otros procesos creativos. ¿Cómo dialogan en vos todos estos lenguajes?

-Sobre la fotografía puedo decir que me formé en 1999 con José Luis Mac Loughlin, un destacado fotógrafo platense y de nuestro país. En ese momento no se hablaba aún de la fotografía digital. Aprendí a revelar con líquidos en la oscuridad, a cambiarle los colores a las fotos de manera artesanal o comprándome lentes de colores en las casas de fotografía. Si bien al día de hoy lo técnico cambió, las enseñanzas sobre composición, encuadres y luz del arte fotográfico han dejado huella en mí. No es meramente la cuestión de sacar una foto, sino lograr una mirada propia: eso que reconoces cuando ves las fotos de un gran artista. Hoy con las redes sociales consumimos a diario más imágenes que antes. Nuestra cultura es mucho más visual. En la pandemia retomé mis estudios de fotografía a distancia con especialistas de España como Amparo Muñoz Morella y Javier Sancho Boils.

-Otro de tus libros recientes se llama “Collage infinito”y es un pequeño tesoro que reúne cuentos, poemas y hermosos collages construidos a partir de tus autorretratos. ¿Cómo surgió la idea de combinar en un libro todas estas expresiones artísticas que te cautivan?

-Ese libro lo escribí en el contexto del aislamiento por Covid-19. Dentro de todo lo complejo que estábamos atravesando, el cambio en mis rutinas me dio la posibilidad de retomar estudios a distancia de fotografía y escritura creativa. En un momento estaba tan fascinada, que realizaba múltiples formaciones al mismo tiempo: de cuento, de escritura somática, de autorretrato para el autoconocimiento… Y de todo eso, salió esta publicación. Sentí una gran necesidad de expresarme frente a la parálisis mundial que nos impuso masivamente la pandemia. Fue un tiempo de incertidumbre y, a la vez, de mucha introspección. Como no podía salir de mi casa, fui construyendo imágenes de manera muy artesanal, con lo que tenía a mano: estampillas, botones, hojas, yuyos y pasto del patio. Todo se resignificó.

-¿Qué estás leyendo en este momento? ¿Algo para recomendar?

-Estoy con varios libros a la vez, voy picoteando. Mis lecturas son erráticas. Puedo quedarme enganchada con un párrafo que leo por mucho tiempo, dándole mi propia interpretación. Estoy leyendo “Somos animales poéticos” de Michéle Petit. Muchos colegas lo recomendaron y desde el título me atrapó. Estuve releyendo “Mujeres atragantadas” de Marcela Alluz, un libro magistral de relatos cortos que abordan las realidades de diferentes mujeres. Distintas situaciones que a todas nos pueden pasar, con su crudeza y su poesía. Otros libros que tengo a mano y visito seguido: “Escribir un silencio” de Claudia Piñeiro y “Teoría de la gravedad” de Leila Guerriero. Ambas compilan relatos sobre temas variados y me encanta cómo lo hacen, con una sencillez narrativa asombrosa, precisa, inteligente.