Las vidas de cinco mujeres adultas se cruzan en “El mejor final“, la novela de la escritora marplatense Laura G. Miranda, que fue lanzada oficialmente el 4 de mayo último, en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Se trata de una nueva historia coral que la autora de “Volver a mí”, “Ecos del fuego”, “Las otras verdades”, “Tierra en los bolsillos”, entre otros, publica en el sello VERA.
En este volumen, que incorpora elementos policiales y de suspenso, Miranda invita a reflexionar, a través de las vivencias de sus personajes, sobre la toma de decisiones, las relaciones, los diferentes tipos de amor y la posibilidad aspirar a una vida plena, más allá de haber pasado los años de juventud.
La incomodidad
“La incomodidad antecede a los cambios o a los finales”, definió la autora. Esa incomodidad atraviesa a todas las protagonistas de la novela. ¿Se quedarán en ella o se enfrentarán al miedo y recorrerán el difícil camino de buscar su mejor final?
Guadalupe, quien se despierta en la habitación de un hospital, sin memoria, tras ser agredida en un bar; Rosalía, abandonada por su esposo Gerardo, quien confiesa estar enamorado de su joven secretaria; Paulina, quien reflexiona sobre su relación con su esposo y sus deseos personales; y Bianca e Irene, hermanas mellizas con un vínculo que no fluye, se enfrentan a su zona de confort, los secretos, la rutina, los viajes, las dudas y el deseo. Todo a través de la particular pluma de Laura G. Miranda que también profundiza en las dificultades de las relaciones humanas y el poder de la palabra, del diálogo.
“El diálogo como la base de todos los vínculos, el poder de la palabra, la capacidad de escuchar o las consecuencias de no hacerlo, sin duda, son un eje fundamental en mis historias”, compartió Miranda en una charla con LA CAPITAL, a poco menos de un mes de la aparición de esta novela que ya la está llenando de satisfacciones.
“Cuando se le pueden poner palabras a lo que sucede se ha dado el primer paso. A partir de esa aceptación de los hechos es posible pensar y analizar las chances concretas. Es necesaria la vista clara de la situación despojada de decorado. Lo que es, es y así debe afrontarse. Hablarlo es lo primero por hacer y la amistad es el lugar”, profundizó sobre la temática clave.
Las novelas de Laura G. Miranda van mucho más allá de las historias que cuenta. Las vivencias de sus personajes, dotadas de un gran realismo, son vehículos a través de los que invita a reflexionar y sacar conclusiones propias, sin hacer prevalecer ninguna opinión. “Creo que esa es la razón por la que la esperan tanto”, confesó.
Valga el ejemplo de la presentación de la novela el 4 de mayo, cuando la autora vivió una jornada “de mucha emoción” inesperada. A la marplatense le habían asignado una sala con capacidad para 80 personas, pero desde temprano había fila para ingresar. “Desde prensa de la editorial intentaron por todos los medios obtener autorización para que hubiese gente de pie o agregar sillas y no fue posible por protocolo de seguridad. Pero a las 18.40 -20 minutos antes de la presentación de Miranda- se suspende el evento previsto para la sala Julio Cortázar, con capacidad para 200 personas, ubicada al lado y la organización de la Feria la ofreció a las autoridades de mi editorial, quienes aceptaron el cambio de inmediato. Por todo ese vértigo, cuando salí y vi la sala estallada de personas, literalmente lloré frente a un público amoroso que no paraba de aplaudir y celebrar el momento”, contó, aún emocionada.
Historia coral
– Una vez más, proponés una novela coral, pero en la que las historias confluyen. ¿Qué desafíos te planteó, cómo la fuiste trabajando?
– El mayor desafío de esta historia no fue construir su estructura, sino visibilizar las diferentes situaciones de incomodidad en los roles que ocupan sus personajes hacia el afuera y algunos, en sí mismos. ¿Cuándo es el principio del fin? ¿Qué actitud tomamos frente a lo inevitable? ¿Por qué?
– En cada protagonista incorporás temáticas muy diversas. ¿Cómo se te ocurrió unificarlas?
– Porque todas esas situaciones son parte de la vida misma y en la mayoría de los casos, la incomodidad que antecede a los cambios o a los finales se relaciona con alguna o todas ellas.
– Además, tienen protagonismo mujeres y edades que, si bien vos ya has abordado, no suelen ser protagonistas. ¿Es una reivindicación?
– No lo tomo como una reivindicación, sino como la necesidad de demostrar que el amor no es privativo de los más jóvenes. Pasados los 40 o los 50, pasan cosas y los planteos son muchísimos. Casi tantos como las alternativas para tomar decisiones que nos acerquen al bienestar, muchas veces perdido en la rutina o el deber ser.
– ¿Tuviste intención de poner en debate el concepto del amor romántico y la crisis o el replanteo en el que se encuentra en la actualidad?
– Sí. El amor es difícil. Las relaciones lo son aún más. Diría que a más años vividos, mayor complejidad en los vínculos, pero no por eso menos deseo de ser feliz y disfrutar. No creo en historias perfectas, porque eso pasa solo en la ficción. Paradójicamente, yo escribo ficción dotada de realismo. Creo que esa es la razón por la que mis lectoras las esperan tanto.
– ¿Hay una invitación a la reflexión en cuanto a la redefinición de los vínculos?
– Diría que hay una invitación a reflexionar sobre todos los aspectos con los que no nos sentimos bien y que se postergan porque los cambios se presentan como muy difíciles o imposibles. Es un libro para enfrentarse a la zona de confort y empujarla de nuestra vida si no nos sentimos plenos. Los peores comienzos aparecen cuando nos hacemos cargo de la realidad y solo a partir de ahí podemos avanzar hacia el mejor final de cara a nuevos inicios. Da miedo porque hay que abrazar la incertidumbre y atravesar momentos que, a corto plazo, son bravos, pero estoy convencida que valen cada paso dado en dirección a estar bien.
– Una de las características de tu escritura es que los personajes plantean diferentes escenarios con los que se pueden coincidir o no, pero sin juzgar. ¿Buscás siempre ofrecer espacios de reflexión, inspiración, comparación?
– Yo lo llamo multiplicidad de voces. Instalado el conflicto, trabajo a través de mis personajes posturas distintas y alternativas de solución también muy diferentes. Lo hago con la intención de que los lectores tengan chance de identificarse siempre y no hago prevalecer ninguna opinión.
– Estas historias cruzadas cobran un tinte policial. ¿Cómo te orientaste en ese sentido?
– Me divierte intercalar el tinte policial, le da cierta adrenalina y suspenso a la historia que al mezclarse con los vínculos se transforma en algo irresistible de debatir.