La biofilia es un camino de ida
Por Nico Antoniucci
En este espacio hemos hablado de arquitectura biofílica pero no de como mantener sus plantas. Si vos sos de los que llenan sus espacios interiores de plantas quédate leyendo esta columna que hoy hablamos de ello.
Ya sabemos que los espacios de vida y de trabajo con abundante vegetación nos hace bien, lo que a veces no sabemos es explicarlo. Y eso es porque el paisaje se conecta con nuestro instinto animal. Instinto forjado a base de una linea de tiempo de evolución que va desde el mono hasta nosotros. Los primeros humanos definidos como tal aparecieron hace 3 millones de años y desde allí hasta solo hace 200 años, con la revolución industrial, nuestra vida se circunscribió a 4 paredes y, con suerte, alguna ventana. Ventana que, en algunos casos, da a otro edificio. Nuestra conexión con el verde, forjada mediante la evolución de 5 o 6 especies del genero Homo hasta llegar a sapiens se cortó abruptamente. Pasamos horas encerrados en una casa, luego en un auto o ómnibus para luego pasar otras 8 horas en otro edificio trabajando. Nuestros niveles de cortisol se elevan evidentemente producto del stress y los baños verdes (esos momentos que atravesamos la vegetación de una plaza, parque o bosque) cada vez son menos.
Tambien hay otra razón, la ionización del aire. Los iones negativos, en este caso buenos para las personas y animales en general, se producen en sitios con producción de oxigeno a través de fotosíntesis y/o del agua en movimiento, como fuentes o cascadas. Por eso nos atraen tanto y, culturas milenarias con un gran poder de observación sensible de la naturaleza, como la china, manifiestan a través del feng shui la necesidad de espacios verdes con agua. Tambien es porque el “ruido blanco” del agua en movimiento enmascara otros cacofónicos como el producido por el transito y/o la actividad humana.
Pero ¿qué necesitan las plantas a cambio? La definición “Planta de Interior” es tan artificial como la de “Planta Artificial”. Raro, no? No. Porque el término “Interior” es artificial y las plantas no han evolucionado para vivir adentro. Por eso tendremos que asistirlas para que nos ayuden a vivier mejor. Una mano por otra.
Agua: el agua de canilla suele contener cloro (hipoclorito de sodio, sodio = sal), aparte de ser alcalinas. Dos minerales que a nuestras amigas originarias de la selva no le gustan. La Selva es un medio natural ácido (la cal les cambia el pH) y no salino. Si en el edifico tenemos ablandador de agua resolvimos el asunto del pH pero no el del cloro. Si no tenes ablandador para resolver el pH podras usar sulfato de hierro en bajas dosis en el agua del riego cada 3 o 4 semanas en época de calor y cada 6 o 7 semanas en el invierno. Para librarnos del cloro, hay que dejar el agua en reposo unas horas para que se estabilice. Tambien ese truco es bueno para evitar el shock térmico, ya que en invierno tenemos nuestras plantas en 24º y el agua de la canilla puede estar en menos de la mitad. Imagínense bañarse con agua fría. Si tenemos posibilidad de recolectar agua de lluvia, sería la perfección total desde todos los puntos de vista que se puedan analizar.
Nutrientes: siempre comparo a los sistemas de cultivo en maceta con los mates. Porque en definitiva tanto el mate como la maceta reciben agua recurrentemente y esta se va por un drenaje; o bombilla; llevándose el contenido en suspenso. En el caso de los mates el agua lixivia el “gustito a mate” y en el caso de la tierra el agua se lleva minerales esenciales para el crecimiento y algunos microorganismos fundamentales. Imitando a los grandes cebadores de mate, cuando regamos debeos de hacerlo con suavidad para no revolver la tierra y, cada 6 meses, se recomienda una renovación de la “tierra” de la superficie de la maceta. Tierra entre comillas porque en realidad las plantas de interior llevan un sustrato muy liviano en sus raíces. Lo que se hace es retirar una pequeña capa de la superficie, removiendo suavemente, y completar con humus de lombriz, muy rico en nutrientes orgánicos y microorganismos benéficos. Entre semestre, tambien es bueno agregar fertilizante en el agua de riego para mantener los elementos minerales fundamentales para el desarrollo y crecimiento.
Humectación: como en el interior no llueve y, en sima, los aires acondicionados en verano y los calefactores en inviernos tienen a secar el aire, lo ideal es pulverizar agua para mantener las hojas hidratadas. Esta acción como mínimo se debe hacer una vez cada mes. Como contrapartida se desaconseja hacerlo en todo momento y mantenerlas mojadas todo el tiempo para evitar fungosis. Junto a esta tarea es muy aconsejable pasar un algodón en sentido a favor de la hoja para retirarles el polvo que se acumula sobre ellas. Este polvo, aparte de afearlas, les impide la entrada de luz para fotosíntesis y les dificulta la libre respiración y transpiración.
Ventilación: el aire del interior suele viciarse y no necesariamente de dióxido de carbono y patógenos, si no de productos de limpieza y otros agresivos en suspensión. Es recomendable la ventilación, incluso como un estimulo positivo para ellas. Tambien hay que prestar mucha atención al momento de limpieza de la habitación. Y acá es donde suceden muchas de las mayores agresiones invisibles que reciben las plantas. Nunca lo tenemos en cuenta pero losp productos de limpieza en suspensión como limpiavidrios, desengrasantes, lustra muebles etc, tanto como el efluvio de los solventes de ceras para pisos, lavandinas, bioquitol y demás productos limpiadores de pisos que suben hasta ellas pueden ser asesinos silenciosos. Y nadie lso tiene en cuenta.
Luz: la medición de las fuentes de luz suele ser engañosa. A veces pensamos qe con poner una planta al lado de una ventana es suficiente y no pensamos que en realidad la estamos colocando en medio de un eclipse. La luz del sol es de geometría paralela, quiere decir que los rayos viajan de forma lineal. Y si la planta está del lado de la pared, aunque haya una ventana al lado, la luz sigue de largo sin alcanzarla suficientemente. Para no caer en el error tenemos que colocar una hoja de papel blanca y ver como refleja la luz. Mínimamente la luz que reciben las plantas debería ser suficiente para que podamos leer durante una hora sin que se canse la vista. Eso equivale a 500 luxes por metro cuadrado. Otra forma de medirlo sin un luxómetros es bajar una app al celu y testearlo así. Por mas que las app no sean exactas, con que nos de un margen de error del 15% nos basta para esta prueba.
Otro error típico es dejar todo cerrado cuando nos vamos de casa y olvidarnos que las plantas comen luz. No es solo tener buena luz cuando estamos nosotros en casa si no todo el tiempo posible, por lo menos 10 a 12 horas.
Plagas: con buena ventilación, luz y buenos nutrientes generalmente las planas son menos propensas a enfermarse. Pero si igual ocurriera hay que acudir inmediatamente a su vivero de confianza para que nos ayuden con la solución. Llevar las muestras en un sobre o, mejor, directamente la planta. Si sacamos fotos deben ser de cuerpo entero y de detalle de cada órgano afectado. Los detalles cuentan, por eso la fotos deben ser nítidas y en foco.
La biofilia es un camino de ida, ya que estamos neurológicamente programados para amar la naturaleza y, sobre todo, las plantas: fuente histórica de comida y refugio para nuestra especie
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