Un joven de 21 años fue condenado a 6 de prisión por haber cometido dos robos diferentes con pocos meses de diferencia.

El primero de los hechos se registró en mayo de 2023 en una panadería del barrio Félix U. Camet al que, de acuerdo con la investigación judicial, ingresó armado y se llevó el dinero de la recaudación. En tanto que el segundo ocurrió en septiembre, cerca de Playa Grande, donde amenazó a dos adolescentes con un cuchillo para luego sustraerles una campera y dos teléfonos celulares.

A través de un juicio abreviado, el joven aceptó ser sentenciado por Alfredo Deleonardis, magistrado miembro del Tribunal Oral Nº 4, semanas atrás.

El imputado había sido aprehendido después del primero de los casos, ocurrido el 11 de mayo de 2023 a las 18 en un comercio de la ruta 11, a la altura del kilómetro 505, entre las calles 8 y 10. Allí, ingresó aquél día y amenazó con un revólver a la empleada, a la cual le robó 5 mil pesos de la caja registradora. Inmediatamente, escapó de allí.

Personal policial de la comisaría decimoquinta -con jurisdicción en la zona- comenzó a investigar el hecho al recibir la denuncia minutos más tarde, y avistó al sospechoso en las inmediaciones, sobre calle 22, entre 15 y 17. Entonces, secuestró en su poder dinero en efectivo -por una suma de 4.780 pesos- y el arma de fuego, que no funcionaba y no poseía municiones en el tambor.

A pesar de ello, el joven quedó en libertad posteriormente y el 13 de septiembre de 2023, minutos antes de las 20, asaltó a dos menores que caminaban por Roca, en el cruce con Rivas, en dirección a Alem. A ellos les exhibió un cuchillo y les sustrajo una campera y dos teléfonos celulares, para luego escapar corriendo.

La madre de uno de los adolescentes denunció lo sucedido minutos después y señaló que uno de los aparatos había sido localizado por su sistema de geolocalización en el barrio Felix U. Camet. Más precisamente, en Avenida Central , entre las calles 19 y 21.

Entonces, se inició un operativo que permitió llegar hasta una vivienda de Isla Laurie al 200. La policía allanó la casa y supo que allí vivía el acusado. Inclusive, en dicho lugar se secuestró uno de los teléfonos sustraídos, la prenda textil un cuchillo, y una gorra que, según las víctimas, utilizaba el ladrón al momento del hecho.

Como el imputado, además, tenía diversos tatuajes distintivos -uno de una rosa en en el rostro-, fue identificado fácilmente, y quedó detenido.

Varios meses después, la causa llegó a debate. Las partes llegaron a un acuerdo para que se realizara un juicio abreviado semanas atrás y el juez Deleonardis condenó al ladrón a 6 años de cárcel por ambos hechos.