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Opinión 12 de enero de 2017

Arroyo: “Hay churros rellenos…churros”

Por Miguel Cuberos (*)

(*) Ex Secretario Turismo y Deporte.
Provincia de Buenos Aires
La genial viralización del sketch de Fer Metilli “sonidos de playa” podría sintetizar, a su vez, la concepción que de la actividad turística tiene el actual gobierno municipal de Gral. Pueyrredon con el agravante de no reconocer que son “Mar del Plata”, sin eufemismos, el principal destino turístico del país.

A la ineptitud y/o desidia de la gestión turística marplatense se las intento contrarrestar con cuasi épicas declaraciones que realizaron históricos productores teatrales como también de la conductora de TV Mirtha Legrand, sumado a acciones de silenciosos prestadores de servicios , casi en soledad, en defensa del destino turístico.

Tras un año de gestión de Arroyo no ha habido ninguna acción fundada en una Política Pública Turística que fuera aplicada de cara a la actual temporada que ya en los meses precedentes se presumía compleja, menos aun una planificación sobre el posicionamiento deseado como destino para todo el año.

Ni siquiera tuvo lugar la acción básica, necesaria e ineludible de promoción del destino existiendo, recordémoslo, un fondo específico de Promoción Turística de la ciudad aportado por privados a través de tasa municipal.

No está demás decir que la ciudad sufre niveles extremos de desempleo, razón de sobra para ofrecer condiciones favorables a la industria turística al menos como paliativo de tal flagelo.

Ante este escenario me permito resaltar, mínimamente, tres incapacidades manifiestas en la gestión turística marplatense:

– Incapacidad de convocar a un trabajo asociativo concreto entre sector público y privado, tal como emana de la Ley Nacional de Turismo. Por el contrario, actividades vinculadas con la promoción de Mar del Plata se vieron obstaculizadas por la gestión de gobierno.Ejemplo de ello han sido la falta absoluta de apoyo y colaboración municipal en la promoción de la cartelera de obras y espectáculos, operativos nefastos en salas de teatros y prohibición de eventos de música electrónica (muy convocantes), para lo cual un Estado moderno y presente otorgaría un marco regulatorio y de contralor exhaustivo y no prohibirlos por ineficiencia del mismo.

– Incapacidad en el desarrollo de nuevos productos y atractivos turísticos y/o puesta en valor de los ya existentes que permitan una estadía mas prolongada en el destino.En lugar de ello aceptamos pasivamente la modalidad de solo “un finde en Mar del Plata” y eso es mera consecuencia de una gestión mediocre para la diversificación y modernización de la oferta en pos de más y nuevos turistas.

– Por último, fue evidente la incapacidad de previsibilidad en el impacto de ciertas variables económicas sobre la temporada (tipo de cambio, devaluación, incremento de precios, incapacidad de ahorro en sectores medios, etc.). La advertencia de tal afectación hubiese obligado al gobierno municipal a intervenir oportuna y activamente en la única ecuación que al turista le interesa: costo-atractivo-calidad-beneficio; ya que cada uno de esos términos de la ecuación son responsabilidad primaria del gobierno marplatense.

De más está decir, a esta altura, que anhelar una planificación estratégica que defina el perfil de turista que el destino pretende (el mundo así lo hace) sería estar hablando de la existencia de una cuarta dimensión o el sexo de los ángeles con la actual administración. En síntesis, con un gobierno municipal que no sabe, no entiende o no le importa la actividad turística y un acompañamiento residual de la Subsecretaría Provincial (cabe aclarar, que del rango de Secretaría se bajo a Subsecretaría, mientras que se debió emular al Gobierno Nacional que pone en valor a la actividad con el rango de Ministerio) seguramente será una errática e incierta temporada.

El Intendente Arroyo debería convocar a los actores del sector (los que hacen el turismo) y reveer en conjunto su política pública turística con el fin de revertir la situación actual que en primera instancia pareciera ser la de esperar sentado a los turistas con la única consigna de “hay churros rellenos churros…”.