Los alimentos aumentaron un 68,6% en los últimos tres meses en los comercios de barrio de Mar del Plata y Batán, informó el Instituto de Investigación Social Económica y Política Ciudadana (Isepci).

Según el relevamiento mensual que realiza la entidad en más de 120 comercios de cercanía de los barrios populares, una familia de dos adultos y dos niños necesitó en febrero para adquirir la Canasta Básica de Alimentos (CBA) $ 282.129, mientras que en noviembre precisaba $ 167.313.

El relevamiento arrojó una suba mensual del 14,2% respecto de los valores de canasta alimentaria registrados en enero.

El rubro almacén lideró los aumentos del primer trimestre, con un 75,8%; carnicería tuvo un aumento del 65,1% y verdulería llegó al 57,4%.

En los últimos doce meses, los productos de almacén que más aumentaron fueron el arroz (1000%), los fideos guiseros (455%), la polenta (488%), la yerba y la manteca (370%).

Dentro del rubro verdulería, la banana (566%) y la mandarina (500%) fueron las que más subieron. Y en carnes, los cortes vacunos tuvieron incrementos interanuales en torno al 300%, el pollo aumentó 349% y el pescado, 337%.

Dentro del conjunto de productos de higiene y limpieza que también releva el Isepci en forma mensual en Mar del Plata y Batán, los aumentos más relevantes fueron los del jabón blanco (14%), el jabón en polvo, el detergente y la lavandina (17%), los pañales (21%), el rollo de cocina (24%) y la esponja de cocina (42%).

El director local del Isepci, Rodrigo Blanco, advirtió que, “detrás de la estrategia del Gobierno nacional de mostrar una desaceleración de la inflación”, se registra “una persistente suba de los productos alimentarios esenciales para cualquier familia y una perspectiva de incremento de la inflación de cara a marzo, producto de todas las subas anunciadas para este mes en curso: combustibles, electricidad, transporte urbano y de larga distancia, educación y salud privadas, impuestos provinciales y tasas municipales”.

A su entender, “todos estos aumentos, que continúan corriendo a un ritmo mucho más acelerado que el incremento de los ingresos familiares provenientes de salarios, jubilaciones o asignaciones sociales, están dando lugar a una estrepitosa caída del consumo y una creciente angustia en los sectores más postergados, que comienzan a privarse del acceso a bienes y servicios esenciales”.