Amor y dolor. Esperanza y enojo. Euforia y melancolía. Realización y frustración. Pérdidas, traición, soledad. En “María es Callas”, Natalia Cociuffo transmite todas las emociones por las que tuvo que atravesar la gran cantante lírica durante el último tramo de su vida. Una vida signada por su gran talento, pero también por decepciones y tragedias.
Tras su exitosa presentación la semana pasada, la obra escrita por Adriana Tursi, dirigida por Tatiana Santana, dirección musical de Rony Keselmanb y coreografía de Valeria Narvaez, vuelve a subir a escena este martes 27 de febrero, a las 21.30 en la sala Astor Piazzolla del Teatro Auditorium.
La puesta minimalista se vale del contraste de los colores, las luces y del coro compuesto por Sol Agüero, Pedro Frías y Pilar Rodríguez Rey para retratar -y a la vez rendir un homenaje- a la mujer detrás de la gran artista que en diciembre de 2023 hubiera cumplido 100 años.
María, la incomprendida; María, la mujer; María, la diva; María, aquella a quienes todos le piden más, a la que no le alcanzan ni el talento ni la dedicación para conformar ni a la industria, ni a su familia, en su casa, en París, aferrada al teléfono y a las voces en su cabeza. María sufre su duelo y el desamor, sola.
El equipo de trabajo presenta una propuesta que logra transmitir las más íntimas emociones y sensaciones de una mujer que se entregó entera, pero nunca fue suficiente, ni para los demás, ni para sí misma.
A poco de volver a subir a escena en Mar del Plata, LA CAPITAL conversó con Tatiana Santana, la directora de la obra, que fue ganadora del premio Hugo a mejor ensamble masculino para Pedro Frías Yuber y obtuvo cuatro nominaciones a los premios ACE.
María y su coro de “voces”: Pedro Frías, Sol Agüero y Verónica Pacenza.
– ¿Cómo fue el trabajo de investigación sobre María Callas y cómo llegaron a esta síntesis, a este momento particular de la artista?
– Adriana Tursi, la autora, estudió en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y conoce de cerca la vida y obra de María Callas. Ella eligió este recorte de su vida para contar un aspecto íntimo, más humano y absolutamente vinculado con la belleza de su arte. Luego, cuando me acercó la obra a mí, yo estudié su biografía, vi videos, su película “Medea”, y fueron de gran inspiración para comenzar el trabajo de los ensayos con las y los intérpretes y el diseño de la puesta.
– ¿Hubo una decisión de antemano de ahondar en la intimidad, en las emociones de la persona, la mujer, más allá del personaje o la figura pública, pero además en el momento de ocaso de su carrera, de su vida?
– Sí, fue una decisión. Adriana tiene una gran habilidad para imaginar, empatizar, sentir las voces de las mujeres de la historia. Sin duda, hay mucho para decir de este momento de la vida de María Callas junto a Aristóteles Onassis; cuando sufrió y amó con locura, siendo una mujer en conflicto constante entre su figura pública y su sentir más profundo, cuando sus emociones la desbordaban y fue dejando de lado a su artista, para encerrarse en su dolor.
– ¿Cómo se fue delineando con Natalia el abordaje del personaje, en este caso, con un peso más actoral que en lo cantado -aunque los fragmentos que canta no solo son estética y técnicamente bellos, sino contundentes-?
– Trabajamos muchísimo con Natalia en comprender todas las emociones que afectaban a este personaje y diferenciar los momentos de la acción. Es una mujer al teléfono con el amor de su vida, encerrada en una relación tortuosa de la que no puede salir. Pasa por momentos de enojo, otros de dolor, de esperanza, de miedo y de melancolía y amor; queríamos diferenciar cada uno de ellos y comprender el avance de la acción.
Con respecto a lo cantado, desde el principio, con Rony Keselman, decidimos que la música sería original y acordamos con Natalia que nos inspiraríamos en los colores operísticos, pero no nos interesaba imitar a La Callas, sino lucir a Natalia (que es una intérprete increíble) y homenajear al personaje desde nuestro lugar como artistas y como mujeres.
– ¿Cómo llegaron a ese coro/voces internas de María en su soledad?
– En la primera versión del texto, los reporteros iban contando datos y hechos de la historia para darnos contexto de la acción. También comentaban poéticamente lo sucedido con ella y su sentir. Luego, junto a Keselman y Tursi, transformamos muchos de esos comentarios en canciones y creamos nuevas canciones. Y se sumó Valeria Narváez, armando las coreografías.
A su vez, con los ensayos, fue creciendo la participación del coro en la acción, duplicando la voz de María, su cuerpo, jugando el rol de la figura masculina. María se refleja en el coro, y ellos y ellas la reflejan, la asedian, la contienen. Son distintas aristas del personaje y del conflicto.
– Hay una comunión en el juego de colores, junto a la iluminación, la escenografía geométrica, ese teléfono que contribuyen a transmitir las sensaciones de María en el espectador. ¿Cómo los trabajaron?
– Para todos los lenguajes nos inspiramos en Grecia, en sus colores, sus vestuarios, la ópera, la “Medea” de Pasolini protagonizada por Callas, la versión de Almodóvar de “La voz humana” de Cocteau. La obra está dividida en tres momentos y un epílogo. La escenografía y la iluminación acompañan el cambio de uno a otro y dialogan con el vestuario. Los colores rojo, magenta, azul y violeta bañan el espacio y el cuarto de María, absolutamente blanco, se va transformando, siguiendo a la heroína en su recorrido, en el viaje hacia lo profundo de su alma, en su recorrido personal.
– ¿Por qué creen que es tan importante, hoy, el mensaje de la historia de María, las humillaciones que sufrió, las pérdidas, los duelos, la soledad?
– María fue una mujer que vivió en un mundo dirigido por hombres, donde tuvo que enfrentarse con grandes empresarios y pagar altos costos por ello. Traumada con su imagen, se obligó a adelgazar escapando a los límites de la salud, y así las marcas y las cámaras comenzaron a desearla. La prensa la asediaba, la castigaba, la veneraba, sin cuidado. Fue una mujer con una estructura emocional frágil, que dio todo lo que podía y más para satisfacer al resto (su madre, los hombres, la prensa, los empresarios), pero nunca fue suficiente, siempre le exigieron más, sin perdonarle nada. En este contexto adverso, logró revolucionar la música, dejar una huella imborrable en el arte mundial. Mujeres como ella existieron y siguen existiendo y consideramos que merecen ser honradas, respetadas y valoradas. Hay que hablar de ellas, contar su historia, para protegerlas, ayudarlas y concientizar. A su vez, nos interesa que el público que no conoce su arte pueda interesarse por él y descubrirla.