Hablemos de depresión
Por Armando Policella
La depresión es uno de los principales problemas de Salud Pública. En 2017 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a la depresión la primera causa de discapacidad entre todas las enfermedades, que afecta a cinco de cada 100 personas en todo el mundo.
En 2018, la Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA) publicó un estudio realizado en la Argentina donde se encontró que casi nueve de cada 100 habitantes sufrieron depresión en algún momento. Luego de la pandemia se estima que ese porcentaje aumentó.
Depresión no es lo mismo que tristeza. Es una enfermedad (una reacción emocional y física diferente a la normal) que alcanza a personas de diferentes edades, que afecta el ánimo, distorsiona negativamente cómo y qué pensamos sobre nosotros y el entorno; afecta el nivel de energía, el sueño, la sexualidad, el apetito,, tiñendo el pensamiento de emociones negativas (pesimismo, desesperanza, vulnerabilidad). Los afectos positivos como sentirse gozoso, contenido, orgulloso, disminuyen notable e intensamente.
Los síntomas centrales de la depresión son un estado de tristeza o abatimiento intenso y persistente, pérdida de interés y dificultad para obtener placer, a los que se suman síntomas “físicos” como cansancio, fatiga, dolor.
En ocasiones, los síntomas prevalentes son los “físicos”, por lo que muchas veces los diagnósticos son erróneos o tardíos, ya que se busca ayuda consultando a médicos generales. En algunos casos, los síntomas emocionales pasan desapercibidos o se consideran menos relevantes, y se recurre a una psicoterapia inadecuada. Esta situación subraya la necesidad de una mayor conciencia sobre la problemática.
La depresión es una enfermedad que compromete a todo el cuerpo. El factor común subyacente a este compromiso generalizado es un mecanismo inflamatorio que implica un aumento de enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, metabólicas e inflamatorias crónicas.
Los síntomas pueden aparecer como manifestaciones secundarias de otras enfermedades: anemia, hipotiroidismo, déficits vitamínicos, celiaquía, infecciones, diabetes, tumores, etc., o por efecto de sustancias (de abuso o efectos secundarios) por lo que todos los pacientes deben ser estudiados para determinar si la depresión es secundaria o un desorden primario.
Entre los factores de riesgo encontramos:
– Antecedentes de otros trastornos de salud mental
– Situaciones de estrés o traumas
– Familiares consanguíneos con antecedentes de depresión u otro trastorno mental.
– Enfermedades crónicas de base.
– Medicamentos: algunos como antihipertensivos, ansiolíticos, algunos medicamentos para el cáncer, etc. (siempre consultar con el médico de cabecera)
– Abuso de alcohol o de drogas recreativas.
Se estima que solo una de cada tres personas que sufren depresión busca ayuda, y de esas que buscan ayuda, solo una de cada tres consulta a un especialista.
Un 50% de pacientes abandona el tratamiento al sentirse mejor, aumentado el riesgo de recaídas o cronificación del cuadro. Completar el tratamiento bajo indicación del psiquiatra es fundamental: mejora el estado anímico y reduce el riesgo de enfermedades asociadas. Los tratamientos actuales incluyen psicoterapia, fármacos y medidas de cuidados.
El psiquiatra, tras evaluar la gravedad y características de la depresión, indica el tratamiento más adecuado. La evaluación incluye factores personales y condiciones médicas y lo que llamamos el “diagnóstico diferencial” para personalizar el tratamiento.
Los “tratamientos combinados” (psicoterapia y fármacos) muestran los mejores resultados. Dentro del campo de la psicoterapia, la Terapia Cognitivo Conductual es la más eficaz en episodios agudos. Los psicofármacos antidepresivos son de suma utilidad y deben estar asociados a una psicoterapia adecuada. En los casos de depresiones moderadas y graves son fundamentales.
Sin un tratamiento adecuado, la depresión puede afectar dramáticamente la calidad de vida. En los casos más graves, las personas pueden llegar al suicidio.
Me gustaría concluir con dos temas a abordar de manera urgente.
Primero, si bien es un problema mundial, en nuestro país es necesario entrenar intensivamente al equipo de salud en general, y en particular al equipo de Salud Mental en el diagnóstico y el tratamiento precoz de la depresión.
Por otro lado, queda pendiente establecer protocolos interdisciplinarios adecuados para detectar precozmente y facilitar el tratamiento dejando de lado dogmatismos y abordando el tema desde una perspectiva de derechos humanos, ofreciendo a los pacientes el mejor tratamiento y lugares especializados y adecuados para su recuperación o internación.
La OMS estima que para 2050 la depresión será la principal causa de enfermedad en el mundo, es un llamado de atención para que se reconsidere el lugar y la importancia de la Salud Mental.
Desde APSA, abordaremos este tema en nuestro XXXVII Congreso: “Las depresiones y los suicidios: una mirada clínica”, con el fin de favorecer las instancias formativas y de actualización sobre dos temas absolutamente centrales de la clínica que afectan a gran parte de la población.
(*): Médico psiquiatra y psicoterapeuta, jefe de Servicio de Psicopatología y Salud Mental del Hospital Manuel Rocca de la Ciudad de Buenos Aires, presidente del Capítulo de Trastornos del Ánimo de la Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA) y director de Docencia e investigación la Fundación Bipolares de Argentina.
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