Evlay, la búsqueda como bandera, su nuevo disco y la obsesión por el 333
El músico y productor musical concretó esta semana el estreno de su primer álbum solista “333”, donde ofrece un prisma musical que se corresponde con su apuesta por seguir aportando a “un camino independiente” y “alternativo”.
Evlay.
Telam
Facundo Yalve, el músico y productor musical conocido como Evlay, selló esta semana en Niceto Club el estreno en directo de su primer álbum solista “333”, donde ofrece un prisma musical que se corresponde con su apuesta por seguir aportando a “un camino independiente” y “alternativo” que implica “no venderse a costa de nada”.
Para celebrar la llegada de este disco, donde reina el juego experimental influido por la cultura rave berlinesa que abrió para él un nuevo camino posible para su búsqueda creativa, el galardonado productor argentino contó en directo con la presencia de los invitados que dejaron estampado su aporte en la obra.
A tan solo un mes de aquel lanzamiento -y secundado por Rodwin Boonstra en bajo y Agustín Piva en batería-, Evlay celebró un nuevo hito para su carrera y recibió sobre el escenario a Nico Alfieri en “Sillón Verde”; a An Espil y Chibi Fernández en “Inflexión”, mientras que Santiago Motorizado y Wos hicieron lo propio en “Investido”; Caterina Finnochio aportó en “Vasco”; Taichu en “No siento mi sangre”; Ca7riel en “Antro” y el tándem Tomy Sainz y Lisandro Aristimuño destacó en “Cabezas del Tiempo”.
Escuchá una de las canciones de su disco acá:
Yalve, uno de los primeros productores de su generación en alzarse en los Premios Gardel como “Productor del Año” en el 2022, en la misma edición en la que también cosechó un Gardel de Oro junto a Wos por “Oscuro Éxtasis”, dialogó con Télam acerca de su apuesta solista y del camino emprendido desde su sello Caraza Records que fundó en el 2020 como punta de lanza para seguir abriendo el panorama de la música alternativa nacional a partir de un primer lanzamiento que fue su propio EP titulado “1824”.
“A veces surge la necesidad de hacer música porque no la estás escuchando en ningún otro lado y que uno quiere hacer esa música solamente para poder escucharla”
Evlay
“Aquel EP fue una primera búsqueda desde el lado más nerd y manija de productor, mientras que con ‘333’ empecé a sentir la necesidad de compartir y de abrirme un poco más, por eso quise que fuera algo más colaborativo”, señaló el productor con un largo historial de producciones y colaboraciones con artistas como Bizarrap, Nicki Nicole, Tiago PZK, Acru, Louta, Ca7riel, YSY A, Paco Amoroso y otros.
-¿Qué tipo de directivas le bajaste a los invitados? ¿Hubo algún tipo de límite a nivel artístico?
-A mí me pasa que, en general, cuando laburás para un proyecto que no es el tuyo hay ciertas limitaciones por cuestiones obvias que tienen que ver con el para dónde apunta cada proyecto. No es lo mismo trabajar para el mainstream que para algo más alternativo, aunque en sí siempre hay limitantes, incluso las que imponen los géneros en los que no te podés ir mucho a la mierda. Si algo prioricé con este disco fue el poder abrirle la cabeza a todos los que participaran. Fue ‘che, acá podés hacer lo que se te cante; tenés una hoja en blanco para llenarla con cosas que tal vez no hiciste nunca’. Era eso lo que quería mostrar en algo que fuera mío y eso fue tanto para los músicos como para quienes trabajaron en el diseño del arte y los videos.
-En una entrevista anterior con Télam mencionaste que había que seguir desarrollando más la “parte alternativa” de la industria musical ¿Cómo es generar obra desde esos márgenes y que proyectás para el futuro de esa apuesta?
-Es loco, pero es algo que también empecé a sentir también hace dos o tres años: de acá en adelante, todo va a empezar a virar hacia lo alternativo. En cierto punto porque se llegó a una saturación general de la música que suena hoy en día. Y está bueno cuando se abren otros pulmones y se da otra apertura. Siento que cuando empezó toda la movida de la música urbana, eso se llevó puesto a un montón de situaciones que venían recontra mil generándose desde hacía diez años. Parecía que si no hacías urbano, entonces no estabas haciendo música. Y eso es terrible, porque nada que ver. De hecho, toda la movida de post-hardcore que a mí me encantaba y me sigue gustando, también fue virando hacia un lado más ‘soft indie rockerito’ que también me gusta. De hecho, me gustaría producir a algunas de esas bandas como Winona Riders o Mujer Cebra, o armar una desde cero. También me divierte en estos años que vienen, más sumarme a algún proyecto que proponerlo. Por ahí estar en la producción sin ser la cara, pero siendo parte de la banda. Es algo que quiero desarrollar. Con un amigo hablábamos de eso: de que a veces surge la necesidad de hacer música porque no la estás escuchando en ningún otro lado y que uno quiere hacer esa música solamente para poder escucharla. Y cuando surge desde ese lado, hay muchísimas posibilidades de que haya otros enfermitos como vos que quieran disfrutarla de la misma manera. Porque no es que sale de copiar determinada situación, sino que uno va estirando un poco la frontera y a partir de ahí llegar a otros loquitos y loquitas.
-¿Y es por eso que creaste un sello como Caraza Records?
-Sí, totalmente. Tanto el sello, como este disco o mi rol como DJ son parte de esas situaciones que me hacen poner un poco incómodo desde el lado del aprendizaje y el no saber. Porque el no saber cómo funcionan las cosas, te obliga a tirarte a la pileta con ciertas cosas con las que no estás seguro. Desde el lado de la producción, estoy cómodo porque tengo mis proyectos y puedo seguir laburando. Pero cuando empiezo a sentir esa comodidad, es cuando necesito tirar cosas para todos lados y ver para dónde encarar. Se trata de tener más alternativas y de seguir aprendiendo.
-¿Qué viene ahora con Wos después de los últimos lanzamientos donde expandieron la paleta sonora a géneros como el synth-wave?
-Estamos metiéndole banda al disco nuevo; pronto va a haber más noticias sobre eso. A partir de las bases más flasheras que tenía para mi disco, fuimos buscando con Valen ciertas situaciones de cara al nuevo álbum. Fue como que la búsqueda de ambos se terminó mezclando y nos pusimos a encontrar un sonido nuevo. Se viene algo increíble y nuevo con Wos, también desde el lado del planteo de los sonidos.
-¿Siempre hay algo de salto al vacío cuando se encara una nueva búsqueda?
-Cuando en un proyecto tenés como ese vértigo es lo más lindo que te puede pasar porque es lo que te lleva a una búsqueda intensa y a romperte la bocha. Si hay algo en lo que somos buenos es en rompernos la cabeza para sacar algo. No sólo con Valen sino también con Ca7riel o con los Todo Aparenta Normal. Todo el tiempo estamos buscando algo que en algún momento tiene que aparecer. No lo vemos de otra manera. Siento que si eso no llega a estar, entonces hay que replantearse algo.
-¿Qué sentís que viene a insertar tu propuesta dentro del lenguaje de la música electrónica que quizás esa escena no haya incorporado definitivamente?
-Soy híper mega fanático de Justice y hay algo de todo eso que no estoy escuchando en lo que está saliendo. Algo que si lo toca una banda es un delirio, pero si está en un tema de electrónica entonces te vuela la cabeza y te dan ganas de estar en una rave escuchando eso. Siento que es medio por ahí. Desde el lado del vivo, un planteo un poco más de ‘live set’ con baterías y también rozando un poco el ambient. Como la cuestión de variación de géneros que es lo que a mí me gusta hacer. Que de la nada estés en el piso como medio volado y de la nada capaz en una rave durante diez minutos. Es desde ese lado que planteo mi show.
La conexión con Berlín y la obsesión por el 333
En paralelo a su carrera como productor musical y músico, Evlay inició antes del estreno de su última placa “333”, un camino como DJ basado en su devoción por el “raw” y el “hypnotic” techno alemán, géneros que terminaron moldeando además su búsqueda creativa.
“Fue hace poco que empecé a meterle fuerte al techno. La posta fue que cuando estuvimos de gira ahí en Europa, tocamos en España y algunos de los pibes eligieron irse para las playas del norte y yo que detesto la playa a otro nivel, elegí irme antes a Berlín donde teníamos una fecha”, contó el músico Facundo Yalve, en charla con Télam.
Fue justamente en la capital del techno mundial donde terminó de volverse “loco” y, secundado por su amigo el dj José Bonetto, empezó a prepararse para su inminente debut detrás de las bandejas. “No sabía ni mezclar y ya tenía una fecha en Local Support de Madrid. Me mandé a cara de perro para obligarme un poco a aprender y me puse a practicar en Alemania”, contó.
“En los últimos viajes me empecé a conectar fuerte con la joda de Berlín pero no desde el lado del reviente sino de lo que me generaba la música. Es muy loco los trances en los que podés entrar con esa movida y a la vez entender ciertas cuestiones de la música electrónica, estando yo acostumbrado a otras estructuras de canciones”, añadió.
Evlay quedó rendido ante el efecto de esa música con “estructuras de seis minutos, transiciones muchos más largas” y alcanzar “estados a los que uno puede llegar” con la electrónica: “Es un trance musical que capaz con otros estilos no me pasa. Me voló la cabeza, más el techno ‘hipnótico’ y el ‘raw’, Incluso el tema con Ca7riel, que fue uno de los primeros en salir, surgió después de uno de los viajes a Berlín. La base la empecé allá”, comentó.
El “333” que le da nombre a su primera placa, donde se dio el gusto de juntar a Santiago Motorizado con Wos y donde también pudo hacer parte a artistas que personalmente no conocía como el rapero Neo Pistea, también guarda una historia bastante singular: “A medida que uno va armando un concepto, pasa el tiempo y empieza a resignificarse” y va tomando como otro peso”.
“Lo del número empezó porque hace unos años yo trabajaba para Tres Música con los productores de Lali. Siempre tuvieron esa cercanía con el número, pero a partir de ahí, por algún motivo, el número se me empezó a aparecer de una manera jodida y por todos lados”, señaló sobre el “333” que acabó por tatuarse en el cuerpo.
Y completó: “El código del tacho de basura de mi estudio es 333, y un día, mientras iba caminando por ahí cerca, me encontré con una patente doblada que decía ’33’. Me fui al estudio y me quedé pensando en eso todo el día. Dije, ya fue, voy a buscarla. Cuando abro la patente, el tercer número era el tres, de vuelta. Y así mil cosas con eso”.
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