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Cultura 3 de enero de 2017

“Lo que recordamos con la mayor de las honestidades no siempre sucedió”

Marcos Gorbán, autor de "Los ojos del Che"

Reconstruye en este libro de investigación periodística la vida del Losojo, un espía que trabajó para Ernesto “Che” Guevara. Esa entrevista minuciosa la abre las puertas de su propia historia familiar, entre otros relatos que va tejiendo. La memoria, la búsqueda y el periodismo militante.

Verdadero tejedor, el periodista Marcos Gorbán hila en “Los ojos del Che” muchas historias. La principal, la del Losojo, un espía que trabajó para Ernesto “Che” Guevara en tiempos en que el líder de la Revolución Cubana emprendía misiones fuera de la isla con el fin de expandir los focos guerrilleros.

Y también teje otros relatos más íntimos en este libro de investigación periodística: descubre detalles de su propia familia, analiza su militancia en el Partido Comunista, indaga el modo en que la izquierda articuló su accionar en Argentina y en América latina, da detalles de la cotidianeidad de Guevara, una figura ya emblemática. Es decir, un libro que intenta explicar la historia reciente desde un costado personal, que incluye la memoria de los protagonistas.

El mismo Gorbán -ex militante del Comunismo y luego convertido en productor responsable de ciclos televisivos como Gran Hermano y Operación Triunfo- se refiere a este entrecruzamiento de relatos al comienzo del texto: “De qué se trató ser comunista, la moral y la agitación de los años sesenta, las diferencias que había entre los que hablaban de revolución en América latina y cómo era considerado el Che antes de que fuera un póster o un tatuaje, son elementos que explican algunas de las cosas que le pasaron al verdadero protagonista de este libro: el Losojo.

O Fernando Escobar Llanos, como fue rebautizado por el Che. U Orlando, que es como le pusieron sus padres cuando nació, por citar apenas los tres nombres que más usó a lo largo de su vida”.

Gorbán entrevistó minuciosamente a Orlando, una persona ya mayor que decidió dar a conocer su gran secreto. Y nutrió su libro con los relatos que escribió el Losojo en primera persona sobre aquellos días de la década del ’60, cuando tuvo misiones peligrosas por Africa, Europa y Argentina.

En un plano de mayor profundidad, el autor indaga en temas como la memoria, la verdad y su incansable búsqueda. Es que tras detectar la riqueza que encerraba la historia del Losojo -seudónimo que representa la misión que tenía Orlando, convertirse en “Los ojos del Che”-, buscó casi con obsesión que su entrevistado le aportara pruebas ciertas de la responsabilidad que el Losojo decía haber tenido en la vida de uno de los máximos referentes de la revolución comunista en América latina. Esa búsqueda marca todo el texto.

“Como se trata de una vida de secretos y clandestinidad, es lógico que esas pruebas sean tan escasas (…) Todos los testimonios y los indicios indican que no miente. Que lo que dice que pasó, pasó (…). La cosa es si él estuvo”, confiesa sus dudas en el arranque del libro.

En Estados Unidos

En diálogo con LA CAPITAL, Gorbán dice sentirse “hecho”. Es que “Los ojos del Che” se editará también en Estados Unidos, “durante la última semana de enero o la primera de febrero”. Será una edición en castellano, dedicada a la comunidad latina. Mientras tanto, sigue disfrutando de lo que genera este libro, el tercero que escribió tras “Pura coincidencia” (2008) y “Nominados, la historia secreta de Gran Hermano”. “Me encantaría presentar el libro en Mar del Plata -desliza-. A la primera invitación que tenga ni lo pienso”.

-Vas a encontrar otro perfil de lector en Estados Unidos, muy diferente al de Argentina.

-Absolutamente, es el gran desafío. Estoy muy contento con este libro.

-Te las ingeniás para contar muchas historias en un solo libro…

-Sí, totalmente, lo que pasa es que la historia del Losojo es la que me permitió contar todo lo demás. A mí me pasó que de chico, a los 14, 15 y 16 milité en la Fede (Federación Juvenil Comunista) y había muchas diferencias entre los cubanos y los soviéticos que yo no terminaba de entender, así como tampoco terminaba de entender del todo por qué del PC no se lo amaba al Che o no se lo reivindicaba al Che. Recién ahora, a mis 47 años y haciendo este libro, investigando y conociendo a esta gente me pude explicar algunas cosas. Empecé a encontrar algunas respuestas, la relación entre los soviéticos y los cubanos respecto de lo que pasaba en la Argentina, las diferencias, el peso que el stalinismo tuvo en la historia argentina, todas esas cosas las empecé a decodificar desde este libro, desde la investigación para este libro.

-En relación a los soviéticos, ¿los cubanos eran menos dogmáticos?

-No sé si eran menos dogmáticos, quizá es que tenían otros dogmas, cómo saberlo. Lo que sí es cierto es que los cubanos al hacer la revolución tuvieron que lidiar con el dogma que imperaba en ese momento, el soviético-leninista, el que decía que la revolución iba a nacer en las fábricas y ellos, los cubanos, bajaron de la sierra. Eso ya era discutir lo que hasta ese momento se creía que iba a suceder. Ahora tampoco eso significaba que tenía que suceder en el resto de los países de América latina y esa era la discusión entre los cubanos y los soviéticos.

-A partir de las dudas que planteás sobre la veracidad de lo que te cuenta el Losojo, ¿considerás que es un libro sobre la búsqueda de la verdad?

-Me parece que decir que es un libro sobre la búsqueda de la verdad es un poco presumido. Si es un libro que explora el tema de la memoria, sobre cómo lo que recordamos con la mayor de las honestidades no siempre sucedió, la memoria juega habiendo pasado el tiempo y creo que es un libro que habla de eso. En un momento yo hablaba de la extorsión del testigo, eso de “yo lo vi, lo recuerdo perfectamente”. Pero que vos lo recuerdes perfectamente no quiere decir que haya sido así. Y eso lo hace interesantísimo. Y es también un libro sobre la búsqueda, habla de la memoria pero sobre todo es un libro que habla de la búsqueda. Porque para mí fue buscar un personaje, fue buscar una historia pero también fue buscar mis raíces, fue buscar respuestas, buscar historias.

-Es de gran honestidad con el lector hacer visibles todas estas dudas.

-Es que tiene que ver con lo que es una investigación. No solamente planteo mis dudas sino que me llamó la atención, y ahora que lo hablo con vos puedo hacerlo de manera más acomodada, que varios me plantearon que estaban sorprendidos porque yo cuento en el libro mis propios errores, varios errores en la investigación. Cuando voy a hablar con la directora del museo cubano yo me equivoco en un par de datos que a ella le sirven para decir que yo estaba equivocado y se va. Entonces pierdo una entrevistada valiosa. En Argentina, no sé si en otros países, se investiga para mostrar que lo que yo pienso es cierto. Y yo no empecé a recorrer ese camino.

Yo empecé a hacer la investigación para saber cómo era en realidad, porque no tenía ni la más pálida idea, yo no sabía si era cierto o no era cierto. Tenía el deseo de que fuera cierto porque eso hacía que mi historia tuviera otra importancia, pero no sabía si era cierto. Lo único que yo sabía que no podía suceder era escribir un libro diciendo que este tipo, el Losojo, dice la verdad y que después no lo fuera y que alguien saliera a desmentirme con pruebas que yo no había buscado o que no había encontrado. Ahí sí es una búsqueda de la verdad, es una búsqueda de entender claramente cómo es la historia. Ahí sí. Pero cómo plantearlo, si yo estoy contando el camino en la recorrida en la investigación, vos como periodista sabés que cuando te sentás a investigar estás lleno de dudas, de miedos y de incertidumbres y esa también es la historia.

-De alguna manera te estás corriendo de un modelo muy vigente: el del periodista infalible que se suele ver en la televisión.

-No sé si sólo en la televisión, a veces también en la gráfica, en realidad a veces se piensa que hacer una investigación es juntar tres opiniones que se parecen a la mía, entonces eso demuestra que lo que yo pienso es cierto y no, no es así, eso no es investigar.

-¿Estuviste a punto de abandonar la historia?

-No, abandonarla nunca, pero sí que no sabía adónde me iba a llevar. Hay un detalle que es interesante, y es que yo escribí el libro a medida que iba investigando, es decir cuando yo llegué a Cuba, hace un año, ya tenía treinta o cuarenta capítulos escritos. Entonces, vos pensá que yo escribí esos capítulos sin conocer el final. No sabía lo que iba a encontrar en Cuba. Ahora que lo pienso, porque no lo había pensado, fui escribiendo el libro sin saber cómo terminaba. No es que es una trampa literaria, no hago como que no sé para llevar al lector, no lo sabía de verdad. Y ese es un camino que el lector va caminando conmigo a medida que lo voy escribiendo, pero en realidad es lo que me pasó.
Vos pensá también que eso tiene que ver un poco con mi formación. Yo soy productor televisivo, de reality show, además de periodista y me imagino que tiene que ver con eso. El juego en la televisión o en una ficción es hacer que pase esto, un actor es una persona que te hace creer que está pasando una cosa y el reality es provocar que esa cosa pase y creo que el libro está escrito desde ese lugar. Estoy contando una vivencia mientras la estoy escribiendo, y no se el final y no sé cómo va a terminar y de verdad no sabía si el tipo era o no era (lo que decía ser). Por momentos me fui enterando de la historia de mis padres en profundidad a medida que lo iba escribiendo. Fue así.

-¿Y por eso surge también el elemento de la intriga que tiene la historia?

-Sí, exacto.

-¿Qué hubiera pasado si el Losojo no era el Losojo, si mentía, si descubrías que era un impostor?

-Qué hubiera pasado si pasaba lo que Axel Kutchevasky me decía, él me decía qué bueno sería que el Losojo fuera un impostor, porque tendrías una historia maravillosa. Bueno, leí un par de libros como El impostor, de Javier Cercas y un par más porque estaba con la atención o con la tensión de que eso no fuera a suceder y buscaba respuestas. ¿Qué hubiera pasado? El libro tendría otro final pero el libro iba a estar, esa decisión la tomé, si eso pasaba el libro iba a estar igual.

-¿Por qué abandonaste el Comunismo?

-Me fui del PC en el año ’90, después de la caída del muro (de Berlín), todo eso a mí me sucede trabajando en el periódico del comité central del PC. Yo estaba creciendo y empezando a definirme muy fuertemente como periodista y el periodista era el que quería saber, el que quería preguntar y el que buscaba respuestas y las respuestas que fui encontrando no fueron las que me gustaban, hasta ese momento yo tenía verdades establecidas y asumidas y cuando el militante entra en contradicción con el periodista… eso fue lo que me pasó. Yo fui muy dogmático, absolutamente. El PC era dogmático pero había mucha gente adentro del PC que no lo era. Ese no era yo, yo era muy dogmático, tenía que ver con mi espíritu adolescente.

-¿Algunos de esos valores con los que te formaste perduran en vos, en tu laburo de productor?

-Todos, absolutamente todos, porque buscar una sociedad mejor, querer que la gente no tenga hambre, querer que no haya analfabetismo y desocupación, por supuesto… lo que pasa es que termino entendiendo que esa no es la herramienta o que en todo caso pudo haber sido la herramienta hace un tiempo pero ya no lo es.

-¿Hay que buscar nuevas formas?

-Exacto.

-¿Qué opinión tenés del periodismo militante?

-Yo hice periodismo militante, porque trabajaba en el periódico del Partido Comunista. Es una forma de hacer periodismo, en tanto y en cuanto tus preguntas no entren en contradicción con tus propias respuestas, es una forma, ahora cuando entran en contradicción tenés un problema, que es lo que me pasó.