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Cultura 7 de marzo de 2016

La ciencia de las misiones jesuíticas en Paraguay y el Río de la Plata

Por Alejandro Manrique

La ciencia desarrollada en las misiones jesuíticas de América y los prejuicios que existían sobre este concepto, en una esmerada disertación de Asúa. Un libro de su autoría recopila todo el trabajo de estos monjes que fueron expulsados del continente.

En junio de 2014 la Academia Nacional de la Historia incorporó como académico de número al doctor Miguel de Asúa, prestigioso filósofo e historiador de la ciencia, en un reconocimiento más a su dilatada labor como consagrado autor e investigador.

La conferencia de incorporación que brindó De Asúa en esa ocasión llevó como título “Ciencia en la Arcadia desvanecida. Conocimiento de la naturaleza en las misiones jesuíticas del Paraguay histórico y el Río de la Plata”, disertación que abordó las actividades científicas y culturales en las misiones o “reducciones” jesuíticas en la América Española durante los siglos XVII y XVIII en el marco de la Compañía de Jesús fundada por San Ignacio de Loyola.

Constituida en 1540, la también denominada “Sociedad de Jesús” se consideró por siglos un impedimento para la ciencia moderna. El sistema de educación Jesuita se creía conservador y opuesto al pensamiento creativo. Destacados científicos y filósofos, entre ellos Descartes y Galileo, levantaron su voz contra la Orden de Jesús y sus miembros por deformar los procesos de la nueva ciencia. Esto ha llevado a que los historiadores no consideren en forma seria a la ciencia Jesuita, aunque esa aceptación actualmente ha mermado considerablemente. Aplicado a la región que luego se convertiría en Argentina, el territorio del Río de la Plata y un sector del Paraguay histórico, el concepto que no existió ciencia formal y tradicional está profundamente arraigado.

Como parte de un proyecto de investigación que llevó años de visitas a academias, bibliotecas y centros especializados en la historia de los Jesuitas, asistencia a conferencias y períodos de residencia en diversas universidades de los Estados Unidos y Europa, De Asúa se abocó a un estudio sistemático que constituye el primer relato abarcador y moderno de la ciencia jesuítica en territorio sudamericano. El resultado se plasma en el libro “Science in the Vanished Arcadia. Knowledge of Nature in the Jesuit Missions of Paraguay and Río de la Plata”, publicado por Brill (2014, 388 páginas), editorial con sede central en Holanda que se especializa fundamentalmente en estudios históricos, ciencias sociales y temas de derecho internacional y humanidades.

La ciencia en Paraquaria

En su obra, el autor se encarga de explorar la amplísima –para la época- diversidad y riqueza de la actividad científica en las misiones jesuíticas de modo de rebatir la falsa idea de que esta región carecía de una cultura científica propia. Con énfasis en cada uno de los estudiosos jesuitas en las disciplinas abordadas, De Asúa nos propone un recorrido por la historia natural, la botánica médica, la cartografía, la astronomía y la física experimental que los Jesuitas desarrollaron principalmente en Paraquaria, nombre latino de la provincia jesuita en Paraguay, territorio de los guaraníes y parte del noreste argentino.

Mediante una revisión de manuscritos inéditos y una extensiva bibliografía de fuentes primarias, el autor argumenta con solidez la existencia de una tradición en la investigación de la naturaleza que está arraigada en la ciencia jesuítica, al mismo tiempo que es original en su articulación con el aprendizaje típico y la tradición aborigen sobre lo natural.

El enfoque científico que los jesuitas mostraron en el Nuevo Mundo era de orientación eminentemente práctica y estuvo justificado desde el momento que los misioneros tuvieron que catalogar, explorar y describir los animales y plantas del territorio desconocido, que necesitaban para su propia supervivencia, además de transmitir el mensaje religioso.

Sobre este punto, De Asúa sostiene que el gran amor de los Jesuitas por la maravilla de la naturaleza, la hospitalidad y un criterio formal de la evidencia, llevan a catalogarlos como pertenecientes al Barroco. Y lo mismo puede decirse de los trabajos en medicina que desarrollaron.

Así, el autor destaca en la introducción (página 2): “…Aunque la mayoría de los escritos que examinaremos datan del siglo XVIII, solamente las últimas producciones de los Jesuitas en el exilio italiano pueden considerarse como manifestaciones menores de la ciencia del Iluminismo llevadas a cabo en los países de Europa Católica. En su mayor parte, la ciencia jesuítica en Paraguay el Río de la Plata puede caracterizarse mejor como una expresión de la cultura jesuítica del Barroco que tuvo su esplendor en Roma, Francia, los dominios Ibéricos y las tierras del Imperio Habsburgo durante el sigo XVII y principios del siglo XVIII…”

Como en Arcadia

Arcadia era una región montañosa del Peloponeso de la antigua Grecia y el término se usa usualmente para referirse a un lugar imaginario que ofrece paz y simplicidad, descrito por muchos artistas y poetas, especialmente del Renacimiento y del Romanticismo, un ambiente idílico con una población de pastores que vive en comunión con la naturaleza. El imponente marco de la selva de Paraquaria, con sus animales y criaturas, convertía en un paraíso a esta región. Lugar que fue evocado por muchos autores, como Robert Bontine Cunninghame Graham, aventurero y periodista inglés que residió en Argentina, cuya obra “A Vanished Arcadia: Being Some Account of the Jesuits in Paraguay, 1607 to 1767”, un relato de viaje sobre las misiones jesuíticas en Paraná y Uruguay en el que examina el trabajo de los misioneros con los indígenas y el beneficio mutuo logrado, inspira parte del título del libro de De Asúa quien también lo menciona (página 46).

El legado jesuítico hoy está presente en su arquitectura, en el arte, en las imágenes, en la música barroca misional y en la devoción experimentada por sus pueblos en las fiestas patronales.

Extremadamente bien documentado con citas y referencias bibliográficas e históricas, prácticamente en cada página del volumen, el trabajo desarrollado por De Asúa es por demás consistente y exhaustivo. Si se le puede hacer una crítica al libro es que el mismo no llega masivamente al público al que podría interesarle el tema, además de su costo altamente prohibitivo. Es un tratado académico que se circunscribe a bibliotecas y ámbitos académicos específicos.

El autor, como muchos otros lo hicieron con anterioridad, se interroga sobre qué hubiera sucedido en la región si los jesuitas no hubieran sido apartados, dado su singular contribución cultural, humanista e integradora. Lo cierto es que en 1767 los misioneros fueron expulsados de España y sus dominios -por decreto del rey Carlos III- y enviados a Italia, privados así de su territorio de adopción por el que tenían una devoción especial. Con la supresión de la Sociedad de Jesús en 1773 por el Papa Clemente XIV, se los despojaría también de su orden religiosa.

Exilio en Italia

El proceso de desintegración y eliminación de la Sociedad de Jesús en los territorios del Paraguay y el Río de la Plata llevó menos de dos años en completarse. La mayoría de los jesuitas de esta región se exiliaron en Italia, principalmente en ciudades del norte como Faenza, para seguir con ciertas investigaciones aunque no exentas de problemas y restricciones. En el último apartado del texto, dedicado a la “Ciencia en el exilio italiano”, De Asúa aborda con gran detalle tres episodios de jesuitas expulsados del Paraguay y el Río de la Plata que fomentaron la ciencia en Italia. A saber: el cultivo de plantas de las Indias por Gaspar Juárez, la publicación de Ramón Termeyer de sus experimentos con una anguila eléctrica en el Chaco y las investigaciones astronómicas por parte de Alonso Frías.

Más allá de su estrategia misionera, la actividad de los jesuitas en América trascendió por sus implicancias no sólo culturales sino de imbricación entre pueblos y el conocimiento empírico que los descubrimientos podrían representar. Si la incorporación de la ciencia occidental fue relevante, no menos cierto fue que tuvo lugar una articulación, una asociación de lo americano a lo europeo. Sobre el final, el autor expresa (páginas 316-317): “…No es extraño que la ciencia jesuita en Paraquaria fuera marcada por la absorción de algunos elementos de creencias aborígenes sobre la naturaleza dentro de una corriente universal de la filosofía natural de principios de la Edad Moderna…”

Este intercambio entre jesuitas y aborígenes fue fructífero en ambas direcciones, enfatiza De Asúa, una parte integral de la tradición jesuita de la amplia experiencia histórica de investigación de la naturaleza llevada a Sudamérica con una grandiosidad que luego decayó, se convirtió en leyenda y finalmente pasó al olvido.