“A pensar por sí mismas”: se realizó un taller de ajedrez en la Unidad Penitenciaria N°50 de Batán
Por primera vez, fue avalada y financiada por la Universidad Nacional de Mar del Plata una actividad pensada, coordinada y llevada adelante por una mujer detenida.
Entre septiembre y noviembre de este año, se desarrolló en la Unidad Penitenciaria N°50 de Batán un taller de ajedrez. El hecho, contado así, no resulta descomunal y, en efecto, el ajedrez es una práctica deportiva que se ha desarrollado ampliamente en cárceles de todo el país. Sin embargo, hay dos particularidades que convierten esta actividad en un evento novedoso.
Por un lado, que la instructora a cargo del taller es Paola S. R., una de las casi 120 mujeres privadas de su libertad que se encuentran en “la cincuenta”; por el otro, que, por primera vez, una propuesta de este tipo fue avalada y financiada por la Universidad Nacional de Mar del Plata a través de la convocatoria anual a Actividades de Extensión de la Facultad de Humanidades.
Paola nació el 26 de febrero de 1982 en el barrio de Caballito. Cuando tenía 6 años, su padre empezó a enseñarle a jugar al ajedrez. Lo hacía de una manera especial: en vez de hacerle memorizar primero las reglas, la teoría y los nombres de las jugadas, se apoyaba directamente en la práctica indicándole dónde poner las piezas y mostrándole cuáles eran las maneras más convenientes para defenderlas. Y así fue aprendiendo, entre las lecciones, los certámenes con sus hermanos, los torneos en la escuela primaria y, sobre todo, a partir de la observación atenta durante horas y horas de las partidas que jugaba Rubén, su padre, con algún tío en las reuniones familiares.
En el año 2023, estando ya detenida, Paola empezó a darle forma a su sueño: un taller de ajedrez dictado por ella para sus compañeras que se llamara “A pensar por sí mismas”, aludiendo a las palabras de Emanuel Lasker, el segundo ajedrecista campeón del mundo. Después de algunos intentos fallidos, la participación en el Proyecto de Extensión “FUGA Ediciones” a cargo de Juliana Arens y Rocío Fernández, docentes, extensionistas y becarias del Conicet, le permitió, a través de ellas, enterarse de la convocatoria a Actividades de Extensión y, en conjunto, redactar la propuesta. El 5 de julio llegó la tan esperada noticia: con un puntaje de 97 sobre 100, la Universidad Nacional de Mar del Plata iba a financiar una actividad pensada, coordinada y llevada adelante por una mujer detenida.
Y así fue: durante los primeros días de septiembre, y en coordinación con el Área de Tratamiento y Cultura de la UP50, quienes se encargan de la promoción educativa y cultural dentro de la unidad, se estableció día y horario del taller y se abrieron formalmente las inscripciones. A su vez, se gestionaron las compras necesarias para empezar el taller: de 1 tablero donado para 21 chicas, material con el que contaba Paola cuando empezó su taller de manera independiente dentro del Pabellón, pasaron no solo a tener 8 sino que, además, lograron adquirir también un reloj profesional.
Las clases teóricas y prácticas con periodicidad semanal empezaron a dar, poco a poco, sus frutos: las asistentes, quienes jamás habían jugado ni visto de cerca una partida de ajedrez empezaron a aprender, a entusiasmarse, a agarrarle el gustito, incluso practicando por fuera del horario. Al respecto, Paola comenta: “Fue todo un desafío, pero mi gran fortaleza fue ver cómo las chicas insistían e insistían incluso cuando las cosas no les salían o decían no puedo, no entiendo. Lo más grandioso, en ese sentido, fue ver cómo a través del ajedrez fuimos también trabajando en lo anímico, en lo psicológico, para no rendirse y con disciplina y aplicación lograr un objetivo. Clase a clase íbamos mejorando, memorizando los movimientos, desarrollando la concentración; todo con un respeto y una seriedad que hizo que para mí fuera también una experiencia única, ya que yo nunca había estado en el rol de instructora”.
En esta línea, Paola destaca la importancia de estos espacios de educación popular con perspectiva feminista dentro de las cárceles: “Por eso para mí ‘A pensar por sí mismas’ es un orgullo: orgullo de construir este espacio colectivamente en una cárcel donde, si bien tenemos talleres y oferta educativa, el acceso es mucho menor en comparación a otros penales. Por todo esto, por lo que implica aprender ajedrez acá, un deporte inicialmente de hombres y que ahora reclamamos nosotras, las mujeres privadas de su libertad de la UP50, por lo que costó conseguir este espacio, por lo que significa para mí personalmente, puedo decir que es la satisfacción más grande en años de vida. Mirar a los ojos a mis compañeras y ver su capacidad de razonar, de reflexionar, de resolver, de memorizar, adquirir una disciplina y una rutina, verlas avanzar en sus desafíos es muy gratificante. Pasamos de ser mujeres que pensaban que solo los “eruditos” podían jugar a esta clase de juego y, en el proceso, nos fuimos dando cuenta de que nosotras también éramos capaces y que nada impide poder aprender y crecer. Solo hay que proponérselo y transformar el dolor en conocimiento para ganar la partida”.