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Policiales 6 de noviembre de 2023

Crimen de la portera: el juicio por jurados finalmente será en diciembre

Carlos Juárez, Rubén Santillán y Carlos Oña están imputados por el homicidio en ocasión de robo de Mirta Zabalegui, ocurrido en septiembre de 2019. Oscar Eduardo Lantes, el cuarto acusado, falleció.

Mirta Zabalegui fue asesinada en un edificio céntrico el 6 de septiembre de 2019.

El juicio por jurados en el que se intentará determinar si tres hombres fueron los autores del crimen de la portera Mirta Zabalegui (68), ocurrido en 2019 dentro de un edificio del centro de la ciudad, finalmente se llevará a cabo en diciembre.

Luego de más de cuatro años, en los que la Justicia rechazó un acuerdo de debate abreviado por el tipo de delito que debe juzgarse, tres de los cuatro acusados durante la investigación que llevó adelante el fiscal Leandro Arévalo llegarán a sentarse en el banquillo.

Se trata de Carlos Juárez, Rubén “El Tucumano” Santillán y Carlos Oña, quienes están imputados como coautores del delito de “homicidio en ocasión de robo” del que fue víctima Zabalegui. El cuarto, Oscar Eduardo Lantes, falleció tiempo atrás.

El crimen de Zabalegui atravesó un camino sinuoso para llegar a juicio y los plazos se dilataron, primero por la pandemia del coronavirus que hizo imposible la realización de debates durante 2020 y parte de 2021, lo que atrasó toda la agenda de Tribunales, y luego por cuestiones administrativas de la Justicia.

A mediados de este año, se había barajado la posibilidad de que se llevara a cabo en julio, pero nuevamente el proceso se pospuso y, finalmente, se desarrollará entre el 11 y el 15 de diciembre próximos en la sala del Tribunal Oral Nº 3. El juez a cargo de velar por las garantías del proceso, conforme pudo saber LA CAPITAL, será Fabián Riquert.

El caso

Si bien el robo y asesinato de Mirta Zabalegui ocurrió el 6 de septiembre de 2019, no fue un hecho al azar y los delincuentes, según el fiscal Arévalo, planificaron el golpe.

De acuerdo a la investigación judicial, Juárez solía realizar maniobras económicas fraudulentas como alquilar departamentos por poco tiempo y subalquilarlos a dos años para cobrar sumas de dinero superiores en forma adelantada. Esa fue la razón por la que, en el inicio de la investigación del caso, los principales sospechosos detenidos fueron tres peruanos que, llamativamente, habían alquilado en aquellos días uno de los inmuebles en el edificio de Bolívar al 2300 donde trabajaba Zabalegui.

Cuando la policía empezó a reunir datos y a realizar averiguaciones, supo que la víctima tenía ahorrados alrededor de 30 mil dólares en su vivienda (sus familiares contaron que se negaba a guardar el dinero en un banco por temor a un posible “nuevo corralito”) y que los tres ciudadanos oriundos de Perú que habían alquilado el departamento en los días previos a su asesinato se dedicaban a la venta de estupefacientes. De inmediato, la sospecha recayó sobre ellos y se consumaron sus detenciones.

Sin embargo, con el paso de los días la situación se esclareció: los acusados habían sido estafados por Juárez. Bajo la modalidad descripta antes, éste les había subalquilado un departamento para cobrarse el dinero del contrato por adelantado. Con ese hecho corroborado, los desvincularon de la causa.

La investigación se centró entonces sobre Juárez, quien primero declaró como testigo e incriminó a otro hombre que terminaría sobreseído. Se descubrió así que en sus visitas al departamento previas a la estafa que consumaría, Juárez entabló varias conversaciones con la portera y supo del interés de la mujer en comprar divisas en la zona céntrica. También supo de su sueño de concretar el tan ansiado viaje a Disney con su familia. Lo siguiente fue definir el día y el horario del robo que iba a perpetrar y quién lo acompañaría.

El crimen de Zabalegui ocurrió al mediodía del viernes 6 de septiembre y las averiguaciones de los pesquisas se orientaron a establecer cómo habían sido las horas finales de Zabalegui.

De acuerdo al análisis de las cámaras de seguridad de la zona, la camioneta en la que solía moverse Juárez, que era propiedad del hombre sobreseído, circuló por las cuadras aledañas al edificio previa y posteriormente a que se produjera el asesinato. Tras reunir una serie de pruebas y testimonios, el fiscal Arévalo y el personal de la DDI estuvieron en condiciones de reconstruir el caso y determinar que Juárez ingresó al departamento de la mujer acompañado de otros hombres. Allí la amenazaron y golpearon hasta hacerse del botín que buscaban.

En ese marco, como consecuencia de las lesiones sufridas en el ataque, la víctima murió y los ladrones escaparon.