Aquel viejo refrán castizo: “No hay mal que por bien no venga”, pega muy bien en relación a lo sucedido en la comunidad portuense luego de la aparatosa denuncia del diputado Maximiliano Abad. Potenciada por la desmedida intervención mediática que llegó a calificar como “puerto pirata” al de nuestra ciudad, no dejó a ningún sector sin ofender. Hasta una parte del propio radicalismo aprovechó la ocasión para ganar espacio en la interna partidaria, criticando dura y públicamente a su correligionario. Pero fueron las fuerzas empresarias, laborales y políticas del puerto las que asumieron el liderazgo para demoler la desmesurada denuncia del legislador. La flamante agrupación política “Mar del Plata Puerto Región”, reveló cuán necesaria era en la comunidad marplatense una voz representativa de esa zona, absolutamente protagonista principal en el desenvolvimiento de la ciudad. Y estuvo a la altura de las circunstancias en su debut, pues aglutinó la presencia de representantes de todos los bloques del Concejo Deliberante, empresarios del área, sindicalistas y a la misma CGT. La protesta se institucionalizó y cobró tal magnitud que, si bien no tuvo carácter tan franco como la denuncia, motivó que Abad saliese discretamente a pedir disculpas.
La confluencia de tantos sectores significativos irguió en el puerto a quienes supieron defenderlo, al punto que de inmediato fueron reconocidas figuras políticas como Daniel Sosa del “MPR”, sindicalistas como Hernán Challe, Carlos Sepúlveda y Pablo Trueba, entre otros, de larga trayectoria. Pero había otros problemas, como las roscas políticas destinadas a lograr posicionamiento en cargos y otras más solapadas para lograr concesiones y explotaciones económicas en el puerto. Y aquí comenzó otro capítulo que motivó una salida mucho más directa hacia el protagonismo de la verdadera gente del quehacer portuense, corriendo de la escena a conocidos personajes que operaban en busca de acomodos y eventuales negociados.
El consorcio, centro comercial y etcétera
La novela de “Puerto Pirata” estimuló a los actores del repudio a las denuncias, salir a la defensa frontal de los intereses de la auténtica política del puerto frente a personajes espúreos que se movían espoleados por acomodos y, eventualmente, por negociados. Era “vox populi” que dos grupos convergentes trataban de alzarse con la presidencia y el directorio del Consorcio Portuario. Solapado, por debajo y por atrás, venía “un lobby poco recomendable que apuntaba al Consorcio, al Centro Comercial, a la zona de los silos, al de los porta contenedores, a la manzana de los circos”, etc. Sobre lo único factible abiertamente, el Consorcio Portuario, operaban por un lado un alto bonete del gobierno provincial que protagonizó varias reuniones con empresarios y otros sectores, dejando que corra la sospecha de que promocionaba a un concejal amigo. Antes ya había fracasado un radical que se movía muy discreto, pero dejó escapar la sensación de que auspiciaba a un familiar. Entre tanto el actual gerente del Centro Comercial, Oscar Alonso, de oscuro paso por el Consorcio del cual tuvo que irse vergonzantemente en épocas de Mario Dell’Olio, jugaba a varias puntas con dos quemados lobbistas como Emiliano Giri y Diego Garciarena. Estos más bien buscando los negocios, especialmente, la concesión del Centro Comercial. En el puerto se comenzó a divulgar la versión que aquel organismo estatal sufriría la ocupación por parte de sus ambiciosos pretendientes si no les cerraba la torta.
Creían que la importante confluencia lograda en el hotel de la calle Yrigoyen ya no existía o que sus integrantes eran “perejiles”. Pero estos trenzaban con la diligencia y la discreción que su experiencia les indicaba. En realidad, habían asumido la defensa del titular del Consorcio, Martín Merlini, hombre del PRO, que estaba siendo “ninguneado” por los que buscan más negocios que gestión a favor de las actividades portuarias. En silencio lograron que asumiera posiciones claras el concejal Juan Aicega de irrefutable filiación y cercanía macrista. Lo mismo consiguieron del campo empresario y sindical. Así, munidos de genuina representación, concurrieron al acto de asunción de las nuevas autoridades del Consorcio.
Una genuina representación
La semana pasada en la reunión donde quedaría formalizada la nueva conducción del consorcio portuario, Merlini fue ratificado como presidente y el directorio que nunca fue integrado en los últimos años, se constituyó con el apoyo de los genuinos representates de la actividad. Por los trabajadores Hernán Challe, secretario general de los trabajadores de la Aduana, núcleo central de la denuncia de Abad; Carlos Sepúlveda, de la Cámara de Changarines; Pablo Trueba, del Simape y Carlos Mezzamico del SOMU y en representación de la Municipalidad propuesto por Carlos Arroyo. Por los empresarios pesqueros estaba Juan Aglogio de la Cámara que preside Mariano Retrivi. Este logro, además, bloquea toda posibilidad de que los lobbistas poco recomendables continúen con sus roscas en busca de palancas oficiales que les faciliten negocios poco claros porque su apuro era alzarse con ellos en este período en que vencen varias concesiones.
La gestión que se inició para aclarar los tantos, cuando la denuncia, se transformó en una conquista como fue la de lograr que los que trabajan en el puerto lo hagan en unidad de criterio para afirmar sus intereses. De paso quienes como Sepúlveda, Sosa y otros, además en “Mar del Plata Puerto Región”, demostraron lo que proponían al fundarlo: El puerto tiene gente idónea y merece una atención y defensa especial para encaminar su desarrollo.
Manino eufórico
El diputado provincial Rodolfo Iriart se dio el gusto de jugar una carta brava después de varios meses de actividad más en la Legislatura, en La Plata, más que en el territorio que si bien nunca fue intenso en la 5a. sección sí lo fue en Mar del Plata. Convocó por eso el viernes a hora extraña, a las 18, en el Club Atlético Mar del Plata, a un encuentro-brindis para sus seguidores. Soñaba con tener -sin traslado- a unos 200 de sus fieles. Hubo más de 300, casi en su totalidad, representantes de los más diversos barrios.
Eufórico estaba al final destacando la concurrencia “por la fidelidad de la militancia. Desde ya que de los cuadros de la dirigencia esperaba esta presencia, prácticamente sin ninguna ausencia, pero de nuestra gente de la base uno puede esperar alguna defección. Pero lo que vimos nos emociona y nos templa el ánimo y el espíritu para seguir remando”. Explayándose siguió “no hay nada que hacer, el peronismo sigue de pie y preparado para las nuevas peleas”. Y entre éstas obviamente es el ir “preparándonos porque el tiempo preelectoral se acerca”. El único dejo de amargura es el no haber podido concretar “La fiesta de las vaquillonas con cuero”, que se iba a realizar simultáneamente en la primera semana de diciembre, en distintos barrios. La falta de seguridad y otras dificultades administrativas impidieron que la tradición esta vez aumentada de Cefil se malograra.
No pueden callar a Tato
Muchos creían que los ajetreos de la inminente inauguración de su complejo turístico a orillas del mar en La Caleta lo habría de calmar un poco en su incansable disparar sobre los desatinos de la gestión del intendente Arroyo. Ni eso ni siquiera su flamante cargo al frente de Acción Política de la UCR de Mar del Plata lo morigeran. Desde luego que el intendente y su “elenco de lujo” cuando no la tiran al carajo, dejan la pelota picando en el área. En uno de sus “últimos dislates” de su facundia política salió a decir que está seguro de ser reelegido intendente dentro de tres años. Tato Serebrinsky salió a decir que ya la gente no lo aguanta al cabo del año ni pensar lo que será en los que se vienen. Luego fue que “mi hijo Guillermo sabe más de política que yo así que él podría ser mi sucesor”. Tato, era de esperar, respondió que “eso sería lo peor que le sucediese a nuestra ciudad”. Pero el ex diputado nacional acompaña siempre estos bombazos con muy acertada puntualización de los errores, falencias y desatinos de la gestión municipal con lo que aporta al discernimiento realista de lo que le acontece a la ciudad y a sus vecinos. Es como para que si la gente se acostumbra a los dislates verbales no caiga en la pasividad frente a errores imperdonables en la gestión.
Rosso y su sociabilidad
Pobre Lucas Fiorini y Sergio Massa que se la habían creído y que Héctor Rosso, fundador de Acción Marplatense y con más de 20 años consecutivos concejal de ese partido, concurría a encontrarse con el líder del Frente Renovador para que se entienda que el pase estaba hecho… Ahora cuando posó con él, con Fiorini y con Juan Curuchet que sí se bajó con la promesa de reelección, cambió de camiseta, junto al líder en el Tigre, regresó dejó que todo el periodismo hablase del pase del año. Y salió después de una semana: confesó que fue, simplemente, un gesto de amabilidad hacia Massa. Dicen que no habría logrado ninguna promesa, otros aseguran que muy sibilino y divertido como es y lo refleja la foto junto al tigrense, afirmó que “sólo fue una jodita para Tinelli”…