Entre pasado y presente, Ismael Serrano se declara memorioso y más amigo del paso del tiempo
El cantautor regresará a esta ciudad para presentar su reciente disco, "La canción de nuestra vida". Será el sábado 14 en el Radio City.
El cantautor madrileño Ismael Serrano prepara su desembarco en Mar del Plata.
Siempre reflexivo, Isamel Serrano vuelve a Mar del Plata con un cuerpo de canciones nuevas que buscan encontrarle la vuelta a un presente vertiginoso. “La canción de nuestra vida”, su último disco que presentará el sábado 14 en el Teatro Radio City (San Luis 1750), es una prueba de que el cantautor madrileño no deja de lado sus antiguas convicciones: la memoria, rescatar su origen y buscarle un sentido al paso del tiempo, ese tema resbaladizo, acaso un tanto oscuro para quienes orillan los cincuenta.
“Siempre he pensado que el tiempo exige una renuncia. Y llegando a los cincuenta años pues te das cuenta de que no, no solo te quita, también te regala muchas cosas”, asegura el artista que se hizo conocido por aquel exitazo “Papá cuentame otra vez”.
Para Serrano, este disco detenta algo de melancolía, pero cuidado, dice: “Viene a celebrar el hecho de que a pesar de que el tiempo pasa o, por eso precisamente, a la canción de nuestra vida le quedan muchas estrofas por añadir, la vida nos sigue empujando a tener la oportunidad de vivir cosas extraordinarias que nos van a hacer sentir vivos, y asumir ese reto me parece algo para celebrar”.
“Cuando tu haces un ejercicio de memoria muchas veces se te califica de nostálgico y no es lo mismo. No pienso que cualquier tiempo pasado fue mejor”
Asimismo, dijo que con este flamante disco -salió en septiembre último-, quiere agradecer: “Las canciones sirven fundamentalmente para eso, para sentirte acompañado. Y pretende también amigarme y reconciliarme con la idea del paso del tiempo”.
-¿Cómo evitás que la nostalgia se convierta en un regodeo del pasado, en un elemento vacío de tu obra, cómo le encontrás un lado positivo?
-Yo tengo un conflicto, porque la nostalgia tiene además un elemento reaccionario, pensar que todo tiempo pasado fue mejor es sumamente deprimente. Yo no pienso que todo tiempo pasado fue mejor, yo distingo la nostalgia de la memoria, en el sentido de que he sido educado en una cultura de la memoria, memoria en lo personal, en lo familiar, saber de donde vengo, cuáles son mis orígenes y mis deudas, saber estar agradecido y yo estoy agradecido con toda la gente que ha hecho posible que yo esté donde estoy. Tengo muy claro el barrio en el que nací, mi familia que viene del campo y que mi madre nació a la luz de una candela, en una casa de aperos en mitad del campo. La memoria está muy presente, pero la memoria no se tiene por qué convertir en un arrebato de nostalgia, esa es la trampa. Cuando tú haces un ejercicio de memoria muchas veces se te califica de nostálgico y no es lo mismo. No pienso que cualquier tiempo pasado fue mejor. Creo que lo mejor está por venir y en todas mis canciones trato de abrir siempre una ventana a la esperanza, que tiene que ver con el futuro, con nuestra capacidad para hacer planes y cumplirlos. Mis canciones no solamente hablan de lo que viví, sino sobre todo de los planes que aún nos quedan por hacer.
“La canción de nuestra vida”, acá:
-¿Cuáles son tus deudas? Y no me refiero a lo económico…
-También tengo mis hipotecas por pagar, pero me refiero a que tengo deudas en mi entorno familiar que me educó en ciertos valores, tengo deudas con mis abuelos que me enseñaron lo que es la lucha colectiva, tengo deudas con los que me ayudaron al principio a cantar, con esos chavales que venían a mis conciertos cuando nadie me conocía y que me siguen acompañando, con mis amigos que han sido mis primeros fans y los más críticos. A ese tipo de dudas, a mis padres que me han educado en la cultura de la memoria y de la solidaridad, de los derechos humanos, de la política, en mi casa en la sobremesa se discute de política y esa curiosidad, ese cuestionamiento de la realidad, esa mirada exigente y crítica me viene de mis hermanos, de mis padres. Con ellos me siento en deuda porque eso es lo que soy gracias a ellos.
“Nos estamos rebelando un poco ante esa cultura de la desatención”
-Por esa mirada crítica, ¿qué reflexión hacés del crecimiento de las ideologías de ultraderecha?
-Quiza los artistas tengamos una responsabilidad al respecto, por ejemplo, en lo que tiene que ver con la memoria, mantener viva la llama de esa memoria, recordar realmente lo que pasó más allá de otro tipo de afirmaciones que no son nuevas. La derecha lo que hace es recuperar discursos que ya se vieron, que se vieron en España durante el franquismo. Hay que cuestionar dos cosas: primero por qué la gente siente esa desafección hacia la política tradicional y busca en esos personajes la posibilidad de un cambio en sus vidas, eso tiene que ver con un cierto desamparo en el que viven. Y deberíamos reflexionar sobre cómo los medios de comunicación en la espectacularización del debate político y en busca del rating han frivolizado y convertido en personajes mediáticos a gente que es muy peligrosa, gente que llamaba a romper consensos democráticos. Tiene que ver con un modelo que vive al borde del colapso. Argentina especialmente vive una crisis permanente pero al día de hoy el planeta entero vive en una crisis permanente. La resistencia al cambio, la expresión de esa resistencia es la ultraderecha, que no se resigna a que con este modelo estamos abocados al desastre.
-Además de las canciones, venís a contarnos historias, ¿qué rol tiene sus historias en el show?
-Bueno, a mí me gusta no solamente interpretar mis canciones sino que me gusta contar historias bien establecer un cierto diálogo con el público a veces más explícito, pero me gusta contar historias también. Mis conciertos pretendo que no sean una experiencia convencional. Las redes sociales han impuesto, han creado o generado un déficit de atención que te impide darle continuidad a ciertos relatos, cuando tú ves la visualizaciones en internet de YouTube y demás te das cuenta de que son visualizaciones la mayor parte del 80% nunca llegan a término y tenemos un déficit de atención que no nos permite concentrarnos en historias que son demasiado largas. Nos estamos rebelando un poco ante esa cultura de la desatención, quiero pensar que hay un sector de la sociedad que reclama otra cosa, la calma necesaria para atender a lo que se está diciendo.
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