Los diferentes colores de las indumentarias indican el origen de cada uno de los participantes en las finales de los Juegos Bonaerenses 2023, pero la mayoría de ellos comparten el mismo gesto: la sonrisa dibujada, más allá de los resultados. La postal se repite en diferentes zonas de la ciudad, pero el sábado se reflejó especialmente a lo largo de toda la costa con unas condiciones climáticas que jugaron definitivamente a favor, con más de 20º y cielo casi despejado.

Con las camperas rojas que indica que la delegación procede de Morón, Martina, Sheila y Eugenia caminaban a primera hora de la tarde por la Rambla, para tomarse la tradicional foto con los lobos marinos.

“Estamos compitiendo acá -dijeron señalando el Auditorium- en teatro y estaba tan lindo que nos escapamos a dar una vueltita”. Si bien las adolescentes aseguraron conocer la ciudad, reconocieron que “está divina y hay mucho ambiente con los juegos”. “Vamos conociendo a gente de todos lados”, indicaron.

Ya sobre la arena, detrás del imponente escenario montado en el Paseo Hermitage, donde mañana tocará La Mosca, Emiliano y David improvisaban un “cabeza”, descalzos y con pantalones cortos. Oriundos de Adolfo Alsina, contaron que forman parte del equipo de atletismo de ese municipio pero “recién nos toca competir mañana a nosotros, así que nos vinimos a disfrutar del día a la playa”.

A pocos metros, con equipo de mate desplegado, Rosana -con pantalones arremangados por el calor- reseñó que participa de las competencias de natación que, para su categoría, “empiezan mañana (por hoy)” y decidió pasar un rato en la playa. “Metí los pies en el mar pero está muy frío, sino me metía a hacer una tiradita (entrenamiento)”, bromeó.

Mientras que los caminantes ocupaban todo el veredón costero a lo largo del sábado primaveral, Varese se había transformado en un gran estadio de distintas disciplinas, al aire libre y pegado al mar. Allí se desarrollan las competencias de vóley playero o handball, por ejemplo.

Con las camperas blancas con diversos colores que señalan que proceden de La Plata, se hidrataban Marcia y Cecilia en un entretiempo antes de su nuevo partido. “Está buenísimo -describieron-, es la primera vez que vinimos a competir y hasta ahora ganamos. Veremos qué pasa. Igual la medalla está buena, pero no es lo más importante”.

Sociabilidad

A pocos metros de distancia, enfundada en el jogging negro con vivos verdes con la leyenda “Merlo” en la espalda, Carina asentía con los dichos de las chicas. “Es la segunda vez que vengo como profe y es una experiencia lindísima. Claro que se compite, pero también se comparte. Fortalecemos el respeto y la inclusión”, analizó mientras intentaba ordenar a su grupo de adolescentes.

En las inmediaciones de Alberti y Buenos Aires, una marea de buzos negros combinados con azul abordaba un ómnibus que “nos lleva para el Parque de los Deportes. Ahí nos dividimos en los distintos escenarios. Este es el grupo que compite a la tarde”, explicó Ezequiel, uno de los coordinadores de la delegación de Salto.

Con los buzos violetas que indican que son del Partido de la Costa, Axel, Juanjo y Milton caminaban a media tarde por la costa, a la altura de Playa Grande. “Mañana (por hoy) jugamos -contaron los futbolistas-, por eso salimos a pasear. Por más que tengamos mar, esta ciudad es hermosa y vamos a dar una vuelta para después encontrarnos con amigos”.

Los testimonios de los jóvenes se multiplican en cada zona de Mar del Plata, especialmente en el área del micro y macrocentro y el sector costero, aportando vida, dinamismo y sonidos a una ciudad que recibe turistas a lo largo de todo el año.

Un vendedor de pochoclos que suele recorrer Varese y la playa de Cabo Corrientes sonrió al ser consultado sobre las ventas. “Este fin de semana me salvan los pibes de los Bonaerenses”, señaló. Muchos de diversos rubros piensan como él.

Fotos: Marcela Golfredi.