Armas de fuego, municiones, granadas y drogas fueron secuestradas durante la requisa a una vivienda del macrocentro de la ciudad donde vivía Guillermo Caldera (40), aquel joven que en 2003 asesinó a la menor Bárbara Tiscornia.

Tras una denuncia realizada por un tío suyo para que se desaloje la casa en la que Caldera vivía junto a su pareja y su padre en Bolívar al 3700 se conoció que en el interior podía haber artefactos explosivos y armas de fuego. Por eso se presentó en el lugar un grupo de especialistas de Explosivos de la Policía Bonaerense para hacer una revisión.

Durante algunas horas, con toda las adyacencias cerradas al tránsito vehicular y peatonal, se trabajó dentro de la casa para recoger todo lo que suponía un riesgo  hasta que se pudo hallar una escopeta, un aire comprimido, cartuchos de diferente calibre, frascos con casquillos de diferente calibre, cargadores, correderas, porta-cargadores, pistoleros y cuatro frascos con cogollos de marihuana. También se encontraron dos granadas que los expertos preservaron para su destrucción.

La historia se inició cuando Guillermo Caldera fue denunciado por violencia doméstica en perjuicio de Jorge Caldera, su padre. La denuncia la interpuso el tío en el Juzgado de Familia Nro. 06 y solicitó la exclusión de hogar de su sobrino (y su pareja), ya que consideró que el precario estado de salud de su hermano obedecía a la falta de los cuidados correspondientes. Según trascendió, Jorge Caldera -médico de profesión- debió ser internado por un cuadro de deshidratación y otros trastornos.

El 22 de abril de 2003 Bábara Tiscornia (20) fue asesinada por Guillermo Caldera de un disparo en el rostro durante un encuentro que pretendía ser íntimo dentro del departamento de la familia del asesino, en La Perla.

En 2005, a Caldera se lo confinó a 13 años de prisión pero luego su pena fue reducida a 10 y desde hace casi dos años se encuentra con la condena agotada. Se lo había encontrado culpable del asesinato, pero también de llevar el cuerpo hasta un acantilado y arrojarlo, con la intención de confundir a la policía, ya que en aquella época se habían producido algunos crímenes de mujeres cuyos cadáveres aparecieron en la zona de Camet.

A Jorge Caldera se lo acusó de haber llegado al departamento cuando aún la joven estaba con vida y de no hacer nada para ayudarla, pero en el juicio que se celebró en septiembre pasado fue absuelto.