Por José Félix Calabrese

Fue el escritor Miguel de Cervantes Saavedra, quien gracias a su famoso libro “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”en1605,ayudóalaexpansióndel idioma español a lo largo de todo el mundo. Es considerado uno de los escritores del Siglo de Oro Español.

Miguel de Cervantes Saavedra nació el 29 de septiembre de 1547 en Alcalá de Henares. Combatió en la batalla de Lepanto (1571) recibiendo una herida en su mano izquierda, quedándole ésta inutilizada para siempre, por lo que se lo llama “El Manco de Lepanto”. Escribió además,“LaGalatea”(1585).También escribió para el teatro una serie de obras cortas, denominadas Entremés. Son también célebres sus novelas ejemplares; falleció en Madrid el 23 de abril de 1616. En su homenaje se celebra el 23 de Abril de cada año, EL DÍA DEL IDIOMA.

El día del idioma conmemora la importancia de nuestra lengua, ya que se ha transformado en una lengua internacional que cuenta con aproximadamente 450 millones de personas en el mundo que la utilizan. El idioma español tiene su origen en la península Ibérica, luego de la caída del Imperio Romano en el siglo V. Los habitantes de la región utilizaban el latín hablado. El latín es la lengua madre de muchas lenguas de Europa. Cuando el Imperio Musulmán invadió la península Ibérica (dónde se encuentra España), en el Siglo VII, el choque de las diferentes culturas produjo que la lengua fuera cambiando. Con el transcurso del tiempo, influenciada por otras culturas, nuestra lengua fue transformándose hasta llegar a ser como la utilizamos hoy.

Coincidiendo con las circunstancia de recordar tan magno acontecimiento, aprovecho la oportunidad para convocar a PRESERVAR NUESTRO IDIOMA, tan vapuleado en la actualidad, en base a la siguiente conceptualización: uno de los elementos que con más frecuencia utiliza el hombre, tanto para hacerse entender como para establecer una relación armónica con sus semejantes, es la palabra, la que, como ha sido expresado en distintas oportunidades, es la conductora del pensamiento individual y la que contribuye a la formación del propio concepto. La importancia que ella reviste o mejor aún, asume en la vida, su evidencia en múltiples formas, y sabido es que cuanto más respetable es la posición del que hable, tanto más confianza inspira su palabra que, de no sufrir modificación alguna, se mantendrá como elemento de juicio por prestigiar el concepto de quien pronuncia.

Cuando la palabra es emitida para manifestar una convicción, definir una actividad o una situación, o expresar un pensamiento y lleva en sí el sano propósito de brindar a los demás la oportunidad de conocer el pensamiento que la misma tiende siempre a superar el concepto de quien la pronuncia. Otra cosa sucede con aquella que es vertida con el ánimo de engañar o que surge sin reflexión, en un impulso fugaz, por cuanto suele afectar o herir a quiénes la oyen, aún cuando nada tengan que ver con la misma, pues el sólo hecho de escucharla causa mal efecto, contribuyendo por otra parte, a que se elabore un juicio adverso respecto al que la expresó.

Quién piensa bien se esfuerza en hablar mejor. Beneficioso resulta entonces , aprender a sincronizar los movimientos de la mente con la expresión oral, de modo que la palabra sea la conductora fiel del pensamiento; de ello resultará que la palabra se revestirá de interés, contrariamente a lo que sucede cuando se habla sin pensar en lo que se dice, pues en este caso, la palabra suele aparecer hueca o sin sentido. Los que conocen el valor de la palabra y cuidan de ella, llevan buena cuenta de las que pronuncian y las que mantienen en constante recuerdo, por cuánto saben que también deben defenderla de la tergiversación o desnaturalización. La identificación de las propias palabras tiene gran importancia, la circunstancia en que fueron pronunciadas, quienes la escucharon y el pensamiento que le dio vida.

La ética del lenguaje se define por el carácter sencillo y a la vez elevado de los términos que se emplean como expresión, y por la modalidad de quién las usa, que debe estar a tono con la elevación del mismo. De ello se desprende lo fácil que puede resultar el grado de cultura de la persona. Es evidente decir que cuanto mayor riqueza existe en el lenguaje o más prolijo es el examen de los pensamientos que se exponen, tanto mayor es la eficiencia en la labor constructiva de la palabra y amplio el concepto que se dispensa a quién lo expresa.

El premio Nobel de Literatura, García Márquez, dijo en alguna ocasión: “Para el gobernante es un deber insoslayable hablar y escribir bien”. No solo para comunicar es necesario, sino también para inspirar y proponer a sus gobernantes y conciudadanos, que esperan de su líder el señalamiento de rumbos y certezas de un verdadero Norte.

Ergo: en la búsqueda del alineamiento del orden y la paz hay que recordar para los actores de un conflicto, que la manipulación de la palabra es un arma sutil y poderosa. La importancia de expresarnos correctamente permite que nuestro idioma evolucione a nuevas formas de entendimiento. Sin embargo, transformar su uso frecuentemente impide vías de diálogo entre los individuos.

Es por ello importante, como en mis viejas épocas de la escuela primaria, el hábito profundo y sabio de la lectura recogida. El mundo impide, con propuestas falsamente superiores, la formación integral por la lectura y la meditación promovida por el pensamiento de los grandes

Concluyo con la teoría de Francis Bacon, filósofo, político, abogado y escritor inglés (1561-1625), en la que sostuvo que la fuente de todo conocimiento son los sentidos, y que el objeto de la investigación es la naturaleza, la materia, que ésta no es homogénea ni abstracta, que posee diversas cualidades, diversas formas. El lenguaje es el mapa de una cultura. Te dice de dónde viene la gente y a dónde se dirigen.