Por Sebastián Arana

“Lo que conseguimos es algo muy importante, ni me lo imaginaba algunos años atrás. Voy a tener la oportunidad de dirigir la segunda categoría del país y es mucho mejor hacerlo en mi club de toda la vida”, afirma convencido Ezequiel Santiago Medina (38), el entrenador que paulatinamente forjó al Unión que ascendió a la Liga Argentina, un equipo que jugó muy bien al básquet y que, por añadidura, fue poco menos que inaccesible para sus rivales.

Eso de “mi club de toda la vida” es exacto. “Zeque” llegó a Unión hacia 1992, con siete años, pero para practicar fútbol. “Jugábamos en el Quincho viejo, hasta que lo destruyó la tormenta de 1993. Ahí todas las actividades del club entraron en una especie de pausa. Sin embargo, yo iba a la Escuela Nº5 y Unión llevó allí las prácticas de la Escuela de Básquet, con Adrián Liberatore al frente, porque no tenía lugar y a los chicos del colegio nos permitían asistir gratis. Así empecé a jugar al básquet. Como era alto a esa edad, me ponían de ‘4’. Un ala-pivote bajo y fuerte.

Después paré de crecer y me di cuenta que no tenía mucho futuro como jugador. Ya con dieciocho años asistía a varios entrenadores y un año más tarde, en 2004, ya tenía categorías a cargo”, recuerda.

Salvo diez meses en los que fue a Villa Angela como asistente de Jerónimo Trezza en Alvear en la temporada 2012/2013, en el viejo TNA, Santiago Medina no dejó jamás de trabajar en Unión y conoce a la perfección el club a casi todos sus jugadores. “Yo creo que este equipo no se construyó esta temporada. Pero si tengo que precisar cuándo nacíó, diría que lo hizo hace cinco o seis años durante los muy buenos años que tuvieron nuestros equipos de inferiores. De esta manera los chicos llegaron con mucha confianza a competir con los grandes”, reflexionó.

-A algunos días del logro, ¿ves lo conseguido de otra manera?
-Todo el mundo nos daba como candidatos, pero llegar a ganar todos los play-off y ascender es muy difícil. Lo que conseguimos no fue sencillo y Unión no es de los equipos con más billetera de la categoría.

-A propósito de billetera, en un momento dado, casi todos fueron a buscar jugadores de categorías más importantes para reforzarse. Ustedes no lo hicieron, ¿por qué?
-Es un pensamiento mío, conclusión de observar la categoría durante varios años. Nosotros no tenemos las posibilidades económicas de otros, ni tampoco concebimos la temporada de modo tal de arrancar con un equipo más barato y reforzarlo antes de ingresar a play-offs. Y como lo nuestro se apoya mucho en lo colectivo, precisa una construcción más lenta. Entiendo que cambiar protagonismos y minutos a esa altura del torneo es una lotería y que puede modificar el funcionamiento para mal. Tampoco teníamos a mano jugadores como Adrìán Boccia o Pablo Fernández. Definitivamente, no me siento cómodo con refuerzos a último momento y si el club puede hacer un esfuerzo prefiero que lo haga en el comienzo de la temporada.

-¿Algo de eso ocurrió cuando ingresó Lucio Castellani al equipo la temporada anterior?
-No sé si es el mismo caso. Tanto a él, como a Valentín Burgos un año atrás, ya los había dirigido y conocían nuestro juego, además de ser excelentes personas. Pero tampoco fue una situación 100% ideal. Yo creo que los refuerzos de último momento cambian la tónica del equipo y me siento más cómodo si no tengo que incorporarlos. Esta vez salió bien.

-¿Qué los distinguió de los demás?
-Que cada jugador entendió su rol. La característica principal de Unión fue su juego colectivo y, en ese aspecto, fuimos superiores a todos. Si vas a las estadísticas, el reparto del goleo fue notorio.

-¿Se dio de manera natural o tuviste más trabajo para hacérselo entender a algún jugador?
-Fue natural. Por eso quise repetir a todos los del año anterior. Martín Herrero es un buen ejemplo. Él tiene potencial para hacer más puntos, pero me di cuenta enseguida que se acopló a la idea que intento transmitir.

-Bellozas también había llegado en su momento con antecedentes de goleador…
-Tampoco hubo problemas con él en ese sentido. Y este año, además, resignó minutos y protagonismo para venir desde atrás. Yo sabía que, con la excepción de Cadillac, lo mejor que nos podía pasar era que ningún jugador estuviera en cancha mucho más de veintidós minutos.

-¿Te preocupaba la respuesta física en los play-off de los más grandes teniendo en cuenta que si las series iban a tres partidos los dos últimos se disputaban en días consecutivos?
-Es cierto que a Tolita lo exigí un poco más que al resto en ese apartado. Pero puede suceder algo imprevisto con cualquiera y, por suerte, no hubo nada de eso. Lo cierto es que estábamos muy bien, tanto que en el último mes tuvimos que aflojar. En este equipo siempre se entrena al máximo. Para mí es decisivo. Me fijo mucho en eso a la hora de elegir el plantel. Busco jugadores a los que les guste entrenar y buenas personas. Hay distintas maneras de lograr cosas, pero a mí esta es la que me gusta.

-¿Qué representa este ascenso para los jugadores y para el club?
-La de jugar Liga Argentina es una gran oportunidad para todos de seguir creciendo. Para los jugadores y también para que Unión sostenga el impulso que muestra desde hace algunos años.

-¿Sentís que le debés algo a alguien adentro de Unión?
-Sí, a dos personas. Al Gallego Norberto De Paz, con quien trabajé durante muchos años y a Juan Lofrano, que me puso al frente de categorías muy importantes y me dio confianza para crecer.